Usted está aquí: sábado 26 de agosto de 2006 Opinión Reconstruyendo el desastre

Leonardo García Tsao

Reconstruyendo el desastre

A casi cinco años del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, ya ha habido varias películas que han abordado la catástrofe que trastornó, de manera negativa e irrevocable, el inicio del siglo XXI. La primera se hizo al año siguiente: 11'09''01-Septiembre 11, mezcla colectiva de documental y ficción, donde 11 cineastas del mundo presentaban su punto de vista sobre el hecho, incluyendo la recreación, más bien sonora, del mexicano Alejandro González Iñárritu. Desde entonces, otras películas de ficción han abordado los efectos sociales del ataque de manera tangencial, sobre todo La hora 25 (2002), de Spike Lee.

Algo de controversia se generó con el reciente rodaje de películas de ficción sobre las acciones concretas de ese trágico día. Hay quienes opinan que las heridas aún están frescas para la versión hollywoodense. Por eso, Vuelo 93 se supone una reconstrucción sobria y fiel de lo ocurrido en el avión de la compañía United que, según se deduce por grabaciones de llamadas telefónicas hechas durante el vuelo, fue recuperado de los terroristas por pasajeros en revuelta y derribado antes de que se estrellara contra su objetivo, la Casa Blanca, en Washington. (En Estados Unidos ya se estrenó World Trade Center, de Oliver Stone, centrado en el rescate de policías atrapados en los escombros de las torres destruidas.)

Para desmantelar la sospecha de amarillismo, la producción de Vuelo 93 se ha cuidado en documentar con precisión los detalles históricos. Inclusive, la película se desarrolla en tiempo real, para acentuar aún más su aspecto de docudrama (término odioso, pero que en esta ocasión resulta adecuado). El pressbook de la película es en sí un prodigio de investigación, porque, además de describir la manera en que se procuró el mayor realismo durante el rodaje, ofrece una lista biográfica de los pasajeros y miembros de la tripulación fallecidos, con datos sobre su vida personal y quienes le sobreviven. Asimismo, los desconocidos actores fueron escogidos en virtud a su semejanza física con las personas reales, y no por su valor de marquesina.

Sin embargo, todo ese esmero no se ha trasladado a la pantalla. Encargado al director británico Paul Greengrass, Vuelo 93 se mueve en un pantanoso registro genérico, difícil de definir. Por un lado es un thriller sin suspenso, una película de desastres en la que sabemos no va a llegar la salvación con cara de Bruce Willis. Por otro, su verismo tampoco convence, porque a fin de cuentas su clímax es especulativo. Bien a bien, nadie sabe qué ocurrió en la cabina del vuelo 93 antes de desplomarse. La hipótesis de que los pasajeros se comportaron heroicamente en los últimos instantes de su vida, se antoja más bien un paliativo para consolar a sus seres queridos.

Greengrass reincide en ese estilo irritante -ya ejercido en sus anteriores Domingo sangriento (2002) y La supremacía Borne (2004)- de filmar todo como si el operador estuviera afligido por el mal de Parkinson: la cámara no para de moverse y ajustar sus foco y encuadre, en exagerada imitación del carácter inmediato de un documental. Así, el vuelo parece estar sujeto a turbulencias antes de que despegue. Ese irritante manierismo ni siquiera es ya una reproducción precisa del modo documental: cualquier camarógrafo periodístico consigue mayor estabilidad visual, según puede apreciarse cotidianamente en los noticiarios.

Era bastante más eficaz el telefilme Flight 93, de Peter Markle, estrenado en el canal A&E a principios de año que, en su individualización de algunos de los pasajeros condenados y las preocupación de sus familiares en tierra, conseguía un mesurado efecto emocional. En su comprensible afán de evitar los mecanismos melodramáticos, propios del cine de desastres, Vuelo 93 se mantiene neutro en tanto terroristas y víctimas nunca rebasan esa mera identificación. Como personajes no existen. Y la película sólo logra marearnos, no conmovernos.

Por lo visto, las películas hollywoodenses que aborden el mentado 11 de septiembre tenderán a exaltar instancias de heroísmo colectivo, y no a analizar las causas del hecho ni sus lamentables consecuencias mundiales (para empezar, el ser usado como pretexto para la invasión de Irak y la satanización generalizada del pensamiento islámico). Tal vez otras cinematografías o producciones independientes aportarán una perspectiva más penetrante.

Vuelo 93

(United 93)

D y G: Paul Greengrass/ F.en C: Barry Ackroyd/ M: John Powell/ Ed: Clare Douglas, Christopher Rouse, Richard Pearson/ I: Trish Gates, Polly Adams, Lewis Alsamari, Omar Berdouni, Cheyenne Jackson, Christian Clemenson/ P: Sidney Kimmel Entertainment, Studio Canal, Universal Pictures, Working Title Films. EU, 2006.

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