Usted está aquí: sábado 19 de agosto de 2006 Opinión Desfiladero

Desfiladero

Jaime Avilés

¿Golpe de Estado en México?

El silencio de la televisión, parte de la conjura

El video de Ahumada llegó con un año de retraso

Inminente, otro conflicto político en el sureste

¿Videoboladehumo?

Chiapas, nuevo ingrediente

Ampliar la imagen Rosario Robles, Carlos Ahumada y Ramón Sosamontes, en la explanada de la delegación Coyoacán, el 3 de mayo de 2001 FOTOCarlos Cisneros

En la sociedad mexicana se extiende rápidamente la percepción de que el "gobierno" de Vicente Fox está dando un golpe de Estado para impedir que asuma la Presidencia de la República Andrés Manuel López Obrador. En un ensayo erudito, publicado el jueves por este diario, Octavio Rodríguez Araujo lo caracterizó como golpe de Estado "ex ante", o preventivo, que persigue la finalidad no de quitarle el poder, sino de evitar que lo reciba un ciudadano electo por el pueblo.

Ese mismo día, pero por la tarde, tres intelectuales más -Víctor Flores Olea, Luis Javier Garrido y Paco Ignacio Taibo II-, sentados en torno de una mesa redonda ante un numeroso público en Coyoacán, coincidieron en que las instituciones republicanas están siendo víctimas de un "golpe de Estado electoral" para destruir los derechos políticos del pueblo e imponer un presidente espurio.

El golpe de Estado con el que Vicente Fox desea concluir su mandato fue puesto en marcha a finales de 2003, cuando todo el aparato del Poder Ejecutivo inició una campaña para destruir políticamente al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF) con una serie de ataques jurídicos y mediáticos, perversa y dosificadamente combinados, de todos los cuales López Obrador salió no sólo airoso sino más y más fuerte.

Por eso, en el colmo de la desesperación, Fox maquinó el caso de El Encino para destituir y encarcelar a quien ya consideraba seriamente un peligro para sus intereses personales y para los negocios ilícitos de sus familiares más cercanos. Sin embargo, catapultado a la máxima popularidad por esa secuencia de errores inconmensurables, López Obrador se convirtió en el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales. Y entonces Fox optó por el fraude y, como ha quedado demostrado ampliamente, lo impulsó con todos los recursos -ilimitados recursos- a su alcance.

Con un Instituto Federal Electoral hecho a la medida de sus necesidades, con todo el dinero del gobierno y toda la información estratégica del Estado al servicio de la campaña de Felipe Calderón, y con el apoyo incondicional de los medios electrónicos (y de no pocos periódicos), Fox, presidente de la ineficiencia y señorón de los fracasos, a duras penas logró conseguirle a su heredero designado una ridícula e increíble ventaja de sólo 240 mil votos sobre López Obrador.

Siete semanas después de las elecciones, y tras el recuento de votos en 9.07 por ciento de las casillas ordenado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), las evidencias del fraude son desbordantes: el examen pedido por los magistrados ha sacado en claro que en 7 mil 500 de los casi 12 mil paquetes revisados hay 119 mil 744 votos que no están respaldados por las actas del proceso, según las cuales desaparecieron 61 mil 688 votos para López Obrador y 58 mil 56 le fueron añadidos tramposamente a Felipe Calderón.

De acuerdo con el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), que en términos deportivos es el reglamento de la contienda, el TEPJF tiene la obligación de anular todas las casillas donde compruebe que hubo graves irregularidades, como quitarle o meterle votos ilegalmente a las urnas.

Desde hace tres días, el equipo de campaña de López Obrador ha dado a conocer videos con escenas grabadas en 14 de los 149 distritos electorales donde los magistrados del tribunal llevaron a cabo el recuento, y en todas las imágenes de esos terribles dvd, disponibles en la página electrónica de La Jornada, aparecen las huellas de la devastación de los paquetes perpetrada por los mapaches del IFE.

Pese a la elocuencia visual de esos documentos, la televisión no sólo no los ha mostrado, tampoco ha mencionado que existen. La cerrazón de los medios, cuya única finalidad pública parece ser la de negar en estos días que en México hubo un escandaloso y gigantesco fraude electoral, es un elemento más del golpe de Estado que está en marcha.

En este contexto histórico, una de las mejores periodistas de nuestro país presentó ayer un video de otra índole, que muestra al empresario de origen argentino Carlos Ahumada relatando a funcionarios del gobierno de Cuba su participación en el complot de 2004 en contra de López Obrador. Para muchas personas, la repentina aparición de esa película y la conmoción que provocó de inmediato en diversas estaciones de radio, fue interpretada como una señal de que la balanza podría comenzar a inclinarse del lado de la justicia para favorecer a López Obrador.

Analistas consultados por Desfiladero opinan, sin embargo, que el video bien pudo haber sido filtrado por el entorno de Felipe Calderón con propósitos bien identificables: uno, generar un nuevo escándalo mediático para que el público olvide por unos días el tema del fraude electoral, y dos, ganar tiempo entreteniendo al respetable mientras los magistrados del TEPJF terminan de escribir la sentencia de muerte de la democracia mexicana.

La hipótesis merece el beneficio de la duda. ¿Quiénes son las figuras públicas más afectadas por las confesiones que Ahumada hace en el video? El ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el ex procurador Rafael Macedo de la Concha, el ex secretario de Gobernación Santiago Creel Miranda, el casi ex senador Diego Fernández de Cevallos y, por obvia inferencia, el casi ex presidente Vicente Fox.

Todos ellos son cadáveres políticos, excepto uno: el senador electo Santiago Creel Miranda, enemigo íntimo de Calderón, a quien la dirigencia del Partido Acción Nacional impuso como líder de la bancada derechista en la cámara alta que entrará en funciones en unos días. A los demás no les interesa en absoluto conservar un mínimo prestigio: nadie volverá a elegirlos ni a ofrecerles un cargo en el gobierno; en cambio, lo que les preocupa, y muchísimo, es preservar la impunidad, misma que sólo puede garantizarles Calderón.

Para el equipo de campaña de López Obrador, el último video de Ahumada llegó con un año de retraso y no hay que concederle mayor atención: el tema crucial de estos días es el del fraude y la tarea insoslayable es el seguimiento de las denuncias que lo están documentando y que los magistrados del TEPJF no pueden ignorar.

Ante éstos, por tanto, se abren tres posibilidades: anular las 7 mil 500 casillas donde hubo graves irregularidades y darle el triunfo a López Obrador; ordenar la apertura de todas las casillas de la elección presidencial del 2 de julio, con lo cual de inmediato se levantaría el plantón del Zócalo a la fuente de Petróleos, o convalidar el fraude y proclamar el "triunfo" de Calderón, lo que abriría la puerta a la fase final del golpe de Estado: la imposición del presidente espurio por medio de la fuerza o, en su defecto, si la respuesta de la sociedad es amplia, cumplida y bastante, la caída del régimen y el inicio de un periodo impredecible.

Por lo demás, mañana habrá elecciones en Chiapas. Libre ya del estorbo de Roberto Madrazo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvo de última hora la adhesión de los candidatos del PAN y del Partido Nueva Alianza (Panal), con lo que el PRIAN se transformó en un nuevo engendro con nombre de producto de farmacia: el PRIANAL.

Numerosos lectores de esta página que viven en aquella entidad del sureste relatan que la gente del PRIANAL está llamando por teléfono a los electores de ciudades como San Cristóbal, Comitán, Palenque y Tapachula para advertirles que Juan Sabines, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos y de López Obrador, "es un peligro para Chiapas", porque dejó "muy endeudada" la capital del estado cuando fue alcalde de Tuxtla Gutiérrez.

La cantaleta augura que el "gobierno" de Fox está a punto de cometer un nuevo fraude electoral, ahora en uno de los estados más explosivos de México. Si esto sucede, aunado al colapso institucional en Oaxaca, la crisis política del país se agravará considerablemente. Si no, la victoria de los seguidores de López Obrador en Chiapas confirmará que éste ganó la elección presidencial. En cualquiera de los dos casos, las perspectivas de éxito del golpe de Estado continuarán achicándose.

Y pasado mañana reabrirá sus puertas la UNAM.

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