Usted está aquí: lunes 8 de mayo de 2006 Opinión Fuentes alternas de energía que no se verán a corto plazo

Iván Restrepo

Fuentes alternas de energía que no se verán a corto plazo

Cuando los precios del petróleo están más altos que nunca, el presidente George W. Bush anunció el apoyo al uso de formas alternativas de energía. Lo hizo en Sacramento, California, donde existe un centro dedicado a investigar el uso de hidrógeno como combustible en los automóviles. Allí reconoció que su país "obtiene petróleo de muchos países que son inestables" en referencia a lo que pasa ahora en Irán con su decisión de convertirse en potencia nuclear y negarse a seguir la política instaurada por el imperio en Medio Oriente.

Bush se mostró convencido de que el hidrógeno será el combustible del futuro porque no contamina, no emite gases que ocasionan el efecto invernadero ni calentamiento global y su consumo es doblemente eficiente. Asimismo se dijo partidario de utilizar otras fuentes de energía, como el etanol, por ser el camino para lograr mejor crecimiento de la economía estadunidense, reducir los precios de la energía, proteger el ambiente de su país y hacerlo menos dependiente del petróleo que obtiene de otros lugares, como Medio Oriente, Venezuela y México. Igualmente advirtió sobre la conveniencia de promover los vehículos "híbridos" que combinan el uso de hidrocarburos y electricidad, y que podrían ser más atractivos en el mercado que los modelos actuales que requieren gasolina.

Pero todas estas declaraciones presidenciales únicamente parecen destinadas a aplacar el malestar de sus conciudadanos por el alza en los precios del petróleo que afecta la economía de Estados Unidos y a su población, y que se ha convertido en bandera política con miras a las próximas elecciones legislativas y presidenciales.

Mientras la popularidad de Bush es más baja que nunca entre los estadunidenses, se sabe que las fuentes alternas de energía que ahora ensalza no surtirán efectos a corto y mediano plazos: los expertos calculan que, de continuar al ritmo que van y con los apoyos que reciben las investigaciones para utilizar hidrógeno en los automóviles en vez de gasolina, darán sus frutos en 30 años más.

Lenta va también la producción masiva de automóviles "híbridos". De estos últimos, los estudios de mercado señalan que su nicho de venta estaría preferentemente entre quienes utilizan el automóvil para desplazarse a su trabajo, y no más... por lo menos en muchos años.

Y una prueba de lo anterior es que mientras los precios del crudo suben, no por ello los dueños de autos en Estados Unidos están dispuestos a abandonar su uso o a buscar alternativas de transporte menos derrochadoras de energía. Un ejemplo: en el último año y medio, la cuarta parte de los nuevos vehículos vendidos en el vecino país estaban equipados con motores de ocho cilindros: los que más consumen gasolina.

No obstante, el presidente Bush anuncia medidas económicas para aliviar la situación que ocasiona el alto costo de la energía. Así, suspendió temporalmente aumentar los depósitos en las reservas estratégicas de petróleo del país para que haya más crudo disponible para los consumidores y evitar el aumento de precios. A la par anunció que se investigará si el aumento de los precios de los combustibles se debe a la especulación de los dueños de las gasolineras, pasando por alto factores externos que él mismo se comprometió a resolver, como garantizar la estabilidad política en el golfo Pérsico, Nigeria y Chad, donde se obtiene la mitad del hidrocarburo mundial. La realidad es que Estados Unidos es un adicto al petróleo y eso reduce su influencia en el mundo.

El ofrecimiento de impulsar fuentes alternas de energía parece más bien un mensaje para fiestas del medio ambiente y la conservación de la naturaleza que una política de Estado. Por eso los legisladores recuerdan a Bush su ofrecimiento de que el petróleo de Irak sería controlado por Estados Unidos y que hasta pagaría los costos de la guerra emprendida contra dicha nación. Ni lo uno ni lo otro, pese a que los intereses de las petroleras están más que identificadas con el quehacer gubernamental desde que el dúo Bush-Cheney despacha en la Casa Blanca.

 
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