Usted está aquí: lunes 12 de junio de 2006 Deportes El Tri se repuso de un titubeante primer tiempo y venció a Irán

Al final del partido Oswaldo Sánchez cayó de hinojos y dedicó la victoria a su padre

El Tri se repuso de un titubeante primer tiempo y venció a Irán

Bravo fue la figura del equipo con dos anotaciones y Sinha selló el triunfo

Unos 25 mil mexicanos acudieron a presenciar el cotejo y entonaron el Himno Nacional

Borgetti salió lesionado

AGENCIAS

Ampliar la imagen Los tricolores felicitan efusivamente a Omar Bravo (abajo), tras anotar el segundo gol que dio respiro al conjunto mexicano y a la afición Foto: Ap

Nuremberg, 11 de junio. Oswaldo Sánchez cayó de hinojos, agradecido elevó los brazos al cielo para dedicar la victoria a su padre, y luego vino la catarsis, el llanto tranquilo. Emotivos abrazos recibió el portero de sus compañeros. Algunos, como Sinha, primer jugador naturalizado en anotar un gol para México, tampoco contuvieron las lágrimas tras la victoria de 3-1 sobre Irán.

Omar Bravo fue la figura en la sufrida victoria del Tricolor que se sobrepuso a un titubeante y nivelado primer tiempo.

El delantero oriundo de Los Mochis anotó dos goles en los minutos 28 y 76, mientras Antonio Naelson, creativo del Toluca, selló la victoria al 79. Yahya Golmohammadi había igualado (1-1) al 36, luego de un error de Oswaldo.

El Frankestadion parecía el mismo Azteca, invadido por unos 25 mil aficionados mexicanos ataviados de vistosos penachos, sombreros del Pique y su infaltable playera verde.

Todos entonaron en forma vibrante el Himno Nacional, pero el detalle de solidaridad y fair play estuvo del lado de los iraníes que entregaron un ramo de flores al portero mexicano, en señal de duelo por el reciente fallecimiento de su papá, Felipe Sánchez.

Los iraníes atacaron primero

El equipo iraní fue el primero en generar dos importantes llegadas. La primera opción fue a través de un veloz desborde por derecha y en la segunda obligó a Oswaldo a un atinado desvío hacia la izquierda.

Fue hasta el minuto 28 cuando Pável Pardo cobró una falta, centró hacia Guillermo Franco quien cabeceó mal, pero le salió pase hacia un atento Bravo que frente al segundo poste sólo tuvo que dar dirección a la pelota con suave toque del pie derecho, para el 1-0.

El conjunto asiático también aprovechó una jugada a balón parado para emparejar los cartones. Fue en un tiro de esquina al minuto 35 cuando Sánchez tuvo un grave error; el esférico quedó a la deriva y Golmohammadi decretó el 1-1.

Para el complemento el seleccionador Ricardo La Volpe sacó a Guillermo Franco y al amonestado Gerardo Torrado para ingresar a Sinha y Luis Pérez, mediocampistas naturales con tendencia ofensiva.

La situación del Tri se complicó con la lesión en la parte posterior del muslo izquierdo de Jared Borgetti, lo que obligó al tercer relevo y entró Francisco Fonseca.

Bravo fue un baluarte al frente por su entrega, pujanza y extraordinaria movilidad, pero inclusive el capitán Rafael Márquez sorprendió con una buena incursión, al minuto 57, donde Golmohammadi pareció faulearlo dentro del área. Sin embargo, el silbante italiano Roberto Rossetti no marcó la pena máxima.

México encimó a su rival y el timonel Branko Ivankovic comenzó a echar mano de sus hombres de banca, pero durante varios minutos los tricolores apelaron a infructuosos centros al área que invariablemente eran rechazados por los espigados árabes.

Los iraníes hilvanaron garrafales yerros que derivaron en el segundo tanto para México. Primero, el portero Ebrahim Mirzapour hizo un mal despeje, el zaguero Rahman Rezaei fue despojado por Sinha, quien centró para Bravo, el guardameta Mirzapour se resbaló y no logró atajar el tiro cruzado que le recetó el sinaloense.

La moral de los asiáticos se vino abajo y Naelson se encargó de dar la estocada mortal. Arrancó a velocidad por el centro, trianguló con Mario Méndez y el habilidoso y diminuto Sinha, de apenas 1.65 metros, pegó gran salto para cabecear con buena técnica y colocar el balón a la derecha de Mirzapour.

En las tribunas los cantos y gritos festivos de los mexicanos resultaron contagiosos para los sorprendidos alemanes, mientras Oswaldo gritaba a sus coequiperos: "¡Vamos por mi papá güeyes. Va por él!"

 
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