Usted está aquí: martes 15 de agosto de 2006 Opinión Luis García Guerrero en el MAM

Teresa del Conde/ I

Luis García Guerrero en el MAM

El 17 de septiembre terminará la retrospectiva de un pintor nunca olvidado, pero poco frecuentado en museos y galerías a partir de su fallecimiento. La exposición ofrece la oportunidad de darnos una lección de discreción y a la vez del encanto pictórico propio de un artista que practicó una modestia, se diría que conceptual. Es bueno recordar que de Guanajuato nos han llegado estupendas aportaciones (artísticas): Hermenegildo Bustos, José Nepomuceno Herrera (1818-1878), quien tuvo aciertos en el retrato similares a los de Bustos; Diego Rivera, José Chávez Morado y Gorky González, entre otros. Probablemente García Guerrero en su infancia y juventud puso atención a Bustos y a Herrera.

Hace décadas Marta Traba (1930-1983) escribió un ensayo reuniendo a tres artistas amigos entre sí, que compartían zonas silenciosas de sus respectivas psiques: el mayor era Gunther Gerzso; le seguía Ricardo Martínez, quien felizmente está entre nosotros, y el más joven, Luis García Guerrero, quien murió de diabetes en 1996.

Puede parecer incomprobable, pero además de sus mociones solitarias ellos compartieron en sus pinturas algunos rasgos comunes, entre otros la bienhechura a ultranza y ciertos detalles eróticos -no disimulados en García Guerrero ni en el Gerzso ya abstracto de los años 60. La semejanza con Ricardo Martínez está referida a la etapa juvenil de éste y a los inicios de su fase madura, anterior a la representación de los imponentes volúmenes cargados de atmósfera con los que mayormente lo identificamos.

A don Luis se le recuerda sobre todo por sus naturalezas muertas, alacenas, insectos, representaciones de un solo elemento, como mazorcas, cacahuates, limones, peras, tunas, granadas, convertidos en protagonistas principalísimos, cual si fueran personajes, pero hay que recordar que tiene una fase abstracta, que no por ser de pequeño formato, desdice su valía.

Como me lo confirmó la investigadora Laura González Matute en el propio museo, hay entre los especialistas algunos que hasta hoy desconocían la trayectoria de García Guerrero y ahora lo introyectan mediante esta exposición, que reúne una bien hecha selección de 75 obras, ilustrativas de casi todas sus etapas. Excepto una, propiedad de Banamex, las demás pertenecen a colecciones particulares.

Es un pintor relativamente tardío, en tanto que su familia, de costumbres tradicionales, le impuso la realización de una carrera convencional. Estudió leyes y fue actuario, mas como siempre quiso ser pintor, logró inscribirse en La Esmeralda en la época de El Corzo. Este no fue benevolente con él y Luis abandonó la escuela para seguir por su cuenta, pero cierto afán cientificista que siempre lo acompañó y que es perceptible en sus trabajos, lo orientó hacia el Instituto Politécnico Nacional, donde estudió técnica de materiales pictóricos.

Se diría que, exceptuando su fase abstracta, está dentro del contexto de ''la Escuela Mexicana de Pintura''. Pero la afirmación sólo cobra sentido si tenemos en cuenta que dicha ''escuela" no fue tal, porque vistos sus principales representantes, lo que percibimos es un amplio mosaico de individualidades que practicaron la figuración, a veces introduciendo (como lo hicieron Alfonso Michel y Alfredo Zalce) rasgos de procedencia cubista sin pretender hacer ''cubismo sintético", cosa que también fue propia de García Guerrero y que se constata en varias de las obras que se exhiben a la vista de un público reducido a su mínima expresión, debido a las condiciones actuales de acceso al museo.

Varios trabajadores me manifestaron sus quejas al respecto: custodios, intendentes, jardineros, museógrafos, a quienes se les dificulta la realización de sus labores. Un electricista comentó que el trayecto que realiza desde su domicilio, ahora le toma tres horas. Así que no pensemos sólo en los hoteleros. Desde aquí agradezco a Luis Ignacio Sáinz (funcionario del INAH) la facilidad vehicular que me ofreció y al director del museo: Luis-Martín Lozano el propiciarme acceso a la muestra del oaxaqueño Rodolfo Morales (1923-2001), ya en proceso de desmontaje. Las gratificaciones y enriquecimiento que el arte depara por ahora en buena medida nos están vedados, aunque en el campamento existan prácticas y talleres festivos.

Sucede que en política se desconocen todos los intríngulis que implica una exposición como ésta. Son proyectos que abarcan años de investigación, localización de obras e implicación de muchas personas, entre otras de jóvenes que se están formando en este campo, como sucede con Arturo López R., quien se encuentra en proceso de realizar su tesis de maestría sobre este artista, motivo por el cual se sumó a los esfuerzos de la curadora principal, Claudia Morales, a instancias de la experta en colecciones Telly Duarte y del propio director del museo.

 
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