Usted está aquí: sábado 26 de agosto de 2006 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez

La toma de Oaxaca

Es notable el arraigo popular que ha conseguido el movimiento oaxaqueño en tan solo tres meses. Son cientos de miles de maestros, colonos, estudiantes, amas de casa, trabajadores de la ciudad y el campo, muchos miles de ellos de origen indígena, los que rechazan el histórico autoritarismo priísta que mantiene a la mayor parte de la población en la pobreza extrema; y en las cárceles y en los cementerios a todo aquel que se rebela.

La ciudad de Oaxaca y sus alrededores están tomados por un pueblo informado, organizado y politizado y esto, pase lo que pase, dejará una honda huella en esta entidad. La interminable cadena de gobiernos represores de origen priísta, que incluye al actual encabezado por Ulises Ruiz Ortiz, hizo posible la conformación de un movimiento que empezó con demandas del magisterio y se transformó en un fenómeno social sin precedentes, cuyo destino, sin embargo, aún es incierto debido no sólo a la guerra sucia gubernamental, sino a las diversas corrientes internas.

La plaza central de la capital y las calles de los alrededores, el Palacio de Gobierno, el Congreso estatal, la Procuraduría Estatal, Protección Civil y otras dependencias se mantienen bloqueadas por un pueblo agraviado. Son maestros de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, trabajadores del sector salud, estudiantes, campesinos, indígenas, gente de las colonias de los alrededores de la ciudad. Son ellos y ellas quienes mantienen vivo el movimiento y han encontrado en él un canal para expresar su descontento.

Las agresiones los han fortalecido. Fue precisamente el intento de desalojo del plantón magisterial en el Zócalo, perpetrado el pasado 14 de junio, lo que provocó la adhesión de miles de personas con y sin organización y con demandas propias. El movimiento tomó una estación de radio y un canal de televisión, se los quitaron a balazos, y en respuesta se apoderaron de 12 estaciones más (de las cuales quedan dos en su poder, además de Radio Plantón, que operaba desde antes).

Esta semana fue tensa. La violencia extrema organizada desde el gobierno ocasionó la quinta muerte en lo que va del conflicto. El pueblo está en las calles. En la noche en las barricadas y en el día en cientos de pequeñas asambleas callejeras. Por todos lados se observa a vendedores ambulantes, estudiantes, gente de paso, turistas, cientos de hombres y muchas mujeres leyendo los periódicos y escuchando las noticias en la radio.

La demanda central que los unifica es la caída del gobernador. El "¿y luego?", en caso de conseguirlo, parece tener respuestas distintas que van desde la instauración de un gobierno interino y la convocatoria a nuevas elecciones, hasta la destitución de poderes y la elaboración, desde abajo, de una nueva Constitución y un programa mínimo de gobierno. Son muchas y antagónicas las fuerzas políticas que confluyen en Oaxaca. El fantasma de la represión masiva recorre a diario la ciudad. El desenlace es incierto. Pero hoy el pueblo tiene aquí las calles y, esperamos, la palabra.

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