Usted está aquí: domingo 14 de mayo de 2006 Opinión Niño Perdido

Angeles González Gamio

Niño Perdido

Ampliar la imagen Las calles del Centro Histórico suelen aludir a personajes o instituciones Foto: Archivo

Como ya hemos comentado, los nombres de las calles de la antigua ciudad de México, hoy Centro Histórico, solían aludir a alguna institución, personaje, oficio o leyenda que tenía su sede o había acontecido en dicho tramo de la vía. Una de las avenidas más importantes de la ciudad era la que hoy conocemos como Eje Central Lázaro Cárdenas, que durante varios siglos llevó en distintos trechos, los nombres de Santa María la Redonda, San Juan de Letrán y Niño Perdido. Ya hemos hablado de la historia de los dos primeros, hoy nos referimos al tercero, del que hay varias versiones y datos nuevos sobre el segundo.

Una habla de que hubo una pequeña capilla que recordaba cuando el Niño Jesús se perdió en el templo. La otra remonta el origen del nombre al año de 1659 en que don Enrique Verona, joven y talentoso escultor de origen castellano, contratado para colaborar en la elaboración del Altar de los Reyes de la Catedral, se prendó de la bella doña Estela de Fuensalida, a quien pretendía el opulento platero, don Tristán de Valladares, tan vasto en dinero como en años. La agraciada joven, enfrentando la furia del platero prefirió el amor del artista, con quien contrajo matrimonio, instalando su residencia por los rumbos del río la Piedad, en donde nació su primer hijo.

Al poco tiempo del nacimiento del primogénito, una noche de diciembre alguien prendió fuego al pajar contiguo a la casa de la feliz pareja y entre las llamas, la humareda, la angustia y los gritos, el pequeño desapareció. La madre en total abatimiento corría por la calle gritando "¡mi hijo se ha perdido!", "¡madre mía, devuélveme al niño perdido!". Cerca del amanecer, la madre desolada, vio la figura de un hombre que cubría un bulto con su capa, sin dudarlo se lanzó sobre el sujeto que resultó ser el pretendiente despechado que huía con el pequeño hijo de la amada. A partir de esa fecha el rumbo recibió el nombre de Niño Perdido, en recuerdo del angustioso incidente.

Recientemente recibimos un estudio del joven historiador Alejandro Hernández García, quien ha realizado una investigación acerca del Colegio de San Juan de Letrán, del que poco se sabía con detalle y que fue el que bautizó parte de la importante avenida hasta los años 70 del siglo XX, en el que se le dio el apelativo de Eje Central Lázaro Cárdenas.

Entre otros interesantes datos nos enteramos de que su fundación data de alrededor de 1548, fecha en que fue aprobada por el Real Patronato, siendo así de las primeras instituciones educativas de la Nueva España. Tenía el propósito de acoger niños mestizos, hijos de india y español, que eran abandonados a su suerte. A tres personalidades de la época se adjudica su creación: el virrey Antonio de Mendoza, el obispo fray Juan de Zumárraga y el misionero franciscano fray Pedro de Gante.

A lo largo de los siglos la institución fue decayendo. Como comentamos en crónica anterior, en 1836 se fundó en las habitaciones que ocupaba José María Lacunza, la Academia de Letrán, con escritores que habrían de llegar a ser glorias de la literatura y el pensamiento critico y liberal como Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Carpio, Mariano Galván, Eulalio Ortega, Manuel Gorotiza y Guillermo Prieto, quien dejó en sus Memorias una descripción del antiguo colegio letranense: "......era un edificio tosco y chaparro, con una puerta cochera por fachada, un connato de templo de arquitectura equívoca y sin techo ni bóvedas.... El colegio, en el interior estaba dividido en dos extensísimos patios de todo punto desguarnecidos, ruinosos y sombríos... En el segundo patio estaba la biblioteca, materialmente enterrada en el polvo, con los estantes desbastados y cortinajes de telarañas.." por el estilo corre la meticulosa descripción del viejo Colegio de San Juan de Letrán, tan pleno de historia y significado, que habría de ser demolido en 1857, dejando su recuerdo en el nombre de la vía, el que ya también hemos desaparecido. Ojalá antes de que acabe esta administración se coloquen las tantas veces solicitadas placas, que recuerden los viejos nombres del Eje Central, obra sencilla y económica que ayudaría a preservar la memoria histórica de la ciudad.

Y hablando de económico, así es el restaurante Casa Rosalía, ubicado en San Juan de Letrán esquina Uruguay, 2º piso, que desde hace 70 años ofrece abundante comida de la península. Nació con la llegada de los refugiados españoles, muchos de los cuales se fueron a vivir al vecino barrio de San Juan. Es de los pocos que conserva el "menú tradicional", con cinco platillos a escoger y servidos cada uno de ellos con generosidad. Lo reto a comer completo: ceviche, caldo gallego, paella, pescado rebozado, lomo de cerdo a la naranja y arroz con leche. Para pelotari vasco ¿no cree usted?

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