Usted está aquí: martes 13 de junio de 2006 Opinión De las campañas de miedo al futbol

Marco Rascón

De las campañas de miedo al futbol

El sueño de los mexicanos no está puesto en el 2 de julio, sino en el 9, día en que las televisoras decidieron que la esperanza, la gran unidad y el humanismo mexicano están contenidos en una camiseta verde, tras un balón.

La selección de los intereses de siempre ha generado una nueva "unidad nacional", dejando patente que mientras la política "divide", ella une, demostrando que no hay que pensar, sólo sentir, y que la tarea de los mexicanos es dejarse llevar por lo que dicte el corazón tricolor, enfundado en la verde. El Mundial será la anestesia mientras ellos operan, cortan y suturan el sistema político y hacen cambio de lengua, no de cerebro. Y es que mientras la política ofrece, el futbol vende; mientras la política se carga al erario, según el pensamiento reaccionario, el futbol hace mercado y permite olvidar las penas, la incertidumbre y la angustia.

Tras el resultado del domingo contra Irán, ¿quiénes son esos que se hacen llamar PRD, PAN o PRI, Alternativa o Alianza?, ¡unos pobres equipos locales! ¿Quién es ese Madrazo, López Obrador o Calderón si no fueron al Mundial? Desde el viernes entraron al olvido y se quedaron como Cuauhtémoc Blanco: avasallados y ninguneados por el gran torrente guiado por los locutores al grito de ¡goooool!

Detrás de 11 muchachos, convertidos en vanguardia ética de los mexicanos en un acto ridículo y grotesco, los candidatos pretenden subirse y recibir del futbol un poco de credibilidad, pues el balompié une lo que ellos dividen.

Si en la política los locutores hacen esfuerzos por ser "imparciales", en la narrativa futbolera no hay límites para la parcialidad. Durante el partido inaugural entre Costa Rica y Alemania, los locutores y comentaristas de Televisa no pudieron ocultar su germanofilia. Los vimos y oímos guardando silencio con estupor ante los goles ticos y su eficacia, pues Costa Rica sólo tiró tres veces a la portería germana y dos fueron goles. ¿No es eso eficiencia ante el equipo alemán que de 50 tiros sólo hizo cuatro goles? ¿Qué hubieran dicho esos mismos comentaristas y loros si México empata con Alemania en un Mundial durante un partido inaugural? De la misma manera se mostraron ante el juego de Polonia y de Inglaterra y construyeron un resultado a partir de sus propios comentarios.

Hay algo que la televisión establece: si es por la "unidad nacional" futbolera, la parcialidad es válida y para ello se recurre al sentimentalismo, las frustraciones y el aplastamiento de los mexicanos en la vida real. Los locutores son la sustitución masiva de la intelectualidad y el razonamiento. Por eso, el verdadero sueño mexicano de las televisoras y la oligarquía radica en "ganar el Mundial", para que todos despertemos el próximo 10 de julio con nuevo presidente y otros seis años de más de lo mismo.

Lo que antes se manipulaba desde el poder absoluto presidencial, bajo el régimen de partido de Estado, hoy lo manejan los intereses económicos privados a través de los grandes medios de comunicación. El futbol como fenómeno de masas ha dejado de ser un simple juego y se ha convertido en una herramienta para tejer estados de ánimo, generar amnesia, anestesiar la conciencia y aplastar la memoria, así que la coincidencia del Mundial con el calendario electoral ha sido una bendición.

Al parejo de las campañas, los medios y patrocinadores fueron construyendo, desde un año antes, lo que sería este momento. Cientos de horas en radio y televisión acompañaron las noticias de los escándalos y la nota roja y ahora están cerrando la pinza con el primer resultado del equipo mexicano contra Irán, imponiendo de tajo el cierre electoral.

Ante la debilidad de la política, van los candidatos arrastrados, llenando sus discursos de alusiones futboleras, pretendiendo montarse sobre el nuevo entusiasmo que llena los cafés, oficinas y la calle, sustituyendo la diatriba entre salvadores de la patria y su lucha de espots, complots y escándalos. Hoy día el único coordinador de campaña con legitimidad es Ricardo La Volpe.

En su debilidad, desgaste y desesperación ante la pérdida de reflectores y su desgaste, los partidos y la propaganda electoral pretenden meterse a la cancha y ser parte del equipo: de la selección de Televisa. Es una crisis de protagonismo.

Dado el giro que han tomado los acontecimientos pocos días antes de las elecciones, lo que se venía diciendo sobre el voto del miedo, la represión y los escándalos, ha sido sustituido por la esperanza de "ganar el Mundial". ¿Se imaginan el estado de ánimo de aquí al viernes contra Angola y la semana próxima contra Portugal? ¿Quién recordará los pormenores del debate, que sin duda fue la despedida de las elecciones y referente para las nuevas encuestas?

Ante la futbolización de las campañas electorales, la oligarquía, patrocinadores y televisoras van a decidir a quién benefician e incorporan a su unidad nacional en torno al balón. No es casual que conviertan las porras futboleras en el panismo que llegó al Angel en 2000. ¿Casualidad o planificación mediática de escenarios y cálculo?

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