Usted está aquí: viernes 21 de julio de 2006 Política Elecciones y migración

Ana María Aragonés

Elecciones y migración

Para conocer al triunfador de la elección todavía falta la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y será hasta entonces cuando podamos saber quién será el próximo presidente de México. Por eso es absolutamente ilegal que Felipe Calderón ya se asuma como tal y además pretenda que, después de la terrible campaña de mentiras y de miedo lanzada contra Andrés Manuel López Obrador, "aquí no ha pasado nada y tiendo mi mano a mi contrincante". Es por supuesto un discurso que desde ahora marca cuál va a ser el camino del futuro gobierno en el caso de que llegara a la Presidencia, es decir, el doble lenguaje que resulta punto menos que incongruente cuando por un lado planteaba un posible gobierno de coalición mientras ha insistido una y otra vez que López Obrador es un peligro para México.

Pero para el futuro de la migración de trabajadores que se desplaza día con día al país del norte porque no hay forma de vivir decentemente en México, Calderón sí supondría un peligro, pues, como se sabe, sería el hombre de la continuidad. Es muy importante destacar que los flujos migratorios para el año 2000 disminuyeron de 750 mil a 600 mil. Esto se debió, además de la disminución del factor atracción por parte de Estados Unidos, a la enorme expectativa que produjo el llamado "gobierno del cambio". Lamentablemente muy pronto las propuestas de Vicente Fox en relación con la creación de empleos, apoyos al campo y a la inversión interna, así como a los changarros, se quedaron en agua de borrajas, y por eso la migración se reactivó de inmediato, de tal suerte que para 2002 los flujos volvieron a incrementarse a 750 mil.

En el gobierno de Fox el desempleo no sólo no pudo ser abatido, sino que aquellos empleos que se generaron fueron de tal mala calidad que no tuvieron la capacidad de absorber a la población. Sin alternativas, los trabajadores tuvieron que migrar y se dispararon como nunca antes los desplazamientos de los indocumentados, con todas las perversiones que esto supone para nuestros connacionales.

Calderón se ha hecho llamar "el candidato del empleo", propuesta vacía que no tiene sustento, ya que la estrategia planteada para lograrlo es la entrada de mayor inversión extranjera, y la historia del país desde la firma del TLCAN, que puso el énfasis en el mismo sector, ha demostrado su enorme falacia con sus muy pobres resultados en la generación de empleos, no sólo por los enormes candados que únicamente benefician a las trasnacionales, sino porque viene articulada a tecnología que desplaza fuerza de trabajo. Calderón es claramente el candidato de la continuidad que va a favorecer a las grandes trasnacionales, a los grandes empresarios que se ven beneficiados con una política de exenciones fiscales, todo ello sin posibilidades de atacar el gran problema de la pobreza.

Planteamiento distinto es el que ha propuesto Andrés Manuel López Obrador en el sentido de favorecer, en primer término, a la industria doméstica, y al mismo tiempo apoyar al sector educativo, a la ciencia y a la tecnología para lograr un desarrollo nacional, base para revertir la tendencia migratoria.

Sin embargo, la moneda sigue en el aire, y sea Calderón o López Obrador quien asuma la Presidencia es un hecho que la sociedad mexicana del nuevo siglo es diferente y que se comportará a la altura de los retos, exigiendo y luchando para enfrentar lo que nos ha quedado claro a todos en estas elecciones: la enorme polarización económica y social en México no puede ni debe continuar. A nadie conviene, y menos a los migrantes que esperan fincar sus vidas en nuestro país.

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