Usted está aquí: domingo 25 de junio de 2006 Opinión De hombres y bestias

Leonardo García Tsao

De hombres y bestias

Ampliar la imagen Fotograma del documental El hombre oso

Dado que algunos clásicos de Werner Herzog -Fata Morgana, por ejemplo- ocupan el terreno medio entre el documental y la ficción, no debe extrañar que sus mejores creaciones recientes sean documentales construidos alrededor de personajes, como el actor Klaus Kinski, que parecerían inventados por una mente excéntrica. En ese sentido, Timothy Treadwell, El hombre oso titular, se integra a la galería herzoguiana de locos iluminados que se apartan de la sociedad para crear su propia utopía.

Treadwell había pasado largas temporadas en Alaska dedicado al estudio del oso pardo -grizzly, para los pochos- y su supuesta protección; Herzog ha construido la película a partir del pietaje grabado en video por el improvisado investigador antes de morir devorado por su obsesionante objeto de estudio. El cineasta alemán muestra los patéticos acercamientos del hombre a los animales -Treadwell les pone apodos cursis, como Mr. Chocolate, se extasía al hallar el mojón de una osa- y recoge las reacciones post-mortem de sus conocidos y gente del lugar. El personaje carece de la pureza de un Gaspar Hauser, pero es similarmente cándido en cuanto a su lugar en el mundo. Vaya, ni su sexualidad es una categoría segura.

El enfoque de Herzog, aunque compasivo con semejante pobre diablo, no pierde de vista la dura realidad del asunto. Por mucho que se le idealice, la naturaleza sigue su transcurso cruel y despiadado. De manera irónica, Treadwell consiguió una especie de sublimación: integrarse a un oso por la vía digestiva; sin embargo, el realizador señala el fracaso final de su causa sin sentido: los animales nunca mostraron reconocerlo ni le prestaron atención fuera de su relativo potencial alimenticio.

Una relación más fructífera entre hombre y bestia es examinada en La historia del camello que llora, de Byambasuren Davaa y Luigi Falorni, la cual se sitúa en el seno de una familia nomádica en el desierto de Mongolia. A la manera de Robert Flaherty, los realizadores conducen una puesta en escena con sus sujetos, de tal manera que hablan entre ellos y nunca reconocen la presencia de la cámara. Sólo la mención de la necesidad de unas pilas eléctricas y una posterior visita a un centro comercial nos informan que el asunto es contemporáneo, porque en cuanto a la vida cotidiana, los mongoles siguen usos y costumbres milenarios; lo cual incluye un trato simbiótico con los camellos, animales fundamentales en tanto proporcionan transporte, lana y alimento.

Filmado por Davaa y Falorni como un proyecto televisivo para la escuela de Munich, donde ambos estudiaban, con un límite de 10 horas de pietaje en Súper de 16 milímetros, el documental encuentra su emotivo clímax -y razón de ser- en la captura de la instancia mágica descrita por el título. Que, al parecer, un camello se conmueva hasta las lágrimas por una música ritual y acepte amamantar a su cría, es un reto a cualquier noción científica y confirma la fuerza de la creencia mitológica. Sin ese elemento dramático, La historia del camello que llora hubiera sido un correcto trabajo etnográfico, digno de cualquier canal de televisión cultural. El privilegio de haber registrado ese momento, lo sitúa en la dimensión de lo memorable.

Ambos documentales se han estrenado por mera casualidad esta semana -no vayan a creer que rige un criterio de coherencia temática en la cartelera- y, obviamente, son parte de la estrategia de mandar al matadero lo que no se considera comercial mientras acaba el Mundial de Alemania, y de paso a los blockbusters hollywoodenses del verano. Quienes se quejan de la escasez de estrenos interesantes deben aprovechar las circunstancias.

La historia del camello que llora

(Die Geschichte vom weinenden Kamel)

D y G: Byambasuren Davaa, Luigi Falorni/ F. en C: Luigi Falorni/ M: Marcel Leniz/ Ed: Anja Pohl/ Janchiv Ayurzana, Chimed Ohin, Amgaabazar Gonson, Zeveljamz Nyam/ P: HFF Munich, Bayerischer Rundfunk. Alemania, 2003.

El hombre oso

(Grizzly man)

D y G: Werner Herzog/ F. en C: Peter Zeitlinger/ M: Richard Thompson/ Ed: Joe Bini/ Con: Werner Herzog, Timothy Treadwell, Amie Huguenard, Warren Queeney, Willy Fulton/ P: Lions Gate Films - Discovery Docs, Real Big Prod. EU-Canadá, 2005.

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