Usted está aquí: jueves 10 de agosto de 2006 Política Los daños son culpa de Ugalde y Fox; sin el fraude no estaríamos aquí: manifestantes

Trabajadores de BBVA Bancomer aprovechan el bloqueo para denunciar abusos de patrones

Los daños son culpa de Ugalde y Fox; sin el fraude no estaríamos aquí: manifestantes

JAIME AVILES

Ampliar la imagen Sin impedir el tránsito vehicular en Isabel La Católica, dirigentes, legisladores y simpatizantes de la coalición Por el Bien de Todos realizaron un sentón en una sucursal de Banamex Foto: Marco Peláez

Ampliar la imagen Desde las siete de la mañana los manifestantes corearon ingeniosas frases en contra de banqueros y en favor del recuento Foto: José Carlo González

Un señor dijo que necesitaba hacer un depósito de 3 millones de dólares a una compañía farmacéutica de Irlanda porque si no lo multarían con 120 mil pesos por cada día de retraso. "¿A quién se los cobro?", preguntó a las ancianas y los hombres, con aspecto de campesinos, que bloqueaban la entrada al Centro Bancomer en la calle Real de Mayorazgo en Coyoacán. Y repitió, muy molesto: "¿A quién?" Una muchacha muy guapa, dirigente de una organización de colonos, le sugirió:

-A (Luis Carlos) Ugalde (presidente del Instituto Federal Electoral), a (Vicente) Fox (presidente de la República), a los ojetes de las cúpulas empresariales; si no hubieran hecho el fraude no estaríamos aquí.

A la concisa respuesta de la joven, que a su notable belleza unía por lo visto una inteligencia pronta y clara, el contrariado individuo opuso un comentario anarquista:

-Estoy harto del pendejo de Fox, del pendejo de (Felipe) Calderón y del maniático de (Andrés Manuel) López Obrador -y matizó, filosófico, discurseando para los demás-. En México lo que hace falta es un partido entre el PRD y el PAN.

Pero la muchacha seguía en el tema anterior.

-Y además no se azote, don; esos pagos se hacen por Internet.

Como telón de fondo, una veintena de granaderos con escudos y toletes formaba una valla ante las puertas metálicas del complejo donde laboran 4 mil personas. En el lado contrario de la calle, ante las rejas del gigantesco estacionamiento privado del banco, cientos de hombres de traje y corbata miraban a los seguidores de López Obrador con frialdad.

Los coros de la dignidad

Estos, a coro, les gritaban: "¡El pueblo/ trajeado/ también es explotado!". Y más allá, desde el pequeño grupo de perredistas y banderas, donde una impetuosa rubia de camiseta amarilla parecía llevar la batuta ante otro portón, brotaban más rimas en busca de la comprensión de los trajeados: "¡No es lo mismo/ bancarios que banqueros/ los bancarios son del pueblo/ los banqueros son rateros".

Esa había sido la tónica desde las ocho de la mañana, cuando los jefes y los subordinados del primer turno llegaron a su lugar de trabajo y se encontraron con alrededor de mil personas pobremente vestidas, que no cesaban de exigir delante de los accesos principales y secundarios: "¡Voto por voto, casilla por casilla!"

La movilización, convocada por Martí Batres y la dirección del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la ciudad de México, empezó a las siete de la mañana con una cita frente al Metro Coyoacán, a sólo unos pasos de Radio Fórmula. Pese a la supuesta "clandestinidad" con que se había corrido la voz en los campamentos de Reforma, los granaderos de la policía del DF ya estaban allí, cuidando Bancomer, y mientras la cadena humana se extendía y cerraba en torno de las murallas del edificio, hubo empujones y patadas, o "jaloneos, como los del área chica cuando vas a rematar un córner".

Así lo vivieron al menos Francisco Javier Hernández, Raúl Juárez Silva y Antonio Valencia, responsables de los equipos de sonido del PRD, que tenían moretones en las espinillas porque "por un momento sí estuvo grueso, pero de volada se calmó". En la plazoleta de la entrada al Metro, un señor se quejaba porque "vine de Puebla a la entrevista de trabajo y ya me amolaron".

Cuatro muchachitas fumaban sentadas en una jardinera, lamentándose porque "hoy no nos van a pagar el día". Ellas no pertenecen a la nómina de Bancomer sino a una modesta empresa de computación y prestan sus servicios al banco en calidad de "externas", sin seguro social, vacaciones ni nada.

-Por aquí seguro ha de andar mi mamá con su cartulina -dijo una de ellas, muerta de risa-. Ayer se fue a cerrar la caseta de Cuernavaca; si me hubiera dicho hoy, me habría quedado roncando hasta las 11...

Ante la gran puerta de avenida Universidad, un grupo de sindicalizados denunciaba las injusticias que padecen los empleados de base. "Este año, Bancomer no dio reparto de utilidades; nos dio un préstamo (hasta de 120 mil pesos por cabeza), pero nos quitó el IVA y nos lo cargó a la nómina para irnos descontando como si fuera tienda de raya. Estos españoles creen que estamos en tiempos de la Colonia, son unos negreros. Por eso apoyan a Calderón, qué bueno que vinieron, compañeros, hay que seguir luchando", expuso un hombre de mediana edad entre muchas otras voces.

Escuchando como sin querer, dos empleados en activo sostenían una polémica meramente gestual: uno, cuarentón, el más joven, asentía y aprobaba; el otro, sexagenario, movía la cabeza negando todo. Este reportero se acercó a ellos. El más joven reconoció, cuando supo que ante él estaba un periodista: "Sí, nos jinetean nuestro dinero como se les pega la gana". Su acompañante lo silenció. "Vámonos", le dijo, y ambos se alejaron de allí.

"¿Pérdidas económicas por nuestra lucha?", dijo al rato, a la puerta del gran estacionamiento en Real de Mayorazgo, uno de los hombres más cercanos a Marcelo Ebrard. "A los muchachos del carrito que venden café y donas se les agotó la mercancía a las 11 de la mañana. La señora de las tortas tuvo que mandar a hacer más. Y aquí mi cuate...", dijo, aludiendo a un afanoso abastecedor de riquísimos tacos de canasta que sostenía a su vez un diálogo con un granadero.

-¿Todavía quedan? -preguntó el uniformado, mirando a los tres o cuatro manifestantes que paladeaban sus manjares entrecerrando los ojos de placer-. ¿De qué hay?

-De chicharrón, frijol y papa -dijo el taquero--. A 10 (pesos) la orden de cuatro.

-Dame 16 órdenes -indicó el de azul-. Pero todos de chicharrón.

En ese instante, una señora tocó el claxon de su coche y dijo a los muchachos del Frente Universitario de Apoyo Crítico a AMLO:

-¡Quítense, güevones!

-No puede pasar. Cerramos el banco en protesta por el fraude electoral. Queremos que se abran los paquetes y se cuenten voto por voto, casilla por casilla -le dijo un estudiante.

-Yo tengo mi dinero a plazo fijo, si no lo saco hoy tengo que esperar seis meses -intentó argumentar la señora-. Yo también voté por López Obrador, pero con esto que está haciendo ya me arrepentí.

-No se enoje, señora -le replicó otra muchacha-. Si así defiende nuestro voto imagínese cómo va a defender al país cuando sea presidente.

 
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