Usted está aquí: domingo 16 de julio de 2006 Opinión Las preocupaciones del embajador estadunidense en Irak

Immanuel Wallerstein

Las preocupaciones del embajador estadunidense en Irak

El gobierno estadunidense intenta mostrar una fachada de valentía en torno a Irak. Por lo regular alega hacer progresos en sus objetivos. La reciente publicación en la prensa de un memorándum enviado el 6 de junio por el embajador estadunidense Zalmay Khalilzad al secretario de Estado, muestra que la discusión interna es mucho más pesimista. El documento relata los múltiples y crecientes problemas del personal iraquí que labora para el gobierno de Estados Unidos en la ultra protegida Zona Verde. No es una historia feliz. El personal iraquí se queja, dice Khalilzad, de que "los grupos islamitas y/o de las milicias han venido afectando negativamente su rutina diaria".

Las empleadas están a sometidas a gran presión para que usen lo que se llama una vestimenta modesta, algunas veces a un mayor extremo del que se requiere en Irán. Una de ellas informa que el taxista que la lleva diario a su trabajo no la deja subir al auto a menos que lleve la cabeza cubierta". Además de las múltiples presiones relativas al vestido (para los hombres igual, pues no se les permite usar pantalón corto), los empleados se quejan de la diaria falta de energía en sus apartamentos, y de tener que invertir 12 horas en sábado haciendo filas para obtener gas.

La situación se ha vuelto tan riesgosa para los empleados que han tenido que ocultar su empleo de todo mundo, incluidas sus familias. No utilizan celular fuera de la Zona Verde, ni lo cargan con ellos, porque constituye una riesgosa revelación involuntaria, especialmente para las mujeres. En casa, sólo contestan el teléfono en árabe aunque los llamen de la embajada. Como resultado, la embajada ha dejado de llamarlos porque esto revela su "cobertura". Tampoco pueden usarse empleados iraquíes para traducir si las cámaras de la prensa están presentes.

Para entrar a la Zona Verde, los empleados deben pasar por puestos de revisión. Desde abril, los guardias iraquíes de esos puestos de revisión son más "tipo milicianos" y "burlones". Una empleada le pidió a la embajada que le proporcionara credencial de prensa en vez de un pase para empleados, para que los guardias no proclamaran públicamente su estatus, con su pase en la mano, a los presentes. "Esa información es una sentencia de muerte si la escucha la gente incorrecta."

No sufren estos problemas únicamente quienes viven en los distritos más pobres. También afectan a los llamados distritos "de más nivel" de Bagdad, el más próximo de los cuales se ha vuelto un "barrio fantasma irreconocible" por el temor de salir a la calle y por la emigración creciente de la clase media iraquí. Los empleados informan que su seguridad depende de sus relaciones con lo que, en los hechos, son gobiernos del vecindario, donde "incluso los mukhtars locales han sido desplazados o cooptados por las milicias". Un efecto es que "la gente ya no confía en sus vecinos".

A su vez, la embajada estadunidense ya no está segura de confiar en sus aprensivos empleados iraquíes. "Abrigamos el temor de que puedan exagerar lo que ocurre o encaminarnos mediante noticias que se apegan a su propia visión del mundo". Esto ha provocado que su sitio de trabajo sea disfuncional. El embajador considera necesario informar que el editor de un diario árabe mantiene el punto de vista de que "se lleva a cabo... una limpieza étnica en casi todas las provincias iraquíes".

Sin embargo, el más extraordinario segmento del cable requiere que lo reproduzcamos completo: "A últimas fechas, hemos comenzado a hacer pedazos los documentos impresos que muestren los apellidos del personal local. En marzo, algunos cuantos miembros del personal se acercaron a preguntarnos qué medidas tomaríamos respecto a ellos en el caso de que evacuáramos". ¿Hacer pedazos documentos? ¿Si Estados Unidos evacua? es obvio que los empleados iraquíes recuerdan lo ocurrido en Saigón en 1975, cuando los empleados vietnamitas de la embajada estadunidense y las fuerzas armadas se peleaban por subir a los helicópteros que partían. ¿Acaso estamos llegando a ese punto? Pareciera que algunos empleados de la embajada estadunidense en Bagdad lo piensan así, y el embajador estadunidense lo informa a Washington.

Traducción: Ramón Vera Herrera

© Immanuel Wallerstein

 
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