Usted está aquí: lunes 5 de junio de 2006 Política Frases como "hoy, hoy, hoy", lo único recordable de los debates anteriores

Las descalificaciones de candidatos, método para destacar en los encuentros

Frases como "hoy, hoy, hoy", lo único recordable de los debates anteriores

CLAUDIA HERRERA Y ALONSO URRUTIA

Por frases como "me ha llamado chaparro...", "nos quieren dar sidral por cerveza o cerveza por sidral" y "hoy, hoy, hoy", pronunciadas frente a las pantallas televisivas, los debates presidenciales se han salvado del cajón del olvido.

Diseñados para la confrontación de ideas, sólo han destacado las palabras memorables por ser errores fundamentales en el rumbo de las campañas, descalificaciones exitosas de los contrincantes o promesas tan grandilocuentes que nunca se pudieron cumplir.

En la escasa historia de los debates presidenciales en México, este martes se celebrará el sexto. Desde 1994, ha habido dos en cada contienda.

"Me ha llamado chaparro, me ha dicho mariquita, me ha dicho la vestida, me ha dicho mandilón. Ha hecho señas obscenas...", fue la larga retahila de quejas que ante millones de televidentes relató Francisco Labastida Ochoa, candidato priísta, y que en 2000 precipitó el principio del fin del priísmo en el poder.

Fue un intercambio que el candidato de la Alianza por el Cambio, Vicente Fox, libró con gran éxito: "a mí lo majadero se me quita, pero a ustedes lo corrupto nunca", reviraría.

Pocos recuerdan que en esa noche del 25 de abril de 2000, quien al paso del tiempo se asumiría como el presidente del cambio prometería, ante los otros cinco candidatos presidenciales de entonces: "en menos de 70 días podemos terminar 70 años de malos gobiernos..."

En el ocaso de su gobierno, los escasos alcances del cambio prometido serán el eje del debate para quienes aspiran a sucederlo.

Aquel duelo verbal entre Fox y Labastida se dio en el primero de los dos debates que se efectuaron en los comicios de 2000, en el que también participaron Manuel Camacho Solís, Porfirio Muñoz Ledo y Gilberto Rincón Gllardo.

Quizá lo más memorable es el segundo de ellos, celebrado el 26 de mayo, tras una semana tortuosa de negociaciones y rupturas que involucraron no sólo a los equipos de campaña, sino a los candidatos mismos en un encuentro en la casa de campaña del candidato de la Alianza por México, Cuauhtémoc Cárdenas.

Un encuentro en el que afloró la terquedad de Fox resumida en su recordado: "hoy, hoy, hoy...", que luego convertiría en frase de campaña. A diferencia de entonces, el encuentro de ese martes fue pactado prácticamente sin exabruptos o por lo menos muy distantes a aquellos que incluso motivaron un predebate sobre el debate transmitido por Joaquín López Dóriga en su noticiario, donde los candidatos se recriminarían el posible naufragio del encuentro entre los tres principales candidatos.

Los primeros debates de la democracia mexicana. Poco se recuerda que quienes inauguran la era de los debates en México fueron tres oscuros candidatos la noche del 11 de mayo en el auditorio del Instituto Federal Electoral: Rafael Aguilar Talamantes, del PFCRN, en los estertores de ese partido; Jorge González Torres, del PVEM, que contendería por última vez sin aliarse, y Pablo Emilio Madero, ex panista disidente postulado por el sinarquismo bajo las siglas de la efímera Unión Nacional Opositora.

Todos bajo una coincidencia: la marginación que habían padecido por parte de los candidatos de las principales fuerzas políticas.

Un día después aparecían éstos en escena: Ernesto Zedillo, del PRI; Cuauhtémoc Cárdenas, de la coalición de izquierda, y Diego Fernández Cevallos, del PAN.

Fue la noche de este último, cuyas habilidades discursivas virtualmente arrollaron a sus contendientes, incluido al "chico de los dieces", como definió al priísta. Sería el único debate efectuado entre estos aspirantes, pues finalmente abortó un segundo encuentro donde discutirían la problemática económica.

Nunca se dio, pero fue el pretexto para una inexplicable desaparición de la escena electoral del panista, quien así desaprovecharía el sustancial repunte en las preferencias que le había heredado su exitosa incursión en el encuentro del 12 de mayo.

Un encuentro en el que se recordaría a Cárdenas por su escasa capacidad de respuesta ante los ataques del panista, y su refugio en una desafortunada frase que repitió varias veces: "nos quieren dar sidral por cerveza o cerveza por sidral".

Tres años después, bajo esa experiencia y con todas las encuestas en su favor, Cárdenas manejó en su provecho las negociaciones del debate entre los candidatos a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Bajo el argumento de que el entonces aspirante panista, Carlos Castillo Peraza, había optado por la guerra sucia en la campaña, Cárdenas se negó a debatir con él, y a pesar de los reclamos del PAN, se pactó con el priísta Alfredo del Mazo carearse exclusivamente entre ellos.

Como consuelo, Tv Azteca ofreció media hora de entrevista a Castillo Peraza inmediatamente después de concluido el debate entre Cárdenas y Del Mazo, y al panista no le quedó más remedio que hacer un monólogo.

 
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