Usted está aquí: sábado 15 de julio de 2006 Espectáculos RUTA SONORA

RUTA SONORA

Patricia Peñaloza

Syd Barrett. 1946-2006 (I)

Ampliar la imagen El legado que Roger Keith Barrett aportó al rock del siglo XX ha sido de los más significativos, pero también minimizado. Arriba, Syd y su característica cabellera enmarañada

EL 7 DE julio, el mancillado cuerpo que contenía el cerebro dislocado y la tristeza enigmática de Syd Barrett , conocido ambiguamente como el "fundador de Pink Floyd ", terminó de reunirse con esa otra parte de su mente, la cual había comenzado a escaparse de la supuesta coherencia de este mundo alrededor de 1967. Los reportes médicos indican que padecía diabetes, pero sus fuentes más cercanas aseguran que dejó de existir a causa de un cáncer de páncreas, lo cual no sería raro, pues su padre murió también de cáncer. Lo que los reportes tampoco recuerdan del todo, es su legado, la importancia de su mito sobre el orbe musical.

Cubos de azúcar

EN EL VERANO de 1965, los mozuelos Ian Moore y Nigel Gordon ofrecieron una gran fiesta en un jardín cercano a un bosque de los suburbios de Cambridge, Inglaterra. Estaban muy entusiasmados porque por fin iban probar la droga sensación; para ingerirla, generosas dosis de LSD-25 puro, en líquido, eran vertidas sobre pequeños cubos de azúcar. Cuando arribó Roger Keith Barrett , ya entonces conocido como Syd , cuyo padre había fallecido cuatro años antes, un mes antes de que el recién llegado cumpliera 16, no dudaron en invitarle de su nueva golosina: "siempre lucía encerrado y obsesionado en sí mismo, ansioso y tenso, así que pensamos que sería buena idea", diría Gordon muchos años después. El chamaco líder, popular, de habitual sonrisa, ojos grandes y expresivos, pelo hirsuto y amables modos, no sabía que esas primeras 12 horas de coloridas percepciones, entre árboles, frutas y personajes de su infancia, marcarían para siempre su brillante pero a la vez fatídico destino: el de uno de los músicos más significativos, pero también minimizado, del rock del siglo XX.

INDEPENDIENTEMENTE DEL HECHO hoy sobrentendido, de que el poder infiltraba las drogas "expansivas" para engatusar a las lozanas generaciones de los años 60, como joven inquieto y creador de su tiempo, a Barrett le habría sido prácticamente imposible abstraerse de dicha experiencia, tal y como no lo evitaron los más renombrados artistas y músicos de su época. Lo desafortunado es que, siendo la mente de Syd un amasijo de ansiedades y obsesivas preguntas sin respuesta; casi un niño jugando con fuego, poseedor de una innata psique dañada, habría de encontrar en el LSD su aparente libertad hacia una deslumbrante percepción que lo llevó a crear, antes que nadie, sonoridades que marcarían un sello indeleble: un precedente que a la par de muy pocas agrupaciones (además de la que él bautizó y diseñó, Pink Floyd), cambió el rumbo de la música pop, y que hoy día sigue influenciando y maravillando hasta a los más morros.

Mesías sicodélico

PARA MUESTRA, ESTE botón. Antes de que esta banda interpretara Insterestellar overdrive, incluida luego en su primer larga duración, el asombroso The piper at the gates of dawn ("El flautista en los umbrales del amanecer", agosto de 1967, icono de la sicodelia británica), y de sus exitosos sencillos previos, Arnold Layne y See Emily Play (inicios de 1967), pocos habían jugado con el feedback del modo en que él lo hacía; pocos habían hecho de la guitarra eléctrica más que un instrumento de notas y acordes definidos, una fuente de ambientaciones y desquiciados paisajes sonoros. Dice quien fue el primer manager de Pink Floyd, Andrew King : "Interstellar overdrive buscaba ser la réplica sonora de un viaje de LSD; dislocada y confusa, abandonaba las estructuras convencionales de la música. Quizá sólo The Who había incurrido en esa búsqueda, pero no de esta manera. Lo que sí es que para cuando ya la tocaban en vivo, en abril de 1966, el B-side sicodélico Rain, de The Beatles , aún no aparecía, y faltaban cuatro meses para que saliera Revolver ... Syd llegó a ese sonido tras escuchar en vivo, bajo LSD, El Mesías de Haendel; influenciado también por la forma libre de tocar de John Coltrane , Barrett buscó recrear la belleza que sintió en ese 'viaje'. Syd le dio a la guitarra un sonido enteramente nuevo: capas de ruido, slides muy particulares, ecos profusos... algo equivalente a la pintura expresionista: espontánea, colorida, primaria". Asimismo, denota qué papel jugaba en la banda, al lado de Roger Waters : "Por un lado, Barrett era el estudiante de arte, de mente abierta, que clamaba 'no hay reglas'; por el otro, Waters era el precavido, ordenado y estructurado estudiante de arquitectura. De ser por Syd, no habría dejado de tocar una misma secuencia de acordes toda una noche; Roger ponía a los temas los límites y dinámicas para que sobre ellos pudiera correr libre Syd".

LA PARTE TRISTE es que el abuso en el consumo de aquello que le diera luz inspiradora, fue también su oscuridad. "Syd consumía drogas a carretadas", diría alguna vez el segundo miembro en importancia de Pink Floyd, David Gilmour . Y es que si por un lado la falta de precedentes musicales le hizo pionero al abordar estos sonidos, sin ser tampoco un guitarrista de excepción (por supuesto, el one and only era Jimi Hendrix ), la historia también carecía de precedentes impactantes en cuanto al consumo de este alucinógeno, que muy pronto comenzó a desconectar los cables elementales de la mente y el comportamiento de Barrett. Si bien su vestimenta colorida, así como sus imágenes sonoras y líricas, retrataban un delicioso coctel de imaginerías fantásticas y mitológicas, también llevaban el sello clásico de la esquizofrenia adolorida.

(Continuará).

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