Usted está aquí: jueves 8 de junio de 2006 Opinión PERFORMANCE

PERFORMANCE

Benjamín González Pérez*

El Faro de Tláhuac

LA CIUDAD DE México, al igual que casi todas las metrópolis del mundo, es, en sí misma, una apuesta cultural, la mezcla incesante de culturas y pensamientos la convierte en un reto de integración y entendimiento, cada día se hace más necesario que todos tengamos las herramientas para interpretar mejor a aquellos con quienes nos tocó compartir nuestro entorno cultural y social, que aprendamos que el futuro de todos pasa, por la necesaria convivencia y cohabitación, conocer a los otros, por medio de sus diferencias, con el fin de reconocer las propias, es ante todo un ejercicio civilizatorio y democrático; la mejor herramienta que nos hemos dado para resolver esta encrucijada es, sin lugar a dudas, la acción cultural en el fomento de la sensibilidad humana.

MUCHAS FUERON LAS condiciones que se tuvieron que dar para que hoy existan no una, sino dos fábricas de Artes y Oficios en la ciudad de México. Primero fue la victoria de los ciudadanos en 1997 al elegir por primera vez su gobierno, que permitió soñar, junto con muchos hombres y mujeres, con la reconstrucción de nuestra urbe; la apertura del Faro de Oriente en 2000 y la continuidad que se dio a su equipo fundador, lo que hizo posible tener el tiempo necesario para ensayar, equivocarnos y acertar; la incorporación, a este primer proyecto, de miles de jóvenes y niños que se apoderaron de este nuevo espacio, ávidos de conocer y vincularse con la cultura; los cientos de artistas que han pasado por el Faro como un ejército de vitalidad y conocimiento, y por ultimo la decisión de los diputados locales y de la Secretaría de Cultura del gobierno de la ciudad para construir nuevas fábricas de artes y oficios.

Un espacio reinventado

TODA OBRA PUBLICA, por definición, es colectiva, y en el caso de la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Tláhuac la referencia es por partida doble: no sólo participa en ella un número importante de artistas y promotores culturales que fundamos la fábrica de Oriente, que sirvió de inspiración para diseñar este proyecto, sino que quienes le han dado vida a este nuevo sitio lo han reinventado, retomando experiencias, pero planteándose nuevos retos, comprobando una vez más que la creación es un ir y venir constante entre nuestros orígenes y nuestra memoria con nuestra ruptura y nuestro devenir.

CON TODO ELLO se ha probado que la cultura es un bien fundamental para promover la movilidad social, el desarrollo humano y la seguridad pública, si estamos verdaderamente preocupados hoy por contribuir a la seguridad en nuestra ciudad es fundamental que iniciativas como los Faros crezcan, se desarrollen y se sigan multiplicando, debemos comprender que las ciudades más seguras no son aquellas donde hay más policía, sino donde la policía es menos necesaria.

Fundamental demanda de los capitalinos

EL FARO DE Tláhuac y el de Oriente responden a una idea de ciudad y a una demanda fundamental de los capitalinos, su derecho al goce y disfrute de los bienes culturales, responden a su derecho a la belleza y al estremecimiento, dan respuesta a su enorme potencial creativo y dan rienda suelta a su ejercicio libre del derecho a discernir y pensar.

LA PROXIMA CONSTRUCCION de dos proyectos similares a los Faros de Oriente y de Tláhuac pone frente a nosotros el reto de no pensar que un camino conduce de manera inmediata a otro semejante. Creemos que los nuevos espacios tendrán su fuente de inspiración en el centro de Oriente, pero poco a poco cada proyecto tomará su propia vocación y cada comunidad tendrá que darle su sello y presencia. Las nuevas fábricas de artes y oficios deben convocar a muchos promotores de la cultura a compartir sus expectativas con miles de mujeres, hombres y niños que viven en las periferias de la ciudad. Seguiremos con la política de construir nuevos destinos dentro de una centralizada ciudad, fundando puertos de entrada y salida de iniciativas y emociones, terminales nerviosas de la sociedad capitalina, para mirar hacia adentro, pero también para revisarse y construirse, debemos hacer de esos espacios un nuevo motivo para seguir transformando nuestra capital.

LA CONSTRUCCION DE otros faros no es más que un triunfo simbólico de todos quienes seguimos creyendo en la utopía que dicta que la cultura transforma a los seres humanos, que una idea reinterpretada mil veces por una comunidad es un misil de anhelos renovados, un triunfo de quienes creemos que el encuentro con otros nos hace fuertes y nos alimenta; de quienes creemos que no existimos sin la existencia de todos, que no somos nada si no sabemos de dónde venimos y para dónde vamos. Es una victoria de quienes todavía le atribuimos poderes mágicos a la palabra y a la imaginación, aquellos que le otorgamos poder transformador a la pintura y a la escultura, de todos quienes creemos que un libro y una causa son la mejor forma de resistir la adversidad.

*Director de la Fábrica de Artes y Oficios Faro de Oriente y de Tláhuac.

 
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