La Jornada Semanal,   domingo 7 de mayo   de 2006        núm. 583

68 MANERAS DE NARRAR EL PASADO

GABRIELA VALENZUELA NAVARRETE

Orlando Ortiz,
Sólo sé que así fue,
Conaculta,
México, 2005.

¿Qué tan diferente puede ser la producción de un autor a ojos de sus lectores cuando sus libros se ponen, literalmente, frente a frente como en un espejo? ¿Qué tanto puede uno sorprenderse al volver a páginas del pasado que de pronto regresan al presente a buscar a los lectores que no tuvieron veinte años atrás? Esto, sin duda, es lo que debe haberse preguntado Orlando Ortiz al contemplar la portada de Sólo sé que así fue, libro que reúne dos volúmenes de sus cuentos, agotados hace muchos años y por lo tanto prácticamente desconocidos.

El primero de los libros de Sólo sé que así fue lleva por título Secuelas, publicado por primera vez en 1986... y ya el título da pistas sobre cuál es la temática común a todos los textos: Orlando es uno más de los tantos autores que vivieron y sobrevivieron al ’68, pero que regresan a él como al muelle del que parte un navío.

Dice Paco Ignacio Taibo ii en su libro intitulado simplemente 68: "Hoy el movimiento del ’68 es un fantasma mexicano más, de los muchos fantasmas irredentos e insomnes que pueblan nuestras tierras," y aclara más adelante: "Puede ser que este fantasma, por joven, aún goce de buena salud y acuda normalmente al auxilio de nuestra generación cada vez que se apela a su presencia." Para muchos que vivieron ese año en carne propia, quizá el ’68 sea todo menos un fantasma. De lo que sí nadie puede dudar es de su buena salud: más que un espectro, es una herida abierta que sigue sangrando y doliendo.

Muchos artistas experimentaron los efectos de ese año, parteaguas en la historia nacional reciente, y fueron influenciados por él. Las manifestaciones culturales posteriores a la matanza de estudiantes se extienden en un abanico enorme, que va desde las protestas claras contra el autoritarismo hasta la indagación directa sobre qué fue lo que ocasionó un hecho semejante.

Volviendo a Paco Ignacio Taibo ii, en su capítulo "Se explica que con cosas como éstas nunca pude escribir una novela", dice que, a pesar de los tres cuadernos de apuntes recopilados sobre el asunto y de los claros recuerdos que conservaba, en los veinte años posteriores nunca pudo escribir esa novela, quizá porque "probablemente es una novela que no quiere ser escrita". Sin embargo, Paco también recuerda una frase del poeta español Ángel González cuidadosamente escrita en una puerta de la Facultad de Ciencias Políticas, y que a la letra decía: "Otro tiempo vendrá distinto a éste/ y alguien dirá/ debiste haber contado otras historias." Esto es lo que hace Orlando Ortiz.

Los cuentos reunidos en ese primer volumen están hermanados por la temática común del ’68 y/o del "Halconazo" del ’71, otra manifestación del autoritarismo ejercido contra los estudiantes. Los relatos de Secuelas parecen constituirse en una cámara haciendo una toma en gran angular de esos días fatídicos, que sigue a cada uno de los personajes prototipo de quienes finalmente confluirán en la manifestación del 2 de octubre: el dirigente, una estudiante arrestada, otras dos jovencitas aceptando ayuda de perfectos desconocidos para escapar del lío en el que se habían metido, el traidor de la causa que también termina traicionado... El lenguaje que Ortiz utiliza, formal cuando se requiere, vulgar si necesario, sin miramientos ni tapujos, da identidad y carácter a los personajes de sus relatos: participantes activos todos ellos, todos retratos de seres que cualquier habitante de este siglo conoce, si no de manera personal, sí por las pláticas de sobremesa, pues la generación del ’68 está aún lejos de fenecer.

"Dime cómo hablas y te diré quién eres" se dice por ahí, y Ortiz justamente recurre a la oralidad para vestir a sus personajes como él quiere que sean: jóvenes, viejos, hombres, mujeres, niños, de clase alta o provenientes de los barrios más bajos... A diferencia del cine o del teatro, el narrador no tiene más arma para caracterizar a sus creaciones que el lenguaje, y de su maestría en su uso dependerá el efecto que logre con sus historias.

Si así sucede en Secuelas, otro tanto hace el escritor en Desilusión óptica, el segundo volumen incluido en este libro. Aquí no es la temática la línea que de algún modo reúne los relatos en un todo uniforme, aunque ciertamente en ellos "el pasado se vuelve fastuoso y sin embargo es apenas una desilusión óptica", como dice el epígrafe de Mario Vargas Llosa incluido en estas páginas.

Así es el pasado de la mujer que vive sola, sobreviviendo a él del mismo modo que sobrevive una única palma real de seis que había en tiempos mejores, o el del hombre que después de muchos años abre sus sentimientos al fantasma de su hijo adulto, que nunca llegó a ser tal porque murió antes de nacer, apenas unas horas después de que el padre por fin había aceptado quererlo. Decíamos que los relatos parecen reflejarse uno en el espejo del otro, y esto nunca es más claro que con los cuentos de este segundo volumen intitulados "El niño" y "La niña": dos personajes entrañables, cuya inocencia golpea al lector con un knock-out casi brutal, cuando uno pasea en el calor de las calles su enojo contra el tío que le dio el último coscorrón porque ahora yace en un ataúd, y cuando la otra promete no volver a portarse mal con tal de que le regresen sus manitas gangrenadas.

La narrativa de Orlando Ortiz es de recuerdos y de miradas a través de las ventanas del pasado, de diálogos y monólogos interiores que transforman el punto de vista del lector de cuento en cuento, pero también es una narrativa de sentimientos, de sensaciones, de calor y de polvo, de angustia, de dolor físico y de dolor moral límpido y directo, pues cuando un escritor le habla a su lector como Orlando lo hace, no intenta transformar la realidad en algo menos crudo que sigue estando ahí, sino decirle: "...insiste en las palabras, recurre a ellas y asume su camino para escribir un texto que te ayude a descorazonar esa punta que debía arrancarse para poder seguir sintiendo con los ojos limpios".