Usted está aquí: lunes 22 de mayo de 2006 Opinión DESDE EL OTRO LADO

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

La historia y sus lecciones

LA CAMARA DE REPRESENTANTES aprobó una estricta reforma migratoria cuyo propósito es corregir fallas en la legislación migratoria y detener la inmigración ilegal. Hubo oposición del ala más conservadora debido a que la ley es demasiado generosa con los ilegales. El representante republicano Sensenbrenner dijo que la reforma es una amnistía y no una genuina reforma migratoria, y agregó que dará estatus legal a millones de ilegales que viven en Estados Unidos. Líderes mexicano-estadunidenses de Texas y California están divididos sobre sus alcances. Se efectuará una conferencia entre representantes y senadores para tratar de llegar a un acuerdo sobre sus respectivos proyectos de reforma.

EL PRESIDENTE FIRMO la ley que sanciona a quienes contraten a trabajadores ilegales y al mismo tiempo ofrece el estatus legal a millones de indocumentados. Enalteció el esfuerzo de los congresistas en su elaboración y agregó que es la reforma más amplia desde 1952. "Las futuras generaciones de americanos agradecerán sus esfuerzos para ganar nuevamente el control de nuestras fronteras", concluyó.

LOS PARRAFOS ANTERIORES se publicaron en la prensa estadunidense en octubre y noviembre de 1986, cuando se aprobó la ley conocida como IRCA. Su objetivo: controlar la llegada de inmigrantes indocumentados, sancionar a quienes los contrataran y otorgar estatus migratorio a millones de indocumentados que permanecían en las sombras. Cualquier similitud con la actual discusión en torno al problema migratorio no es mera coincidencia, sino una constante que de tiempo en tiempo se repite. Hoy existen diferencias que tornan el problema más complejo; en 1986 había aproximadamente 4 millones de indocumentados y ahora hay 12.

EN 1986 REAGAN tenía 60 por ciento del apoyo popular, por lo que no tuvo muchos problemas para negociar la reforma que consideró más adecuada. El presidente Bush tiene aproximadamente 30 por ciento, lo cual le dificulta negociar su propuesta migratoria, aun con los miembros de su propio partido. En aquella ocasión no había una disputa tan cerrada en torno a las elecciones de medio término como ahora, por lo que los congresistas tenían menos presión para votar en uno u otro sentido. Previo a la reforma de 1986 no se manifestaron millones de personas apoyando una legislación que favoreciera a los indocumentados como ahora, ni se envió a la frontera a la Guardia Nacional para tranquilizar al sector más radical antinmigrante. El panorama es más complejo, pero no es excusa para dar palo a las legítimas aspiraciones de los millones de migrantes que trabajan y pagan impuestos, al igual que otros millones de estadunidenses con la legítima exigencia de que eso se les reconozca.

EL DESARROLLO, ESENCIA del problema migratorio, hay que reiterarlo, está ausente en la discusión. Revisar los casos de España y Grecia, en el marco de la Unión Europea, debiera ser pauta en una reforma de fondo.

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