Usted está aquí: jueves 15 de junio de 2006 Opinión Oaxaca: la muralla autoritaria

Luis Hernández Navarro

Oaxaca: la muralla autoritaria

Ampliar la imagen Uno de los heridos durante el desalojo del Centro Histórico de Oaxaca ordenado por el gobernador del estado, Ulises Ruiz FOTOEzequiel Leyva

Fue Roberto Madrazo quien dio el banderazo de salida para la represión. El movimiento magisterial oaxaqueño, afirmó el pasado 7 de junio, "es un proceso alimentado de manera artificial", que "huele a perfume de mujer". Una semana después, su cancerbero Ulises Ruiz sacó a los perros a la calle para, a la voz de "pártanle la madre a todos", gasear y golpear maestros.

La insinuación del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) es inequívoca: el paro de los mentores es una acción ilegítima propiciada por Elba Esther Gordillo. El mensaje del gobernador de Oaxaca a los de arriba es clara: el tricolor es el partido del orden.

Curiosa ironía la del magisterio oaxaqueño. Todas y cada una de las movilizaciones de base que han protagonizado desde hace 26 años han sido "explicadas" no como un ejercicio autónomo extremo ante la muralla autoritaria, sino como resultado de las pugnas del poder en la cúspide. Hasta el año pasado sus protestas eran -según varios analistas- manipulaciones perversas de los mandatarios oaxaqueños en turno en contra de la maestra. Hoy, en cambio, dicen, son jugarretas de la profesora Gordillo contra el abanderado priísta.

Nada más alejado de la realidad. El paro magisterial oaxaqueño es un movimiento legítimo que busca la solución de un pliego petitorio y la satisfacción de una demanda central: la rezonificación por vida cara. El costo de la vida en Oaxaca se ha incrementado dramáticamente, en parte por la presencia del turismo. Por la vía de la rezonificación los maestros de la entidad piden un incremento en el salario que palie los efectos del aumento en la canasta básica. Esa demanda fue enarbolada desde 1979 por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en algunos estados.

Su movilización arranca en una fecha simbólica y tradicional: 15 de mayo, Día del Maestro. Así lo han hecho desde hace años. Trata de utilizar, como lo ha hecho en cada sucesión presidencial, la coyuntura electoral para aumentar su capacidad de presión.

La protesta se radicalizó ante la cerrazón de las autoridades estatales. En lugar de sentarse a negociar, el gobernador amenazó a los maestros, primero, y mandó después a sus policías a desalojar por la fuerza a los mentores acampados en el centro de la ciudad de Oaxaca. En lugar de buscar canales de solución, el gobierno federal se desentendió del conflicto y dijo que era un asunto local en el que no tenía injerencia.

Una parte importante de la sociedad oaxaqueña se ha solidarizado con los maestros. El movimiento se ha convertido en el punto donde se concentran muchas de las contradicciones sociales en el estado. El gremio magisterial es la única fuerza social democrática con presencia en todo el territorio. Es la única organización capaz de hacer sentir de manera coordinada y simultánea su peso político en todos los municipios de la entidad.

Oaxaca es un estado lleno de problemas sociales. Centro turístico y de servicios, sus enclaves están rodeados por villas de miseria sostenidas por las remesas de los trabajadores migrantes. En su territorio están a la orden del día luchas por la tierra, enfrentamientos con los caciques y los coyotes, disputas por los ayuntamientos, reivindicaciones étnicas, acciones por mejores precios para los productos del campo y resistencia al autoritarismo estatal. La violencia política contra los disidentes está a la orden del día. No es inusual que en esos movimientos participen maestros. Más aún, muchos de ellos han sido organizados y dirigidos por mentores.

Los profesores oaxaqueños laboran en condiciones precarias, con muy pocos recursos pedagógicos. Sus alumnos llegan a las escuelas sin un bocado en el estómago y deben abandonar los cursos para ayudar a sus familias en las labores del campo. No son pocos quienes apenas conocen a sus padres, porque han emigrado a Estados Unidos. Las aulas están pésimamente equipadas. Y para llegar a las comunidades donde laboran deben invertir horas y dinero en trasladarse por caminos que sólo existen en los informes oficiales.

Esta explosiva situación política se polarizó aún más a raíz de las pasadas elecciones para gobernador. Gabino Cué, apoyado por el ex gobernador Diódoro Carrasco y una coalición de la mayoría de los partidos de oposición, enfrentó a Ulises Ruiz, uno de los principales operadores de Roberto Madrazo. El apretado triunfo del abanderado del PRI fue severamente cuestionado por los seguidores de Cué, quienes denunciaron un enorme fraude en su contra. La imposición se consumó, pero los agravios sobrevivieron. La coyuntura se enturbió aún más a raíz de la ruptura del gobernador Ruiz con su antecesor José Murat.

Oaxaca es clave en la estrategia presidencial de Madrazo. Es uno sus pocos graneros electorales. Allí sigue vigente la compra y coacción del voto. No en balde Ulises Ruiz ofreció al tabasqueño un millón de votos. La movilización magisterial y su amenaza de boicotear las elecciones ponen en jaque las maniobras del PRI.

Los maestros oaxaqueños desterraron al charrismo sindical de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) desde el primero de mayo de 1980. Ese día, durante la celebración del Día del Trabajo, se detonó un movimiento depurador que continúa vivo hasta nuestros días. Los profesores oaxaqueños tienen una experiencia de lucha ininterrumpida de 26 años. En ese tiempo han sido asesinados varios de sus dirigentes, se ha tratado de imponerles representantes, se les ha perseguido, se ha bloqueado la gestión de su mesa directiva, pero todo ha sido en vano. Han sobrevivido a cinco presidentes de la República, varios gobernadores y a los cacicazgos sindicales de Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo. Su cohesión sindical les ha permitido enfrentar con éxito todos los intentos que desde el poder se han hecho para dividirlos.

En Oaxaca, los maestros han vuelto a estrellarse contra los muros del autoritarismo estatal. Ahora, de la misma manera en la que ayer nos enseñaron a leer y escribir, nos dan una firme lección de dignidad.

 
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