Usted está aquí: miércoles 28 de junio de 2006 Mundo Bush lanza batalla contra el NYT por dar a conocer programa de espionaje

Publicarlo "hace más difícil ganar la guerra contra el terror", afirma el mandatario

Bush lanza batalla contra el NYT por dar a conocer programa de espionaje

Legisladores piden iniciar investigación penal contra el rotativo por violar leyes en la materia

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 27 de junio. Cuando el presidente George W. Bush decidió condenar al New York Times por revelar la existencia de un programa secreto comenzó otra batalla más en la guerra histórica entre el poder Ejecutivo y la libertad de expresión en este país.

Uno de los gobiernos más secretos en la historia del país enfrenta ahora a uno de los medios más poderosos de Estados Unidos, en una confrontación que a un nivel es una disputa constitucional, y en otro es parte de una estrategia político-electoral.

Bush declaró ayer, en tono agresivo: "que la gente filtre ese programa y que un rotativo lo publique hace gran daño a Estados Unidos", y añadió que "hace más difícil ganar la guerra contra el terror".

El 23 de junio pasado el Times publicó un reportaje en el que divulga la existencia de un programa secreto del gobierno de Bush para penetrar y monitorear el sistema bancario internacional con el propósito, supuestamente, de detectar traslados de fondos entre potenciales "terroristas".

El diario informó que el programa comenzó semanas después de los atentados del 11 de septiembre, y la operación coordinada por la CIA y el Departamento de Tesoro revisa la documentación financiera de transacciones bancarias internacionales de miles de estadunidenses.

Según la nota, funcionarios insistieron en que el programa se limita a aquellos sospechosos de tener vínculos con Al Qaeda, y esta operación, aseguraron, es legal bajo los poderes de emergencia del presidente a partir de los atentados.

El hecho de que todo esto sea realizado sin previa autorización judicial específica, como tampoco autorización legislativa explícita, provocó que algunos funcionarios del gobierno se preocuparan de la posibilidad de abuso y legalidad del esfuerzo, aparentemente llevando a que filtraran detalles de éste a los medios.

Aunque el Wall Street Journal, Los Angeles Times y el Washington Post también publicaron versiones sobre esta nota, el gobierno de Bush y sus aliados han decidido enfocarse en el New York Times en esta ofensiva, ya que fue el primero.

La revelación del programa, según Bush y sus colegas, ayuda al "enemigo" ya que divulga las herramientas que se emplean en la llamada "guerra contra el terror". El vicepresidente Dick Cheney denunció la publicación de la información, declarando que "algunos de los medios noticiosos deciden divulgar programas vitales de seguridad nacional... Eso me ofende".

El secretario del Tesoro, John Snow, repudió la justificación del Times para publicar la nota. Mientras tanto, el vocero de la Casa Blanca, Tony Snow, acusó al Times de poner en peligro las vidas de estadunidenses y violar las tradiciones periodísticas de mantener secretos oficiales durante tiempos de guerra.

Varios legisladores republicanos también denunciaron el hecho. El representante Peter King, presidente del Comité de Seguridad Interna, declaró que el Departamento de Justicia debe iniciar una investigación criminal contra el New York Times por violar leyes sobre espionaje. "Estamos en guerra, y que el Times difunda información sobre operaciones y métodos secretos es traicionero", y por lo tanto pidió al procurador general, Alberto Gonzales, iniciar una investigación y fiscalización del Times, incluyendo sus reporteros, editores y los dueños.

Hoy un grupo de legisladores empezó a circular una carta entre sus colegas para solicitar formalmente al presidente de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, revoque las credenciales de prensa en el Congreso del New York Times. En la misiva, copia de la cual fue obtenida por La Jornada, se acusa que el Times "abusó" de su derecho constitucional de la libre expresión, ya que estos "son tiempos de guerra, cuando las vidas de millones de estadunidenses están en juego", y que el propósito real del periódico al publicar la información fue "para la más cínica de las razones: acabar la participación estadunidense en Irak, sin importar los costos a largo plazo en vidas y seguridad nacional".

El editor ejecutivo del Times, Bill Keller, tomó la inusual decisión de publicar en su rotativo una carta abierta a sus lectores sobre estas críticas. Al señalar que los fundadores del país enfatizaron la necesidad de un prensa independiente como un ingrediente esencial de la democracia,"rechazaron la idea de que es sabio, o patriótico, siempre aceptar la palabra del presidente, o ceder al gobierno decisiones importantes sobre qué publicar".

Desde el 11 de septiembre de 2001, indicó, "nuestro gobierno ha lanzado programas de monitoreo antiterrorismo amplios y secretos, sin buscar la legislación para autorizarlo y sin informar plenamente al Congreso". Agregó que a aunque una mayoría de estadunidenses parece apoyar estos programas, algunos funcionarios han expresado sus dudas sobre la legalidad de los mismos. "Creemos que el Times y otros en la prensa han servido al interés público al reportar con precisión sobre estos programas para que el público pueda tener una perspectiva informada sobre ellos".

Pero para algunos, lo más preocupante de la carta de Keller fue su revelación de que el Times había sostenido varios intercambios durante semanas con representantes del gobierno de Bush. Matthew Rothschild, editor de la revista The Progressive, escribió: "el presidente no merece una silla en las reuniones editoriales del The New York Times -o de cualquier periódico. No es su lugar. Es el comandante en jefe, no el editor en jefe". Agregó: "es para nosotros, los reporteros y editores, decidir qué es noticioso, no a la rama del gobierno que supuestamente estamos cubriendo".

A la vez, la decisión de la Casa Blanca y sus aliados de atacar al Times y otros medios en esta coyuntura no sorprende a muchos en Washington, ya que parte de la estrategia del Partido Republicano en este año de elecciones legislativas es precisamente atacar a los medios, acusándolos de ser parte del esfuerzo para minar la guerra en Irak. O sea, proyectar que los medios están ofreciendo una visión poca objetiva de la realidad bélica, ya que no es que las cosas estén tan mal en Irak y otros frentes, sino que los medios están distorsionando todo. Es la vieja táctica de "matar al mensajero".

Para otros, el embate contra los medios de uno de los gobiernos más secretos en la memoria reciente no es nada menos que otro ataque contra los derechos constitucionales de una Casa Blanca que ha insistido en que los "tiempos de guerra" justifican el empleo de poderes extraordinarios del Ejecutivo.

Aparentemente, éstos incluyen intervenciones secretas de comunicaciones, detenciones de miles sin otorgar derechos legales básicos, cárceles clandestinas, interrogatorios con técnicas que grupos de derechos humanos consideran tortura, y medidas de espionaje interno sin previa autorización judicial ni supervisión legislativa, todo lo cual ha sido justificado invariablemente como necesario en nombre de la "seguridad nacional".

La historia de este país está repleta de capítulos donde los medios y la libre expresión de repente son acusados de ser amenaza a la seguridad del país. Casi sin excepción, esto ocurre en momentos en que se revelan, critican o se oponen a la versión oficial de las cosas. Al parecer, esta batalla continuará ahora, y aún no se sabe quién ganará.

 
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