Usted está aquí: lunes 7 de agosto de 2006 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Curiosidades electorales

Tiempo de elecciones y también de sorpresas. La semana pasada, en una ceremonia en la Casa Blanca, el presidente Bush firmó la extensión por 25 años de la Ley de Derechos de Voto. El presidente Lyndon Johnson la firmó en 1965 por primera ocasión. En esencia fue una respuesta a las protestas masivas de la población negra en contra de las múltiples formas de discriminación, una de ellas: el derecho al voto.

De acuerdo con las notas de la prensa estadunidense, el Congreso, controlado por el Partido Republicano -ansioso de conquistar el voto de las minorías en las próximas elecciones de noviembre-, impulsó la firma de la ley, no obstante que su término expira el próximo año. La razón es simple: ese partido ha obtenido sólo 10 por ciento del voto de los negros en más de una década. No obstante que la votación a favor fue mayoritaria, 33 legisladores de los estados del sur se opusieron debido a que en algunos estados aún se requiere la aprobación del Departamento de Justicia antes de cambiar las reglas de votación.

El asunto llama la atención por dos cuestiones centrales que tienen que ver con la igualdad de los derechos civiles, que por lo visto aún tienen limitantes. Uno se imagina que en una democracia el derecho al voto es algo connatural a su sistema político, que no requiere refrendarse periódicamente, máxime si esa democracia se considera la más desarrollada del mundo. Por ello llama la atención la limitante de 25 años, en lugar de consagrarlo como un derecho universal. No está claro si lo que se pretende es verificar la forma en que la población negra, y las minorías por extensión, se conduzcan en ese tiempo para certificar su conducta nuevamente dentro de un cuarto de siglo, o bien si todavía hay dudas sobre su derecho a la igualdad. Otra de las cuestiones que llaman la atención es que un derecho cívico tenga que ser ratificado por una de las dependencias del Ejecutivo en algunos estados para que cobre plena vigencia. ¿Es que en esos estados las minorías aún tienen que pasar un examen de conocimientos para que se les otorgue igualdad en sus derechos, como hace medio siglo?

En este mundo, cada vez más cercano al País de las Maravillas, hay que preguntarse qué pasaría si un gobierno de mayoría negra impusiera las mismas restricciones a la población blanca. No deja de ser divertido imaginar a un presidente negro rodeado de una mayoría de congresistas negros firmando una ley en la que otorgan a los blancos 25 años de gracia para ejercer sus derechos. Por fortuna en México la Constitución es un documento que no requiere ratificar las garantías individuales cada determinado periodo. Desafortunadamente, en los hechos la lucha por la desigualdad aún es una asignatura pendiente y, según se ha podido advertir en los últimos meses, los que se arriesgan en ella corren el riesgo de ser consignados al tribunal en defensa de las buenas costumbres y en contra de la herejía.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.