Usted está aquí: lunes 15 de mayo de 2006 Opinión El difícil equilibrio nuclear

Gonzalo Martínez Corbalá

El difícil equilibrio nuclear

Irán es un país que produce 4 mi-llones 81 mil barriles de petróleo (b/d), de los cuales consume millón y medio, y tiene una capacidad de refinación de un millón 624 mil b/d. En lo que se refiere a reservas probadas de gas natural posee 970.8 trillones de pies cúbicos, cifra con la cual está arriba incluso de Qatar, que tiene 910 trillones de pies cúbicos (sistema inglés).

Si bien Irán y Qatar, en ese orden, ocupan el segundo lugar mundiales en cuanto a reservas de gas natural se refiere, solamente están superados en todo el mundo por la Federación Rusa, que tiene las más altas reservas de este limpio energético: mil 694 trillones de pies cúbicos. En lo que respecta a producción de gas, Irán produce 85.5 mil millones de metros cúbicos de gas anuales, lo cual lo coloca en la primera línea, un poco arriba de Argelia y, desde luego, debajo de la Federación Rusa, que posee 589.1 miles de millones de metros cúbicos, y de Estados Unidos, que cuenta con 542 mil millones de metros cúbicos, y abajo también de Canadá, que tiene 182 mil millones de metros cúbicos.

Estas cifras dan una clara idea de que Irán no tiene ninguna necesidad ingente de recurrir a otras fuentes de energía distintas del gas y del petróleo -ni para su consumo interno ni tampoco para finalidades de exportación- y hacerse de divisas en el mercado del petróleo y del gas a nivel mundial, puesto que como se puede ver fácilmente, posee energía en abundancia. No obstante, el presidente Mahmoud Ahmadinejad se ha lanzado a la realización de un plan de enriquecimiento de uranio, desafiando a Occidente en el seno del exclusivo club nuclear y despertando la irritación, sobre todo, de Estados Unidos, expresada con toda claridad por la doctora Condoleezza Rice, quien como escueta respuesta a una larga carta -que en los primeros días de mayo envió Ahmadinejad a Estados Unidos- dijo la secretaria de Estado que "nadie podría encontrar en esa carta la oportunidad de negociar sobre el asunto", George W. Bush personalmente reafirmó su preferencia por la diplomacia como la primera y más importante opción de su país para alcanzar el objetivo de que "los iraníes no tengan armas nucleares ni capacidad para fabricarlas" (El País, Edición Internacional 10/5/06).

¿Cuál es, entonces, la verdadera razón que mueve al presidente iraní hacia la producción de uranio enriquecido concitando la desconfianza y la irritación de las potencias nucleares que sí tienen carta de membresía del exclusivo club nuclear mundial, que son en pocas palabras las mismas que constituyen el Consejo de Seguridad de la ONU?

Si tiene Irán una de las mayores reservas de gas natural que hay en todo el orbe, que lo coloca en segundo lugar, como ya se dijo, y produce lo suficiente para el consumo interno, tanto como para exportarlo a otros mercados, también es cierto que en lo que se refiere a Irak lanza una crítica demoledora contra el presidente estadunidense, diciéndole que: "con el pretexto de la existencia de armas de destrucción masiva, esta terrible tragedia acabó hundiendo a los ocupados como a los ocupantes de ese país (...) Por supuesto Saddam era un dictador asesino. Pero la guerra no se llevó a cabo para derrocarlo. Durante muchos años de la guerra contra Irán, Sadam fue apoyado por Occidente".

Con el desafío que el joven presidente iraní lanza a Occidente -muy especialmente a Estados Unidos, que se ha constituido a sí mismo en guardián del de-sarrollo nuclear, reservándolo única y exclusivamente para las potencias ya constituidas como nucleares, a la fecha sin admitir tajantemente, y sin posibilidad de negociación alguna, la existencia de otras que ampliarían la membresía del club nuclear- plantea la posibilidad de desatar una nueva conflagración que vendría a aumentar la lista constituida por Afganistán e Irak.

El conflicto en su fase actual de de-sarrollo entre Irán y Estados Unidos contribuyó ya de manera muy importante, junto con los disturbios en Nigeria, la expropiación de bienes de la industria del gas natural en Bolivia y la postura rebelde de Hugo Chávez en Venezuela, a impulsar todavía más hacia arriba los precios del petróleo, que ya llegaron a 74 dólares por barril del West Texas Intermediate (WTI).

Claro está que además de estos factores de orden geopolítico influye en la explosiva característica del mercado internacional de los energéticos la disminución de la franja de capacidad instalada-ociosa en Arabia Saudita. Pero no se puede ignorar ya que desde octubre de 2004, cuando alcanzó por primera vez los 50 dólares como precio escandalosamente alto del barril de WTI, la influencia de los factores geopolíticos llegaron al mercado petrolero para quedarse, sumándose a otros presentes desde antes de este shock petrolero, los que siempre configuraron el mercado de los energéticos con algunas salvedades como fueron precisamente la revolución iraní en 1979-80, la crisis del Canal de Suez, la reconstrucción de la posguerra, los campos descubiertos en Texas, el crecimiento de la producción venezolana y los temores de escasez en Estados Unidos en 1919.

Parece evidente que hay otros objetivos en el lanzamiento del programa de reactivación nuclear de Irán y en el de-safío de cara a Occidente que tienen que ver más con el renacimiento del orgullo nacional, a 27 años de distancia del triunfo de Jomeini , y es cierto también que Ahmadinejad está consolidando su liderazgo en la milenaria Persia, y que plantea horizontes de renacimiento, también, del papel que está jugando Irán en un Medio Oriente humillado y sometido al poderío de Estados Unidos y de Gran Bretaña, pero no estaría por demás considerar en el otro platillo de la balanza internacional los graves riesgos que corre, no solamente Irán, sino también el mundo entero, cuando se ve alejar cada día más el difícil, ya casi imposible, equilibrio del mundo de los energéticos, puesto en crisis esta vez por el desarrollo nuclear de una lejana potencia que se constituye así en grave factor de riesgo para nuestro planeta.

 
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