Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de julio de 2006 Num: 594


Portada
Presentación
Bazar de asombros
A favor de un recuento voto por voto
Dos notas sobre Picasso
y el cubismo

TOMÁS LLORENS
Los libros y el siglo de Picasso
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
Algo sobre Picasso
ODYSSEAS ELYTIS
El alquimista de historias
ADRIANA CORTÉS COLOFÓN Entrevista con CÉSAR AIRA
Picasso y la obra de arte desconocida
RAFAEL ARGULLOL
Al vuelo
ROGELIO GUEDEA
Mentiras transparentes
FELIPE GARRIDO

Columnas:
Y Ahora Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Danza
MANUEL STEPHENS

Tetraedro
JORGE MOCH

Crónica
Reseña de Leo Mendoza sobre Una teología para el futbol


Directorio
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LUIS TOVAR
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DEL TERROR AL SUSPENSO AL TERROR

En efecto, tal como se dijo aquí hace ocho días, el proceso electoral en el que estamos inmersos podría ser materia para una película de terror. O para varias, aunque eso sí, definitivamente malas. Así sería si, como quieren algunos, todo quedara en un mero remake de aquel terriblemente célebre 1988, cuando nuestra sociedad sufrió la frustración cardenista, consistente no sólo en el infame y concertacesiónico levantamiento de brazo que el Matapapas, Castillo Peraza y demás panistas tuvieron a mal concederle al inefable Innombrable, sino también, y especialmente, nutrida por la claudicación a cargo del protagonista de aquella historia --un señor de profesión ingeniero, que actualmente cobra en el gobierno federal como presidente de una comisión de largo nombre y corta relevancia--, que a la vuelta de los años de duración de este muy largometraje pasó de ser el héroe indiscutido a ser sólo uno de tantos villanos, en una trama abundante en ellos. En todo caso, el Inge demostró, sin asomo de dudas, haberle quedado chico a la película… y sobre todo al público.

SUSPENSO NO HITCHOCKIANO

Acierta Gerardo Salcedo cuando me dice que si a géneros vamos, ésta definitivamente sería, además de terror, una película de suspenso. Queda por averiguar si suspenso del bueno, en la línea de Hitchcock, o del malo, en la línea del peor Wes Craven, por mencionar alguno de los incontestablemente malos. No conoceremos el desenlace sino hasta el 6 de septiembre, y a más de un mes de que esa fecha nos alcance, las especulaciones acerca de aquello que los guionistas tienen para nosotros nos ha puesto no sólo al filo de la butaca, para decirlo clásicamente, sino imaginando todo tipo de escenarios. Pocas veces una película ha depositado tanta responsabilidad en quien escribe la historia y no en quien la dirige; tal vez ahora sea así debido a la curiosa razón de que este filme, sencillamente, no tiene director visible… Como sea, los guionistas son siete, están agrupados bajo las siglas TEPJF –Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación-, se les conoce como magistrados, en estos días han recibido y están trabajando con el material base de la historia, al mismo tiempo que, como suele suceder en infinidad de cintas, con toda seguridad están siendo blanco de una cantidad incalculable de presiones de quienes se sienten, como cualquier productor de ésos acostumbrados a mandar y a creer que los demás sólo tienen la obediencia como opción, con el derecho de quitar, poner y decidir de qué va la historia, cómo hay que contarla y qué final le conviene –al productor, claro está, que para él no hay historia ni público posibles que estén por encima de lo que él, sapientísimo, está seguro de que es lo que la película requiere y el público pide.

EL FINAL Y LOS FINALES

Empero, por lo que puede colegirse a partir de la irrupción de un público que no sólo se quiere sino también se sabe y se asume como el verdadero protagonista, ese final no será decidido exclusivamente por el grupo de los siete guionistas. A estas alturas es clarísimo que tampoco lo será por ese integrante del reparto –un señor chaparrito, pelón, de lentes, según palabras de su representante-, que tuvo a su cargo la escena según ellos gloriosa pero en realidad bastante patética del albazo mediático del "ya gané", seguida del "no me chantajeen" cuando millón y pico de personas le exigieron que acepte contar bien los votos sin escudarse en pretextos legaloides y frasecitas entre huecas y cursis tipo "se gana en las urnas y no en las calles", y salpicada permanentemente con la continuación de ese discurso insidioso según el cual él y sólo él quiere un país "en paz", dando por sentado que el resto de los habitantes de este país, por el mero hecho de no estar de acuerdo en su postura cerril de negarse a validar un triunfo tan o más cuestionado que el de su antecesor directo –otro chaparro y pelón, pero sin lentes–; por ese mero hecho, digo, resulta que quienes no estamos con él somos de todo: violentos, renegados, aintiinstitucionales, chantajistas, peligrosos… En esa línea descalificadora, están a muy poco de sostener la colección racista completa, en virtud de la cual también seríamos nacos, indios, mugrosos, pelados, ignorantes, chusma, gleba…

Lo más curioso del asunto es que supuesto muchacho-chicho-de-la-película-gacha dice haber ganado, pero no puede abandonar un discurso de candidato y peor, de candidato derrotado. Extraña mezcla de miscast y parlamentos inadecuados para un personaje que le queda muy, pero muy grande.