Usted está aquí: lunes 3 de julio de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Urgente cambiar de a deveras

El pingüe negocio de la democracia blanquiazul

Un riesgo, retornar a la trampa-rencia4

La siguiente tarea será, sin duda, arrebatar a quienes por momentos hicieron zozobrar la elección, el poder que les da este tipo de democracia, en la que la ciudadanía sólo participa, se vuelve importante el día de la votación, y por ese voto pierde toda posibilidad de decidir en la vida del país.

Claro que nos referimos a las encuestadoras y a los medios electrónicos que las usaron siempre para cumplir con un fin que no era el de informar a la gente. Las reformas a las leyes que toquen estos asuntos son urgentes, necesarias.

Durante el proceso electoral que culminó ayer, el país entero fue testigo de los millones y millones de pesos dilapidados en una carrera angustiada, presionada, en los diferentes shows montados en radio y televisión.

¿Qué tanto se logró, a partir del bombardeo mediático, modificar o vencer las decisiones de muchas personas?, difícilmente lo sabremos, pero que han influido, sería absurdo negarlo, por eso es necesario buscar y hallar, de inmediato, las formas más sensatas, con mayor consenso, para darles un margen legal por donde puedan transitar sin dañar a la población.

Poblaciones como la del Distrito Federal, plural, inmensa, da idea clara de su vocación política y rechaza, tal vez por que tiene frente a sus ojos el beneficio de un gobierno que pensó primero en la gente que en los salarios de sus funcionarios o en los negocios para sus familiares, los videopanfletos y las estridencias de las chachalacas.

Y es que la derrota más grande que sufrió el partido de los azules fue la de la participación en las urnas de millones y millones de mexicanos, a quienes trataron de atemorizar para evitar el voto.

Esa derrota, innegable, no quiere decir que la tendencia del voto no se hubiera torcido, no quiere decir que los mensajes dañinos no hubieran hecho efecto entre el electorado.

Así, las lecciones de esta carrera por la Presidencia de la República demuestra que en los primeros años de eso que se ha dado en llamar "democracia", que se inició hace ya casi seis años, hay una gran cantidad de preguntas sin respuesta.

Una de ellas, la más importante, punza en la conciencia de muchos: ¿para ser presidente de México se debe, necesariamente, inequívocamente, trasladar el dinero de los contribuyentes a los medios electrónicos, a las televisoras, principalmente por medio de espots presionados por encuestas, en la mayor parte de las veces, amañadas?

Algo tiene que cambiar. Todo en este sentido debe cambiar, pero no será desde las esferas de los que viven de los cargos públicos, desde donde provenga el cambio, por eso hoy es el momento de la gente. Para que el voto valga, para que valgan los ciudadanos, es necesario que alguien se preocupe por ellos.

Y además, y por sobre todas las cosas, hay que cambiar al IFE. Desterrar todas las dudas, es decir, renunciar a todos los miembros del consejo, para luego cambiar sus leyes, eso es urgente.

Por lo pronto la ciudad de México, la más importante del país, decidió seguir caminando por la izquierda. Marcelo Ebrard transitó hacia el triunfo por un expedito y claro segundo piso.

El PRD ganó todo en la ALDF, continúa, al parecer, con 13 de las 16 delegaciones y también triunfó en la carrera por la Presidencia de la República.

Según el IFE, en la presidencial no hay un ganador claro y se abrió un peligroso compás de espera que lo mismo puede servir de espacio de negociación para evitar la salida traumática de Fox y el PAN de Los Pinos, que como detonador de los ánimos muy electrizados de la población polarizada.

Volver a un escenario parecido al de 1988, retornar a los tiempos de la trampa-rencia, que parecía superada, será matar incluso esta mal hecha y mal parida democracia. Ya veremos.

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