Usted está aquí: lunes 22 de mayo de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Clamor, el silencio de la chachalaca

Engaño mediático desde el poder

Amenazas y mentiras ensucian elección

Hoy más que nunca los habitantes de este país, de esta ciudad, de todas partes, debemos exigir, de una vez por todas: el silencio de la chachalaca.

Ya sabemos que habrá algunos a los que la frase les quite lo estreñido, y vuelvan con la cantaleta de que no se debe proferir tal concepto, si se aplica a quien se supone representa los intereses de todos los mexicanos. En este punto, desde luego, estamos de acuerdo.

Entonces, es el destinatario lo que marca la diferencia. Hasta ahora la petición, la exigencia, para ser más claros, se ha hecho a un panista con poder que pretende, a como dé lugar, alargar el periodo neoliberal prianista que cargamos desde hace más de 20 años.

Se le exige no hacer más ruido a favor de su candidato porque el poder económico -y por ello mediático masivo- del gobierno está muy por encima del que puedan ejercer los partidos políticos de oposición, y es el mismo que ha tratado de vender a la gente el discurso demagógico de la democracia, mientras alimenta, como es su costumbre, con frases baratas, la desigualdad en las próximas elecciones.

Vicente Fox le perdió el respeto a la gente, la quiere engañar, le quiere imponer la forma de pensar de la derecha más conservadora y represiva, desde el escalón más alto del poder político en México, pero eso ya no funciona, por eso, sin el debido respeto, se le exige silencio.

La semana que recién terminó fue una de las más tranquilas en cuanto a sus acusaciones. El lunes, entrevistado en el avión que lo traía de regreso a México, volvió a la letanía: el populismo y la demagogia son malos, declaró, y aunque en ese momento se refería a algunos gobiernos sudamericanos, la gente, que ya sabe leer las diatribas, supo a quién hacía referencia.

El martes, en Chiapas, no desistió en su afán, y otra vez, ahora sin buscar pretextos en otros países, hizo uso de su advertencia favorita para señalar que el populismo no es viable en México, aunque ya todo el país está conciente de que él mismo usó el populismo de derecha para atraerse votos en la elección de 2000.

El miércoles se dio un respiro y no hizo alusión alguna al candidato de la alianza Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, el blanco de sus ataques; pero el jueves, en una entrevista publicada en dos entregas, en un diario de circulación nacional, se desquitó y fue más claro: predijo que no habrá elección presidencial cerrada y dio como ganador al candidato de su partido.

Y el viernes, durante una gira de trabajo por Baja California, con cinismo monumental aseguró que México debe seguir por el mismo camino porque "si no, nos vamos a meter en un berenjenal", descalificando así las opciones que significan los demás candidatos y, desde luego, la gente que no piensa como él.

El gobierno de Fox ha llenado de suciedad la elección que viene. No sólo con sus discursos llenos de amenazas y mentiras, también con el comportamiento de algunas dependencias de su gobierno que han sido acusadas de desviar recursos para solventar los inmensos gastos de la campaña panista, su campaña, por la Presidencia de la República, que ésta vez no deberán quedar impunes, como pasó en 2000.

Y que nadie se equivoque, al Presidente de México, cuya investidura merece el respeto de todos los ciudadanos del país, eso: todo el respeto. Al militante del Partido Acción Nacional que sólo gobierna y protege a los de su signo, una exigencia: el silencio de la chachalaca

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