Usted está aquí: domingo 30 de julio de 2006 Opinión ¿Y ahora, qué?

Guillermo Almeyra

¿Y ahora, qué?

Felipe Calderón fue impuesto a fuerza de millones y de violaciones constantes a la ley. Si le dan la Presidencia, porque para eso hicieron el fraude y han previsto las reacciones al mismo y están dispuestos a aguantarlas, sería no solamente ilegítimo sino también ilegal. Carente de consenso, no podrá ni siquiera mantener los raquíticos espacios democráticos arrancados desde 1988 por la presión de masas.

Calderón, además del apoyo de los poderes fácticos, cuenta a su favor con el conservadurismo de la mayoría del cuerpo social, porque si se suma la abstención de más de 55 por ciento de los electores al hecho de que casi 60 por ciento del restante 45 por ciento votó PRI-PAN, tenemos que cerca de 80 por ciento del cuerpo electoral adoptó una posición conservadora, y que un sector casi tan numeroso como el que sufragó a favor de AMLO votó incluso por un candidato de extrema derecha declarada. Además, contar con algo menos de 40 por ciento en las urnas no significa que esa misma cantidad de gente esté dispuesta a ocupar las calles en todo el país. Sobre todo cuando la izquierda social está desorganizada, parcialmente dividida, no tiene expresión política, objetivo ni programa.

En efecto, la inmensa mayoría de la izquierda social que votó por AMLO, duplicando los votos tradicionales del PRD, lo hizo porque esperaba cambiar al país con sus sufragios y espera todavía hacer cumplir las leyes electorales. Una muy pequeña minoría, sobre todo estudiantil, que apoyó a la otra campaña (OC), cayó en una política abstencionista que no dio frutos. Los planteamientos de Marcos de que todos los partidos eran iguales pero, además, AMLO era "el huevo de la serpiente" y "nos iba a partir la madre", no lograron cambiar el resultado electoral en los sectores populares, incluidos aquellos que participaban en la otra campaña (los que se oponen a La Parota, por ejemplo, declararon que votarían por AMLO, al igual que los maestros de Oaxaca o la Ucizoni) pero, en cambio, separó y opuso ante la inmensa mayoría de la izquierda social a los simpatizantes de la OC y debilitó al propio EZLN. La declaración de alerta roja, por ejemplo, paralizó el funcionamiento de los avances autonómicos en Chiapas, o sea, la base social del EZLN y mantuvo alejado a Marcos de ésta, precisamente cuando un gobierno de la ultraderecha pone en peligro las zonas zapatistas y al propio EZLN. El sectarismo (confundir a los obreros con los charros de sus respectivos sindicatos y a los votantes y bases del PRD con la dirección corrupta y salinista de ese partido) tuvo como principal daño el haber impedido que un grupo heterogéneo y dividido de revolucionarios se ligase con los trabajadores; haberlos confundido y desarmado, y no haber hecho ningún aporte para la comprensión de los problemas fundamentales del país y para fijar objetivos de lucha claros, inmediatos y mediatos, en la vía de la construcción, con los movimientos sociales, de lazos y de un programa.

La crisis de la OC será por eso paralela a la de los partidos. Porque la imposición de un gobierno de la ultraderecha unirá detrás de ésta a la mayoría del PAN y del PRI y, provocando una aguda crisis en este último y en el propio PRD, llevará a la formación de una especie de "partido" de centroizquierda sobre la base de un sector del PRD y otro, minoritario, del PRI. La dirección del PRD seguramente tratará de negociar una convivencia con un gobierno panista fraudulento, débil y, además, represivo, y se asustará ante las posibles consecuencias de las manifestaciones contra el fraude y de las que las seguirán, pero por otros objetivos. Quizás AMLO, por su parte, inclusive construya otro partido en el caso de una ruptura del PRD resultante de las diversas posiciones frente al gobierno panpriísta. En todo caso, de la resistencia actual contra el fraude podrían salir puntos de apoyo para construir otro tipo de resistencia, social y no sólo electoral. O sea, luchas campesinas por dar solución a los problemas del campo, luchas estudiantiles contra los inevitables ataques contra la enseñanza pública y la cultura, luchas populares y barriales en defensa de la democracia y por la libertad de los presos y el castigo a los represores de Atenco, luchas obreras por la independencia de los sindicatos frente al Estado y en defensa de la Ley Federal del Trabajo que un gobierno de derecha tratará de anular.

Una parte importante de esas luchas, casi inevitablemente, será la defensa de los Caracoles, Marez y del propio EZLN ante la inevitable decisión del gobierno de centroderecha de demostrar su poder contra ellos en Chiapas. Es lamentable en este sentido la declaración del EZLN sobre la nueva reunión Intergaláctica, que ni menciona la autonomía y la autogestión ni tiene en cuenta el panorama y los tiempos poselectorales.

México se ha latinoamericanizado y en escala mundial estamos en plena guerra de Bush, que prepara un ataque contra Siria e Irán en la vía de su confrontación futura con China, y estamos ante crecientes dificultades de la economía estadunidense que pondrán en riesgo la magnitud de las remesas de los migrantes mexicanos y hasta la de los flujos migratorios. No "mirar hacia Bolivia" ni mirar hacia el mundo no sólo es autismo político sino que daña profundamente la construcción de una conciencia anticapitalista entre quienes siguen a la OC o entre los militantes más decididos del pueblo mexicano que tratarán de superar a la dirección del PRD en los próximos meses. No es posible ser anticapitalista sin ser internacionalista. No es posible ser socialista siendo sectarios o demostrando desprecio por las ideas.

 
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