Usted está aquí: viernes 4 de agosto de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Otra aportación del "cambio": la banca chatarra

Población de bajos recursos, la víctima

Agio espeluznante

Las rebanadas del pastel:

Lejos de poner en orden a la usura institucionalizada que algunos todavía llaman sistema bancario "nacional", las autoridades financieras promueven el concepto de banca chatarra en el país, cuyo único objetivo es financiar -con tasas de agio- el consumo en sus propios establecimientos y manejar pequeñas, e incluso micro cuentas de ahorro de la población de escasos recursos.

México tiene una banca -la que se conoce como tal- que no financia el desarrollo nacional, pero está presta para meterle el diente a cualquier negocio que, sin riesgo alguno, le deje multimillonarias ganancias rápidas, siempre con el manejo del dinero de terceros. Rápida como saeta, esa banca (en realidad cinco instituciones, de las que sólo una se mantiene bajo dominio de mexicanos) le entró al negocio de las remesas enviadas por la paisanada, e incluso adquirió instituciones financieras en Estados Unidos -principalmente en la frontera sur- para incrementar aún más el margen de ganancia.

Lo anterior, asociado a la especulación bursátil y cambiaria, a la compra-venta de valores gubernamentales, el "manejo" de las pensiones y demás gracias que les permite la ley financiera -traje a la medida- que ha convertido a la que opera en el país en "una banca moderna", como reza la propaganda. Pero de financiamiento al desarrollo, nada.

Pues bien. A esas instituciones "modernas", habrá que sumar a la "nueva" banca chatarra, promovida por el "cambio" e inaugurada con la concesión que para tal efecto se le otorgó a Ricardo Salinas Pliego y su Grupo Elektra (Banco Azteca) en octubre de 2002, quien habilitó como sucursales las tiendas de los abonos chiquitos con intereses grandotes. Así de fácil, y México tiene otro "banco", que se ha expandido a Centroamérica.

Se acaba el sexenio y, aunque en el límite, es hora de cubrir los favores recibidos. En tal sentido, un par de semanas atrás el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, informaba la "próxima" autorización de tres nuevos bancos chatarra "en lo que resta" del mandato foxista, aunque "muchos otros se quedarán pendientes para la próxima administración".

La primera de ellas fue pomposamente celebrada por el propio secretario de Estado y su beneficiario, Juan Antonio Hernández Venegas, dueño del Grupo Autofin y generoso contribuyente a la causa del Partido Acción Nacional. El nuevo banco chatarra lleva el nombre del citado consorcio y enfocará sus baterías no a financiar al aparato productivo y con ello al desarrollo nacional, sino a colocar más y más créditos entre clasemedieros de todo tipo para la adquisición de vehículos automotores, así como a la captación de ahorro de ellos mismos para financiar la propia estrategia de crecimiento del ahora "banquero".

¿Por qué autorizar un banco, así sea chatarra, a este personaje? Gil Díaz lo sustentó muy bien: "porque proviene de gente que ha trabajado con integridad, que tiene solidez financiera y cuenta con un buen plan de negocios; porque tiene un modelo original de negocios, pues está concentrado en rubros como el crédito automotriz o a motocicletas".

Eso fue 15 días atrás, pero ahora toca celebrar a otras dos cadenas comerciales que, con la varita mágica del "cambio", se han convertido en "bancos": Wal-Mart y Famsa, una afilada trasnacional perfectamente conocida y padecida por la paisanada -con green card o sin ella- en Estados Unidos.

De la noche a la mañana, el "Banco" Wal-Mart cuenta no sólo con la autorización de la Secretaría de Hacienda, sino con cerca de 825 "sucursales" (Suburbia y Sam's incluidas) en el país, mientras que el Banco Famsa (un consorcio con sede en Monterrey, propiedad de Humberto Garza González) amanecerá con más de 300 de ellas, las que operarán como lo hacen las tiendas Elektra de Ricardo Salinas Pliego y su "Banco" Azteca.

La nueva moda de banca chatarra no acaba allí, porque Controladora Comercial Mexicana (la de Cotsco) ya cocinó una alianza -como le llama- con Cetelem, una filial del francés BNP-Paribas, para actuar en consecuencia, y si lo hizo es porque ya tiene la autorización presidencial en el bolsillo.

Entonces, si con los abonos chiquitos el agio es verdaderamente espeluznante, ahora con esas "instituciones financieras" el consumidor deberá salir de su casa con el amparo bajo el brazo.

Con dichas autorizaciones el "cambio" mata varios pájaros de un tiro: paga generosamente los favores de ciertos barones, "limpia" de pelusa el camino de la banca trasnacional que opera en el país y da patente de corzo a los grandes comerciantes para que esquilmen con mayor tranquilidad a la masa consumidora. Todo ello en un país que ya casi no recuerda qué es el crédito productivo para impulsar el desarrollo nacional.

Casualidades de la vida: en el consejo de administración de Wal-Mart "México" (así se llama) aparece un tal Chucho Reyes González Garza, mejor conocido en el argot político como Jesús Reyes Heroles (junior), ahora incansable luchador de las causas panistas... Entonces, el problema no son las instituciones, sino quienes las manejan a su antojo.

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