Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 14 de mayo de 2006 Num: 584


Portada
Presentación
La rebelión estudiantil de 1918 en Córdoba, Argentina
RAQUEL TIBOL
Autorretrato con gorra de terciopelo
AVIGDOR ARIKHA
Rembrandt y la sombra de las Pirámides
RICARDO BADA
Rembrandt y el cuerpo
JOHN BERGER
Rembrandt en su propia existencia
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
El humor en la pintura
RICARDO GUZMÁN WOLFFER
Entrevista con ARTURO RIVERA
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO
Bazar de asombro

Columnas:
Ana García Bergua

Javier Sicilia

Naief Yehya

Luis Tovar

Germaine Gómez Haro
Jorge Moch

(h)ojeadas:
Reseña de Jorge Moch sobre Cuerpo náufrago

Reseña de Alberto Chimal sobre Reportaje al pie de la horca


Directorio
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Ricardo Guzmán Wolffer
Entrevista con Arturo Rivera

El humor en la pintura

Pocos son los pintores contemporáneos mexicanos cuya obra resulta tan multivalente para el espectador como Arturo Rivera. Catalogado por muchos como uno de los máximos exponentes de la pintura nacional, al lado de Francisco Toledo, Rivera es sin duda una referencia obligatoria de la plástica nacional e incluso a escala mundial, como lo demuestra su reciente triunfo en la Bienal Internacional de Beijing, donde obtuvo el primer lugar.

Si el tema de la entrevista es el humor, creo que soy uno de los pintores menos indicados para hablar acerca de este tema. Tal vez pueda ser un humorista no intencionado y en mi charla puedo tener humor ácido. Me gusta el humor ácido en distintas manifestaciones artísticas como el cine y la literatura, pero como pintor no he tenido una intención concreta de generar humor en mis pinturas. Por otro lado, aunque yo me propusiese a pintar con humor, probablemente fracasaría, y si es que alguien ve humor en mi pintura, debo admitir que es involuntario. No me molesta que alguien pueda encontrar humor en mi pintura y sea causa de risa.

—Sus obras, donde el cuerpo humano se deshace de diversos modos, me recuerdan esa frase trillada de que el mexicano se ríe de la muerte.

—No veo la relación entre "deshacer" de diversos modos el cuerpo humano y la connotación de la muerte que el mexicano tiene. Me gusta la tradición mexicana, aunque muy gastada como parte esencial del folclor ya está cayendo en un lugar común y se está alejando del verdadero valor ritual que la hacía una tradición rica. Yo veo la muerte como la puede ver cualquier occidental. No creo que haya puntos de vista muy diferentes, en esta época de globalización y de tanto impacto visual, a la forma como abordo la muerte.

—En su obra hay humor aunque sea esporádico: en el cuadro La Medusa, donde una mujer rapada tiene entre las piernas un cráneo con gusanos-víboras, hay una inversión. En muchos cuadros suyos hay un efecto peculiar al ver el título luego de impresionarse con la obra. A veces llama al humor.

—La inversión de la que usted habla en la obra La Medusa subraya más el arquetipo. En cuanto al humor que podría conllevar, puedo entender que algunas personas sí lo vean, pero repito, no es intencionado. El título siempre trato de ponerlo muy sencillo y que tenga una referencia lejana con el tema principal del cuadro. En el caso de La Medusa fue así porque era la referencia al arquetipo.

—Muchos cuadros suyos son impresionantes. Quizá el humor sólo sea un modo de poder digerirlos y por eso algunos espectadores-veedores lo invocamos. Queremos seguir mirando sus creaciones y el humor nos salva de nuestra afición.

—En el espectador, tanto de obras de arte plásticas como cinematográficas y de otra índole, siempre existen mecanismos de defensa contra temas que agredan su vulnerabilidad por la historia personal que carga. Esto es independiente del creador, que a veces no podría estar más lejano en su intención emotiva pues a veces ni siquiera tiene un argumento personal sino meramente formal.

—¿Hay algún limite en el tratamiento pictórico del cuerpo humano, como en Los enanos de Herodes y sus verdugos?

—No existen límites en el tratamiento del cuerpo humano, ni de ningún elemento pictórico, pues en eso radica la libertad del artística y la expansión de su creatividad. El artista no esta sujeto a ningún canon preestablecido ni siquiera por él mismo.

—Como en El Hombre que ríe, de Víctor Hugo. Al que deforman para que siempre tenga una sonrisa.

—Víctor Hugo resuelve un problema haciendo uso de este recurso. Pero este problema es muy particular y cada artista tiene que recurrir a distintas soluciones dependiendo de la obra frente a la que se encuentra. Esto me recuerda todas las cirugías plásticas actuales, cuyos resultados son verdaderas caricaturas de la belleza. Algo trágico.

—Todos recordamos a Tamayo por el manejo que en sus últimas obras hacía del color ¿El color en la pintura podría ser la llamada del humor?

—Tamayo fue uno de los más grandes coloristas que han existido y su paleta siempre fue muy limitada, con algunos complementarios que hacían un juego perfecto. Que el tema, como el hombre riéndose, sea un tema con humor, no tiene nada que ver con la paleta ni con el humor. Yo podría hablar de que el color tiene humor cuando es involuntario, cuando no se ha estudiado la paleta y la llenas de todos los colores en el mercado. El tema es el humor, no el color.

—De los pintores mexicanos, ¿cuál le parece el representante del humorista pictórico?

—El Corcito, Antonio Ruiz, en su pintura de la mujer a la que le sale un gallo de la boca cuando se encuentra cantando. Covarrubias, que ilustró durante lustros Vanity Fair (creo que es esa revista, no recuerdo bien). La pintura de humor involuntario, cuando Frida Kahlo hace un homenaje a la muerte de una mujer que se suicida y describe la escena literalmente. Los exvotos mexicanos: humor involuntario. Y Quesada, si se le puede llamar pintor.

—El trabajo del Corcito hace pensar que pretendía ser costumbrista, pero termina siendo crítico, a veces apabullante.

—El pintor expresa su tiempo. Su manifestación artística no tiene escapatoria a su realidad personal y social. Más bien, se nutre de ella constantemente y a veces muy a su pesar.

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