Usted está aquí: viernes 14 de julio de 2006 Opinión Elba Esther: adiós al PRI

Luis Hernández Navarro

Elba Esther: adiós al PRI

Ahogado el niño se tapa el pozo. La hoja de la guillotina partidista cayó sobre el cuello de Elba Esther Gordillo. Un poco tarde, la maestra fue expulsada de las filas de Partido Revolucionario Institucional (PRI). El tricolor tuvo el peor desempeño electoral de su historia y la profesora tiene mucha responsabilidad en ello.

Los gobernadores de Nuevo León, Chihuahua y el estado de México abogaron por ella. Los de Sonora, Durango, Coahuila y Colima amenazaron con irse si se le echaba.

Sin embargo, pragmáticos como son, se quedarán dentro para negociar la presidencia del instituto político para Enrique Jackson. La influencia de la maestra en el Instituto Federal Electoral (IFE) es notable. Luis Carlos Ugalde y cuatro integrantes más le deben el puesto. Y como sólo ella lo sabe hacer, amarró su lealtad convenientemente. La parcialidad con la que el instituto se desempeñó durante los comicios no le es ajena.

Ella fue clave en lograr el apoyo de los gobernadores del PRI del norte del país para Felipe Calderón. La grabación de su charla telefónica con el mandatario de Tamaulipas, Eugenio Hernández, dada a conocer el pasado sábado, es solo un pequeño botón de muestra de la labor que hizo contra su partido y en favor del fraude.

Elba Esther está ahora embarcada en cobrar la factura por su apoyo al Partido Acción Nacional (PAN). Quiere cinco posiciones dentro del próximo gobierno. Busca que Tomás Ruiz se haga cargo de la Secretaría de Hacienda y Miguel Angel Yunes de la Procuraduría General de la República. Quiere que Benjamín González Roaro sea el titular de la Secretaría de Educación Pública. Reclama mantener a Enrique Moreno Cueto al frente del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y colocar a Francisco Yánez como responsable del Fovissste.

La profesora Gordillo necesita no sólo influencia dentro de lo que ella supone será la nueva administración, sino impunidad para sí misma y para los suyos. Como lo han demostrado diversos reportajes publicados en La Jornada, una investigación seria sobre los proyectos de vivienda impulsados por el sindicato magisterial dejaría muy mal parados a algunos de sus principales colaboradores. La pretensión de reformar la Ley de ISSSTE, que han impulsado personajes muy cercanos a ella, no es ajena a la urgencia por cubrir con un manto protector los hoyos financieros de una gestión claramente cuestionada.

La maestra cuenta con parque suficiente para disparar a mansalva en respuesta a su expulsión. Controla entre 10 y 12 delegados del PRI en los estados, presidentes de comités estatales y dirigentes de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). En el corto plazo no se puede descartar la renuncia más o menos ruidosa de ellos al partido. Desde las oficinas del ISSSTE ha montado un aparato de seguridad e inteligencia a su servicio exclusivo, capaz de surtir a los medios de comunicación de información privilegiada sobre personajes clave del instituto político para la guerra de lodo que se avecina.

La salida del PRI podrá meter en aprietos a Elba Esther, pero no la deja manca. Le resta margen de maniobra, pero está muy lejos de condenarla a la marginalidad. El poder de su nómina se deja sentir en todos los institutos políticos. Su influencia legislativa será notable. El Partido Nueva Alianza (Panal) obtendrá nueve diputaciones de mayoría relativa y una senaduría. Mónica Arriola, la hija de la maestra con el actual secretario de Finanzas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), ocupará una curul. Su delfín, Benjamín González, será diputado por el PAN, y Rafael Moreno Valle senador por Puebla con los blanquiazules. A ellos hay que sumar las posiciones que obtuvo dentro de las listas del PRI y sus aliados en el resto de los partidos.

Las próximas cámaras de Diputados y de Senadores no tendrán una mayoría clara. La fuerzas políticas que la integran están sumamente fragmentadas. En esas circunstancias, una fracción cohesionada como la de la maestra tendrá un juego privilegiado a la hora de aprobar nuevas leyes y presupuestos.

En el último de los casos, la profesora Gordillo puede replegarse al SNTE y, desde allí, negociar la agenda educativa. Aunque la maestra asegura que la educación pública debe ser laica y gratuita, no ha tenido empacho alguno para deslizar la agenda confesional de sus aliados panistas dentro del magisterio. Al igual que lo hizo con la descentralización educativa cuando fue designada por Salinas de Gortari jefa del sindicato magisterial, su rechazo original se convirtió en una claudicación sin condiciones; ahora maniobra para limar el filo liberal del artículo tercero constitucional.

Elba Esther Gordillo deja el PRI como traidora. No hay novedad en ello. La felonía ha sido una constante en su carrera política; gracias a ella ha ascendido hasta la colina en la que hoy se encuentra. Comenzó traicionando al movimiento sindical independiente con el que incursionó en la vida gremial en Ciudad Netzahualcóyotl, a comienzos de la década de los setenta. Continuó su carrera clavándole un puñal en la espalda a Carlos Jonguitud Barrios, su protector e impulsor. Ingratamente, le dio la espalda a quienes, marginada de la política institucional, la rehabilitaron en 1989. Y terminó traicionando a su partido. Traición es su sello de origen, su trayectoria, su destino.

La maestra recibió una lección: fue expulsada del PRI. Toca ahora a los maestros del país darle otra: decirle adiós del sindicato que dirige ilegal e ilegítimamente.

 
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