Usted está aquí: domingo 6 de agosto de 2006 Cultura Julio Galán fue un artista precocísimo y el colmo de la extravagancia: Tibol

El pintor murió el viernes pasado víctima de un derrame cerebral

Julio Galán fue un artista precocísimo y el colmo de la extravagancia: Tibol

Representó el neomexicanismo, realizó pocas pero importantes exposiciones

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Julio Galán, modelo ideal para los fotógrafos, gustaba de transformarse para la lente Foto: Archivo

El pintor Julio Galán, quien falleció el pasado viernes a los 47 años de un derrame cerebral, fue cabeza de dos de las corrientes artísticas más importantes del país en los años recientes: el neomexicanismo y el arte gay, dice la crítica de arte Raquel Tibol, quien hace una evocación de la importancia de la obra plástica y de la "funambulesca" y provocadora personalidad del reconocido artista, quien radicaba en Monterrey, Nuevo León.

Tibol rechaza en entrevista algunas afirmaciones "absurdas" pero generalizadas, como la presunta comparación de la obra de Galán con la de Frida Kahlo. "El mundo de Frida es un mundo sufriente y el de Julio, un mundo histriónico".

Es de lamentar la muerte prematura del artista nacido en Coahuila y que desarrolló su arte en Monterrey, señala Tibol, aunque agrega que "fue un artista precocísimo y muy productivo. Era el colmo de las extravagancias, que es la palabra adecuada, y a la vez muy trabajador".

Acerca de su obra, la crítica de arte destaca que en ella estaban los elementos nacionalistas, "pero en gran parte los desarrolló dentro del neomexicanismo".

También, recuerda, a Galán le gustaba coleccionar y rodearse de piezas del arte barroco y de los objetos más insólitos. "De modo que no sé de dónde sacan estas comparaciones con Frida, no tienen nada que ver, es algo jalado de los cabellos".

Recuerda que desde muy joven el artista se insertó en la vida artística regiomontana, donde tuvo una gran aceptación y muchos coleccionistas, además de que contó con el apoyo de promotores exitosos como Guillermo Sepúlveda y Ramis Barquet.

"Ese éxito temprano le permitió dar rienda suelta a su singular personalidad. Era una personalidad funambulesca, gustaba convertirse a sí mismo en el personaje de un espectáculo unipersonal. Era él, con él mismo, frente a sí mismo.

"Digo esto porque, primordialmente, trabajó el autorretrato y en muchos momentos lo hizo de manera muy original, porque esa condición de tomarse como personaje espectacular lo llevó en la pintura a representarse de esa manera. Era como un teatro bidimensional, podríamos decir, cargado de elementos de la cultura homosexual."

Tibol resalta que Galán no sólo no ocultó su homosexualidad, sino que la hizo evidente, "llegando a veces al trasvestismo y en otras oportunidades mezclando distinto tipo de imágenes".

Fue también, agrega, "un gran modelo de fotógrafos, pues le gustaba disfrazarse, maquillarse, engalanarse de las maneras más insólitas para ser fotografiado, y a veces lo hacía como un actor consumado".

Todo eso, sigue la especialista, estaba provisto de un fuerte elemento provocador. "El porcentaje de provocación era muy fuerte en sus imágenes, de un lado y de otro, sobre todo cuando lo fotografiaban".

Nacionalismo sin idealización: Del Conde

En un boletín, el Instituto Nacional de Bellas Artes recuerda que la obra de Galán (1959), quien sufrió el derrame cerebral mientras viajaba de Zacatecas a Monterrey, es considerada por la también crítica de arte Teresa del Conde como figurativa, que retoma el nacionalismo, los ideales mexicanos, aunque exentos de idealización, llevados a una realidad que toca el drama, el humor, el sarcasmo y lo cotidiano.

De este pintor, quien relativamente realizó pocas exposiciones, pero todas de gran importancia en México, Sudamérica, Estados Unidos y Europa, el escritor Sergio Pitol escribió para el catálogo de una retrospectiva en el Marco de Monterrey y el MAM del Distrito Federal, en 1994:

"Desde los cuadros que recrean los sueños de la infancia hasta los que recogen los encarnizados juegos del presente, su mundo se sostiene y se afirma en una sensualidad que se muestra de manera directa o bien se guarda tras elaboradas metáforas, y donde la ironía se encarga a menudo de mantener las emociones a su debida distancia. En ese recorrido otra lucha de opuestos se desliza como trama paralela, la que enfrenta lo sagrado con lo profano."

El escritor Carlos Monsiváis, en el catalogo de la exposición Oro poderoso, se refiere al pintor así:

"Pintura engañosa y subversiva, que causa adicción, que repite sus temas y los transforma hasta volverlos irreconocibles, la de Galán mezcla, con gracia y sabiduría, los mitos y las referencias nacionales, el teatro y la sinceridad, el transformismo y la transparencia."

Y Ana María Battistozzi, crítica de arte argentina, escribió en 1997:

"A los 21 años (Galán) empezó a exponer en una de las galerías más prestigiosas del poderoso estado (sic) de Monterrey, de allí pasó al Soho neoyorquino y a Europa. Se diría que Galán es el modelo de artista que triunfó en los años 80, un momento de gran incidencia del mercado en la producción artística, de eufórica promoción de la juventud y de corrección política que llevó -en el hemisferio norte- a festejar todo lo que tuviera que ver con minorías étnicas, políticas o sexuales. Su mundo, corrosivamente autorreferencial, encaja perfectamente en esa espectacularización de lo privado que adquirió una vigencia sin precedentes en aquellos años."

 
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