Usted está aquí: jueves 1 de junio de 2006 Cultura Poco explorado el papel de los ángeles músicos para conocer las prácticas del arte sonoro medieval

Conferencia de Aurelio Tello en el contexto de la muestra Entre acordes y pinceladas

Poco explorado el papel de los ángeles músicos para conocer las prácticas del arte sonoro medieval

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Angeles músicos Foto: José Antonio López

Los ángeles músicos plasmados en la pintura barroca no sólo expresan la tradición medieval de usar esas figuras para representar la presencia divina, también sirven para conocer las prácticas musicales de la época, lo cual ha sido poco analizado, señaló el investigador Aurelio Tello en la conferencia que ayer ofreció sobre el tema en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, de Altavista.

La charla se desarrolló en el contexto de la exposición Entre acordes y pinceladas: la música mexicana en imágenes pictóricas, que se presenta en ese recinto.

El especialista explicó que durante los siglos XVI y XVII, más allá de un contenido teológico, emblemático o alegórico, los pintores utilizaban ángeles para representar la vida musical catedralicia cotidiana porque los cánones eclesiásticos prohibían que se pintaran hombres comunes y corrientes en la esfera celestial.

Pero ni el artista más imaginativo habría podido inventar la manera en la que se interpretaba la música de aquellos tiempos o los instrumentos que se utilizaban, consideró Tello.

En cuadros de autores como Caravaggio, El Greco o Cristóbal de Villalpando se pueden observar violines (instrumento que se inventó en el siglo XVI), laúdes árabes (arraigados en España en la época de la presencia mora), trompetas alargadas (sin llaves ni pistones), monocordios (para algunos sabios de la antigüedad, el instrumento de Dios), guitarras, órganos y arpas diatónicas, entre otros.

Las capillas musicales, vedadas a mujeres

Aurelio Tello explicó que los ángeles músicos barrocos también reflejan cómo estaba conformada una capilla musical, como se llamaba al grupo de personas que cantaba en las misas o en las diferentes ceremonias litúrgicas: el coro lo hacían hombres y niños (éstos en sustitución de voces femeninas, pues las mujeres tenían prohibido formar parte de una capilla musical).

Los ministriles (o ejecutantes de los diversos instrumentos) eran, obligatoriamente, dos organistas, dos arpistas y a veces alguien que tocara el violón (una mezcla entre violín y violonchelo), la vihuela, guitarras y laúdes.

Observar a los ángeles músicos de esa época, detalló el especialista del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical Carlos Chávez (Cenidim), confirma las diferencias que existen entre la música del barroco novohispano y el barroco centroeuropeo.

El sonido del primero es más liviano que el romántico, las composiciones se centran en la polifonía, en el canto coral; el arpa es uno de los instrumentos recurrentes. Mientras en la música del barroco centroeuropeo predomina el sonido del clavecín y su desarrollo fue más instrumental que vocal.

Por ejemplo, indicó el experto, en un cuadro de Antonio Sánchez se observa un angelito tocando un violín: ''su ejecución es barroca, lo sabemos, porque el arco no tiene talón. Esto sirve para orientarnos en la actualidad acerca de la manera en la que debemos ejecutar obras de la época".

Uso del violón en la Nueva España

A Santa Cecilia, añadió Tello, la patrona de los músicos, siempre se le representa tocando un órgano, pues ese instrumento fue el primero que la Iglesia aceptó para acompañar a los coros y en el Barroco estaba reservado para la música latina.

El investigador señaló que en la Nueva España el violón fue un instrumento de uso permanente en las capillas musicales ''por la escasez de voces graves en la catedrales de México. Los misioneros decían que los indígenas eran de 'voces flacas', más dadas a cantar hacia lo agudo".

Aurelio Tello (Perú, 1951) es autor de los tomos 3, 4, 7, 8 y 10 de la obra Tesoro de la música polifónica en México y del libro Música barroca del Perú: siglos XVII-XVIII, entre otras publicaciones.

 
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