Usted está aquí: lunes 31 de julio de 2006 Política Carnaval de símbolos desde la fuente de la Diana hasta el Hemiciclo a Juárez

Performances, marionetas, playeras y pancartas para llegar a la cita con el presijente

Carnaval de símbolos desde la fuente de la Diana hasta el Hemiciclo a Juárez

Todos los asambleístas tenían algo que expresar en defensa del recuento de votos

ROSA ELVIRA VARGAS

Ampliar la imagen Asistentes a la tercera asamblea informativa del candidato de la coalicion Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador Foto: José Carlo González

Ampliar la imagen Asistentes a la tercera asamblea informativa del candidato de la coalicion Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador Foto: José Carlo González

Para hacerse presente, individualmente o por grupo, la gente que acudió ayer a la tercera asamblea informativa recurrió a todo: desde acarrear cerditos en un corral para simbolizar el "cochinero de la elección" hasta hacer la réplica exacta de un sepelio -incluso con plañideras- para enterrar a la "niña democracia", muerte de la cual, rezaba el epitafio, "su padrino Cuauhtémoc Cárdenas se arrepiente".

Y en materia de consignas, tampoco se vieron tímidos. La del día: "¡Señora Hinojosa, por qué parió esa cosa!"

Entre la fuente de la Diana Cazadora, en Paseo de la Reforma, y el Hemiciclo a Juárez, en la Alameda Central, la fraternidad espontánea ni siquiera se rompió cuando la macropantalla instalada en El Caballito, en el cruce de Reforma, Rosales y avenida Juárez, chafeó y las bocinas reproducían con volumen bajísimo. Entre la venta de todo lo imaginable, no faltaban tampoco "¡las pejetortas!"

Todo era chunga, algarabía, carnaval. Las más estrambóticas escenificaciones, performances y carros alegóricos; las cartulinas hechas a mano con consignas pensadas y repensadas -"¡Limpiar el voto electoral de materia FeCal!"-; la gama inabarcable de leyendas en las playeras, donde ayer apareció una nueva, negra, con letras y la imagen del candidato panista, Felipe Calderón, en blanco: "No será mi presidente".

Y a lo largo de Reforma, 60 grupos de sonideros, aquellos que cada ocho días amenizan la alegría de los pueblos y las colonias del Distrito Federal, ponían a bailar a la gente y anunciaban su adhesión a la lucha del "voto por voto, casilla por casilla", como no se cansaba de repetir la multitud.

Cada cual, pues, quería mostrar lo suyo. Unos, sus marionetas en forma de zopilotes con cabeza de Calderón, el presidente Vicente Fox y Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE; otros, con pancartas donde caricaturizaban como payasos a los locutores de Televisa; también, aquellos venidos desde Veracruz -de Tlacotalpan a Coatzacoalcos- con sus jaranas y coplas para López Obrador; o el par de viejos cómicos que solos, desde una sencilla tarima, con la cara pintada y ropas de colores, recitaban coplas al Peje.

En ésas y otras muestras de ingeniosa adhesión, sus autores supieron siempre que no podrían -ni lo intentaron- llegar al Zócalo. No les importaba si, cuando mucho, se quedaban cerca del Hemiciclo a Juárez, el Caballito, la Diana, el Angel de la Independencia o en los monumentos a Colón o Cuauhtémoc. Estaban ahí, y eso era suficiente.

Entonces, con la vieja escuela de su sindicalismo, los meseros de Donceles 28 (cuna de la CROC y de casi todos sus líderes) se dieron cita con sus pendones en la fuente de la Diana. Eran 5 mil, presumió su dirigente Miguel Angel Luna; muchos tenían cara de desvelo, porque apenas unas horas antes habían salido del trabajo.

Se formaban a unos metros de donde, en el suelo, se desplegaba el gigantesco listón tricolor que en forma del moño distintivo de este movimiento civil fue llevado en hombros a lo largo del recorrido.

También acudieron muchos empleados del Instituto Mexicano del Seguro Social, telefonistas, tranviarios, las redes de universitarios (de la UNAM, la UAM y de la Autónoma de la Ciudad de México) y las organizaciones vecinales de cada delegación.

Grupos de cuates que estuvieron pensando cómo distinguirse, incluso para el efecto práctico de no perderse entre la muchedumbre. Unos, por ejemplo, se pintaron la cara de rojo y se plantaron cuernos de diablo con un escudo del PAN en la ropa. O aquellas mujeres que se improvisaron un elemental huipil de manta al que por único adorno pintaron una franja tricolor.

Impactaba la cantidad de familias con sus hijos, incluso de brazos, caminando de lo más divertidos; y aquellas otras que llevaban perros ataviados, al igual que sus dueños, con playeras amarillas.

Casi para entrar en la avenida Juárez, otro grupo no parecía resentir las 36 horas que les llevó viajar en tres autobuses desde Tijuana, y más atrás, los trabajadores de limpia pública blandían sus campanas y también tocaba sus valses la orquesta Jabalí, de Oaxaca. Cuando finalmente la descubierta pasó a las 12:45 frente al Hemiciclo a Juárez, los contingentes fueron buscando su lugar en las inmediaciones de Juárez y Reforma, donde se habían instalado las pantallas de televisión, para seguir el mitin en el Zócalo.

La transmisión en esa zona fue muy defectuosa. Pero cuando López Obrador tomó la palabra se hizo el silencio. Y lo coreaban. Aprobaban sus propuestas como si lo tuvieran enfrente. Respondían "¡sí!" y le gritaban hasta la saciedad: "¡No estás solo!", cuando así lo marcaba el discurso de quien ellos bautizaron su presijente.

 
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