Usted está aquí: sábado 1 de julio de 2006 Política Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez

Alerta roja y resistencia

La realidad, chiapas. En esta comunidad de la selva lacandona no hay ambiente electoral ni futbolero. Lo que hay son cerca de dos meses de alerta roja, organización y resistencia de un pueblo en rebeldía. El caracol Madre de los Caracoles del Mar de Nuestros Sueños, espacio político cultural que alberga a la junta de buen gobierno Hacia la Esperanza luce vacío, con el pasto crecido y las puertas de las oficinas autónomas cerradas.

Desde el pasado 3 de mayo, a raíz del ataque brutal perpetrado contra el pueblo de San Salvador Atenco, todo el territorio zapatista permanece en alerta. Sus pueblos, corazón y columna vertebral de la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, se encuentran en calma pero listos para cualquier eventualidad. Aquí se respira la lucha cotidiana, la que no tiene horarios, la de miles de hombres y mujeres que desde hace más de 20 años apostaron todo a la organización para gritar el ¡Ya basta! que se hizo público aquella madrugada de 1994.

En el sureste mexicano sigue habiendo una guerra (y los más de 70 agrupamientos del Ejército federal en los altos, norte y selva lo constatan), sólo que una de las partes, la zapatista, ha decidido caminarla buscando vías pacíficas sin claudicar en sus demandas. Después de empujar la autonomía de facto con notables avances en salud y educación, entre otros, los zapatistas convocaron a la conformación de un espacio nacional de izquierda y anticapitalista denominado la otra campaña.

Antes de la alerta roja, en un recorrido por diversos pueblos de la selva se constató, además de la organización, el entusiasmo que esta iniciativa política provoca en los indígenas zapatistas. La estación rebelde Radio Insurgente transmitía todo el día noticias y programas especiales sobre el recorrido de la otra por el México profundo, se proyectaban videos de las luchas de otros pueblos, se elaboraban periódicos murales en las comunidades más remotas, como en Nuevo Limar, en Montes Azules, adonde se llega después de dos días de camino en lancha, caballo y a pie. Se respiraba, y se respira, el origen y motor de esa iniciativa política, que si bien enfrenta retos y dificultades, representa la única alternativa para cambiar este país desde abajo.

Lo dijeron en 1994, lo repitieron en 2000 y seis años más tarde siguen fieles a sus principios: "El tiempo electoral no es el tiempo de los zapatistas. No sólo por nuestro sin rostro y nuestra resistencia armada. También, y sobre todo, por nuestro afán en encontrar una nueva forma de hacer política que poco o nada tiene que ver con la actual. Queremos encontrar una política que vaya de abajo hacia arriba, una en la que el 'mandar obedeciendo' sea más que una consigna". (Comunicado del EZLN del 19 de junio de 2000).

Hoy, como hace 6 y 12 años, los zapatistas no están solos en su empeño. Miles de personas de todo el país los acompañan, pero, como ellos mismos han explicado, ya no sólo de manera solidaria, sino también organizada. Ese nosotr@s, aunque se construye con algunos dolores y sinsabores, seguirá dando lecciones de dignidad y coherencia.

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