Usted está aquí: lunes 10 de julio de 2006 Opinión México SA

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Carlos Fernández-Vega

Relaciones Exteriores no frena a los ''felicitadores''

El canciller Derbez considera que se trata de un ''asunto entre particulares''

Ampliar la imagen El canciller Luis Ernesto Derbez FOTOJoséAntonioLópez

En medio del despiste que en algunos ha provocado el proceso electoral que vive el país, algunos gobiernos extranjeros se han apresurado -por decirlo suave- en sus "felicitaciones" y "salutaciones" a Felipe Calderón y su medio punto porcentual, situación que le falta el respeto a los tiempos establecidos por la ley mexicana, al tiempo que en nada contribuye a enfriar el caldero político.

Llegado el caso, tales gobiernos podrían argumentar "desorientación" y que debido a ella se equivocaron de hora y se apresuraron al enviar bombones de chocolate en forma de corazón. Algo similar sucedió en noviembre de 2000, cuando presurosamente George W. Bush (uno de los que rápidamente "felicitaron" y "saludaron" a Feliproa) se auto proclamó presidente electo de Estados Unidos, olvidando su cochinero electoral, y el descarado fraude cometido en contra de Al Gore.

Revisando la prensa de aquellos días se pueden leer las "felicitaciones" que jefes de Estado y de gobiernos europeos, asiáticos y latinoamericanos rápidamente enviaron a baby Bush, mismas que ocultaron bajo el colchón cuando comenzó a documentarse el escandaloso fraude cometido por la pandilla Enron, el cual colocó a Estados Unidos al borde del colapso político. Bush no sólo fue nombrado presidente constitucional (y las "felicitaciones" salieron del colchón), sino que repite en el puesto. Aún así, no pierde su ilegitimidad. Si en ese entonces el Departamento de Estado, como institución gubernamental, no llamó a la prudencia a esos jefes de Estado y de gobierno, muy su problema.

Sin embargo, para el caso mexicano que nos ocupa se supone que la Secretaría de Relaciones Exteriores -con el siempre hábil Luis Ernesto Derbez en la silla principal- de inmediato tendría que haber hecho un pronunciamiento público -ese llamado a la prudencia-, invitando a los gobiernos "felicitadores" a que se abstengan de emitir tales muestras de cariño hasta que sea el momento legal de hacerlo, y exigido el respeto irrestricto a las leyes mexicanas, toda vez que de acuerdo con ellas el proceso electoral no ha concluido, la autoridad competente no se ha pronunciado y, por lo mismo, aún no hay presidente electo.

Así tendría que actuar la Secretaría de Relaciones Exteriores, informando detalladamente a la comunidad de naciones en qué momento se encuentra el proceso electoral mexicano -para evitar la inoportuna llegada de bombones de chocolate en forma de corazón-, cuándo concluye, a partir de qué hora se reciben "felicitaciones" y "salutaciones" y a quién hay que enviarlas.

Ese sería el proceder correcto, institucional, de la otrora augusta Secretaría de Relaciones Exteriores, pero todo indica que también en este delicado caso el canciller Derbez -y el gobierno del "cambio" atrás de él- considera que se trata de "un asunto entre particulares", o que los bombones, las "felicitaciones" y las "salutaciones" recibidas son "de goma" y no "de plástico".

Se supone, también, que el presidente Vicente Fox habría enmudecido durante la temporada electoral (por lo demás, un milagro largamente esperado por los mexicanos, y que, llegado el caso, el inquilino de Los Pinos podría presumir tal acción -esa sí- como un logro real, tangible de su administración), pero obvio es que a él y a la Martita se le quemaban las habas por echar el telefonazo, y a Calderón por hacerlo público (como si eso sirviera para legitimarlo). Total, qué más da una llamadita telefónica adicional, si todo el mundo sabe que el mandatario es el jefe de campaña del Chapelen (cortesía de Julio Hernández y su Astillero).

Ya en esta línea de las suposiciones, Felipe Calderón anda ofreciendo chamba a un supuesto "destructor" del país, a "un peligro para México", al tiempo que promueve -según dice- "la conciliación de todos los mexicanos" y "la integración de un gobierno de unidad nacional".

Anda el Felipillo de ofrecido y apagador de fuegos por él encendidos, cuando por medio de su propaganda política -facciosa, sucia y negra como sus "manos limpias"- la única convocatoria real que hizo a lo largo de seis meses fue la de "unamos fuerzas para romperle la madre al Peje", sin mediar "conciliación" alguna. Todo el aparato de Estado para apuntalar al supuesto "conciliador". Pero que no se equivoque: aunque ahora pretenda vestirse de seda, Chapelen se queda.

Ya encarrerados, se supone que el secretario de Comunicaciones y Transportes, Pedro Cerisola, debe ocuparse de la dependencia pública que dice encabezar, abstenerse de utilizar los recursos públicos para favorecer las ambiciones de Felipe Calderón y no dedicar su posición para la compra-venta de favores del Feliproa, como en caso del gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores -de la generación de políticos prianistas-, que se vende al mejor postor.

Y allí va la líder con su paragüas, corrompiendo hasta las enaguas. "Aquí estamos haciendo la chamba", se oye a Elba Esther en cordial plática sobre Felipillo con el Geñito Hernández Flores, quien sumisamente dice a todo "sí, maestra".

Las rebanadas del pastel:

¿Algún día despertarán la narcoléptica Fepade y su supuesta titular, María de los Angeles Fromow?

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