Usted está aquí: domingo 6 de agosto de 2006 Política En pocas horas la frustración devino grito combativo y ánimos renovados

Ciudadanos refuerzan campamentos e inician brigadeos para el mitin de hoy

En pocas horas la frustración devino grito combativo y ánimos renovados

ROSA ELVIRA VARGAS

Ampliar la imagen Simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador en la sesión informativa de ayer Foto: Carlos Ramos Mamahua

Repuesta del impacto, la gente se enjugó las lágrimas y por la tarde su frustración ya era grito combativo y espíritu renovado, juramentos y consignas: "¡Si no hay solución, habrá revolución!'', gritó una multitud enardecida. "¡Magistrados lamebotas'', maldijeron también. Y, sobre to-do, largo, muy largo fue el aferramiento a una certeza: "¡Fraude, fraude, fraude!"

Con el puño cerrado gritaron a Andrés Manuel López Obrador: "¡No estás solo!''; y cuando éste alertaba de los empeños y riesgos de que se imponga en la Presidencia de la República un proyecto político de derecha, la crispación era evidente: "¡No pasarán, no pasarán!"

Habían llegado preparados y dispuestos a todo. Y así, cuando el candidato presidencial afirmó que la negativa de los magistrados a la apertura de todas las casillas para realizar el recuento de voto por voto es una prueba de que él ganó las elecciones, reaccionaron prestos: "¡Presidente, presidente!"

Se les había caído el último refugio de confianza institucional. Su apuesta de que la suma de pruebas, la movilización y la resistencia civil persuadirían de la justeza de su planteamiento al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se estrelló en la inconmovible determinación expuesta, debatida y votada en dos horas. Sólo se abrirán 11 mil 839 casillas. No más. No habrá voto por voto.

La Plaza de la Constitución era ayer por la tarde una romería, donde los campamentos robaron espacio a la gente que quería oír a López Obrador, saber qué sigue, recibir instrucciones. Por eso cada cual buscó un lugar y se acomodó dónde pudo. Muchos iban provistos de las nuevas pancartas: "A ver: esos magistradillos no se hagan pendejos, falta 90 por ciento'', se leía en una.

Los más persistentes aguantaron estoicos el chaparrón que se vino después de las 17 horas. Para no perder su lugar en el frente se guarecieron bajo frágiles paraguas y mangas de hule que poco ayudaban ante la intensidad de la lluvia.

Sin embargo, en las horas de incertidumbre, transcurridas desde la decisión del TEPJF y el momento en que el candidato hizo su puntual aparición, sus seguidores no se desmovilizaron.

Mantuvieron su animada kermés política en los campamentos. El programa del día se cumplía, preciso, aunque la discusión se tornaba intensa y apasionada. La denuncia se oía en cada carpa y la gente se detenía también donde unos chavos, Los primos, mostraban sus habilidades acrobáticas en el break dance.

Nuevas consignas

En las calles de Madero, 16 de Septiembre, 5 de Mayo y todas las que circundan al Zócalo, los restaurantes, fondas y demás lugares de comida rápida la gente guardaba turno. Desmentían así a quienes se desgarran las vestiduras contabilizando las pérdidas económicas que genera la instalación de campamentos.

Cuando Jesusa Rodríguez salió para hablar, la gente ya estaba prendida. La indignación por el revés propinado por el TEPJF se había tornado decisión, y ésta llevaba, en muchos casos, su dosis de chunga. En cuanto la vio aparecer, un hombre empezó a gritar jubiloso: "¡Ai' viene mi vieja, esa es mi vieja!"

Una familia michoacana, que ha inventado porras complicadas, coreaba: "siete por siete, ocho por ocho, Andrés es un bizcocho; nueve por nueve, a Felipe se le mueve... de reversa, mami, de reversa..."

Otros llamaban a algún reportero para pedir espacio a sus declaraciones, como Teófilo Alvarado, de Apan, Hidalgo, quien prácticamente dictó: "la ciudadanía está molesta. El IFE sembró la duda nacional. Lo dice un ciudadano que nunca votaba y pensó que ahora se iba a respetar el voto, y no fue así''.

Cuando apareció López Obrador entabló su habitual diálogo con la multitud. Los puños en alto, el índice hacia arriba; los gritos, aplausos y gestos eran señales con que esa multitud buscó, una vez más, ser muchos y uno frente al candidato, quien ayer desmenuzó los argumentos de los magistrados: utilizaron un criterio estrecho y limitado; les faltó, "dicho con todo respeto..." Pero no pudo concluir la frase, pero la gente lo hizo por él: "¡güevos!"

Igual de enfurecidos se mostraron cuando el candidato empezó a poner en perspectiva un horizonte más negro que el cielo de ayer en esta capital. No cesaban en sus expresiones de rechazo a la posibilidad de tener un gobierno de imposición que, alertó, traerá más pobreza y marginación, hará retroceder los derechos sociales y humanos de los mexicanos, disminuirá salarios, aumentará el desempleo...

Cuando AMLO se despidió, apenas concluido el Himno Nacional, muchos se arrancaron por cuenta propia. Se fueron a reforzar los campamentos, organizaron mítines ahí mismo, a un lado del Zócalo, y emprendieron el brigadeo para convocar a la sesión de hoy por la mañana, donde se fijarán nuevas directrices políticas.

En más de un sentido la de ayer resultó, para los seguidores de la coalición Por el Bien de Todos, una noche muy, pero muy larga.

 
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