Usted está aquí: jueves 15 de junio de 2006 Opinión Palos de ciego

Adolfo Sánchez Rebolledo

Palos de ciego

De nombre largo y alcances cortos, el acuerdo suscrito el martes por todos los partidos, excepción hecha de Nueva Alianza, llega cuando la contienda electoral ya ha rebasado -y con mucho- toda idea de civilidad. Cierto es que a nadie hace daño la reiteración de la ley, pero en las circunstancias actuales tal invocación parece un exorcismo, más bien tardío, contra fantasmas que ahora nadie sabe cómo conjurar. Después de tantos años, resulta penoso que los partidos tengan que suscribir un acuerdo especial para respetar las reglas de la competencia y los resultados de las elecciones del 2 de julio, como si la ley no fuera suficiente y las autoridades electorales tampoco. También se reclama al Presidente de la República y al resto de las autoridades estatales, municipales y jefes delegaciones que se abstengan de toda actuación a favor o en contra de los candidatos, lo cual ya está previsto por la ley y las violaciones al precepto se hallan expresamente sancionadas por el Código Penal.

Todo ocurre con lentitud pasmosa, como si la Suprema Corte de Justicia de la Nación no se hubiera tomado la molestia de frenar el activismo presidencial. La novedad es que se pide al Presidente no declarar el día de la elección antes de que el Instituto Federal Electoral (IFE) ofrezca sus resultados, con el fin de no dar un albazo antes de que se cuenten todos los votos.

El punto más debatido y confuso del acuerdo es el que se refiere a la solicitud de que se efectúe una auditoría para comprobar si el padrón y el Programa de Resultados Preliminares y el conteo rápido son confiables. La inclusión de esta exigencia va a contrapelo de las decisiones de los partidos en el seno del IFE, pues trata de dar marcha atrás a un acuerdo fundamental para la buena marcha del proceso electoral.

Como ha recordado recientemente la ex consejera Jacqueline Peschard, el padrón "sometido a las auditorías solicitadas por los propios partidos fue declarado válido y definitivo el pasado 15 de mayo por el Consejo General del IFE en el que están representados todos los partidos políticos. Además, dicha declaración no fue impugnada ante el Tribunal Electoral, por lo que es ya un acto de autoridad definitivo e inatacable", El Universal, 10/6/06.

Sin embargo, la intervención del consejero presidente tomó rumbos distintos y se mostró dispuesto a definir los alcances de dicha "auditoría" bajo otros supuestos: "El IFE encomendará a un tercero independiente la revisión administrativa y contable de los contratos celebrados por el Instituto desde 1996, en torno al padrón electoral'', según registra Alonso Urrutia en su crónica de la firma (La Jornada, 13/6/06). En otras palabras, a la solicitud de verificar el padrón se responde con la promesa de investigar la probable participación de la empresa Hildebrando y otras. Todo se instrumentaliza.

El gran acuerdo pensado como una vía para introducir algunos elementos de racionalidad en una contienda que se despeña sin remedio, los partidos demostraron que no son serios. Ni siquiera en el acto de la firma pudieron alzar la mira y pensar con responsabilidad, dejando por un momento los ataques placeros. Pero no les da para tanto, por lo visto.

En fin, lo que pudo ser un momento de inflexión en el curso desgastante de las campañas, una llamada de atención para impedir que la propaganda negativa acabe hundiéndonos en un mar de excrecencias, se quedó en mera gesticulación. Sólo alguien como Vicente Fox podría decir: "Bienvenida esta iniciativa de los partidos, que seguramente va a propiciar un clima de tolerancia, de entendimiento y de tranquilidad en el país, y seguramente también será garantía para que el resultado expresado en las urnas por la ciudadanía el próximo 2 de julio sea universalmente aceptado". Debe ser por el futbol.

 
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