Usted está aquí: domingo 6 de agosto de 2006 Cultura Buenos días a Diana Cazadora

Buenos días a Diana Cazadora

Efraín Huerta

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla,

y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño.

Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta,

serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos

que se hubiesen caldo, mansamente, de la espléndida rosa de toda adolescencia.

Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa.
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días, amiga,

para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia.

¡Buenos días, cazadora, flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!

Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,

abandono las alas rotas de este poema.

 
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