Usted está aquí: lunes 14 de agosto de 2006 Política Urge a México desarrollar sus propias semillas transgénicas, señala Cibiogem

Es la única manera de no depender del exterior, dice Marco Antonio Meraz

Urge a México desarrollar sus propias semillas transgénicas, señala Cibiogem

El secretario ejecutivo de la comisión llama a experimentar con los granos creados por las trasnacionales

Considera que aún falta tiempo para que se dé el culivo comercial

ANGELICA ENCISO L.

Ampliar la imagen Banco de semillas de maíz y trigo resguardados en la bóveda de las instalaciones del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo, ubicado en Texcoco, estado de México Foto: Roberto García Ortiz

México debe experimentar con las semillas transgénicas de las trasnacionales, pero debe desarrollar su propia biotecnología -aunque aún no hay recursos para ello- con el fin de no depender tecnológicamente del exterior, advierte el secretario ejecutivo de la Comisión de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Marco Antonio Meraz.

Reconoce que en relación con los transgénicos el maíz es el tema de debate, por todo lo que representa en la cultura mexicana, y que debe hacerse la experimentación con los granos transgénicos de la industria, pero precisa que para darse el cultivo comercial, como demandan las empresas y grupos de productores apoyados por ellas, aún falta tiempo.

En entrevista, el científico que ha trabajado en el Centro de Investigaciones Avanzadas (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y ahora responsable de la Cibiogem -institución integrada por las secretarías de Medio Ambiente, Salud, Educación, Economía y Hacienda, así como por Conacyt-, que se hace cargo de las políticas de bioseguridad y organismos genéticamente modificados, reconoce las presiones de la industria y asegura que la existencia de esta comisión ha impedido que éstas sean mayores.

Detalla que para que se dé el cultivo comercial del maíz transgénico que demandan empresas trasnacionales como Monsanto y Dupont, entre otras, primero se debe establecer el régimen especial de maíz, después el programa experimental y por último el programa piloto; según los resultados que se arrojen se decidirá si se dan las autorizaciones comerciales. También se tienen que construir los mapas para definir los sitios donde se puede hacer el cultivo; "se dice que en todo el país hay centros de origen; esto se tiene que explicar con bases científicas".

Además, no descarta que se den mezclas o "contaminación" entre maíz tradicional y transgénico, ya que la gente tiene la costumbre de compartir el grano, sustraerlo de las siembras o robarlo, para mejorar sus variedades.

El maíz, tema de debate

Marco Antonio Meraz refiere que la existencia de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, donde se establece una serie de procedimientos para poder llegar a la liberación o a la aceptación de ingreso de un producto, es algo que las empresas deben cumplir.

Los avances biotecnológicos son inevitables, pero "debemos hacerlo de manera responsable, cuidando el beneficio de la humanidad por sobre todas las cosas y enmarcándonos en los principios éticos de buenas prácticas experimentales. Si no lo hacemos así, entonces incurrimos en un grave peligro, podemos causar un gran daño, inclusive irreversible", agrega.

Reconoce que las empresas buscan fundamentalmente encontrar el mejor negocio posible. "Para eso tienen que desarrollar productos novedosos y armar una estrategia de mercado"; los gobiernos responsables deben verificar que los posibles beneficios de sus productos sean reales y deben cuidar el equilibrio de las comunidades, el medio ambiente y la salud.

Indica que la Cibiogem se encarga de evaluar esto: si hay un nuevo producto, se estudia qué hacer con él y si a México le conviene, no sólo desde el punto de vista económico, sino también del ambiental, de la salud y de la agricultura.

"Creo que las empresas tratan de presionar, mostrar todos los beneficios que pueden tener sus productos; el gobierno de México está obligado a convencerse por sí mismo de que esos beneficios son reales, y la única forma posible que veo es que debe hacerse con el conocimiento técnico y científico bien sustentado", puntualiza.

Agrega que "ninguna decisión se puede tomar sin el aval que da la experimentación, la discusión de esos resultados y las consecuencias de ellos; la Cibiogem está para cuidar que todo se lleve de acuerdo a la ley". México, apunta, tiene que aprender a hacer las experimentaciones e interpretar los resultados: "no veo la forma, atendiendo la ley, en que podamos tener el sustento para tomar una decisión de estar en contra o a favor de esta medida".

Acerca de que el tema de debate en México, en relación con los transgénicos, es el maíz, ya que el país es centro de origen y diversidad de este alimento, asevera que se tiene que proteger esto ya que es una "planta que está íntimamente relacionada con nuestra cultura, hay deidades que adoran al maíz. El hecho de que aquí existan todas estas variedades, razas de maíz, y sus ancestros y parientes cercanos, nos obliga a protegerlo. Esta protección tiene que hacerse de manera sistemática y científica; la ciencia nos ayuda a entender mejor cuáles son los mecanismos a desarrollar para proteger una especie en peligro, o que pudiera estarlo, y el maíz debe cumplir con todas esas características".

En relación con el programa maestro de maíz que impulsan expertos del Cinvestav en campos experimentales del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y que prevén realizar con semillas de Monsanto y Dupont, Meraz indica que se utilizan estas semillas porque "son las que tienen más adelantado el proceso de desarrollo de este tipo de productos; la ciencia utiliza el conocimiento de todas partes".

Agrega que a pesar de que dentro del mandato de la ley se dice que tiene que desarrollarse la biotecnología en relación con el maíz, "no han habido recursos para este tipo de desarrollos". Lo ideal, acota, "es desarrollar productos sobre nuestras necesidades, por ejemplo, de sequía o detección de parásitos específicos. Es un proceso que toma tiempo y para eso el gobierno tiene que estar interesado, porque si no lo hacemos corremos el riesgo de depender tecnológicamente del exterior".

Frente a los cuestionamientos que hacen expertos y organizaciones no gubernamentales sobre utilizar en el país semillas como el maíz BT, que se hizo para oponer resistencia a plagas que existen en Ohio, Estados Unidos, y que en México no hay, justifica que el experimento es no sólo para ver su resistencia a las plagas sino para responder otras preguntas que van asociadas, como si hay flujo génico y hasta dónde existe.

Asevera que si el campesino necesita la semilla la va a comprar, y si no, la descartará, porque no le agrega un plus a su negocio; "pero si se desarrollara una semilla resistente a la sequía, el campesino sí la utilizaría porque sería un beneficio para él".

Asegura que falta tiempo y eventos que se deben dar para llegar a la fase comercial. "Lo más importante ahora es la parte experimental, ¿cuántas veces se tiene que hacer? No lo sé. Uno puede repetir un experimento muchas veces hasta poderlo entender".

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.