Usted está aquí: sábado 26 de agosto de 2006 Sociedad y Justicia Terminó la odisea; están en casa

Misa, banda y fiesta para los pescadores rescatados del otro lado del mundo

Terminó la odisea; están en casa

"Vengo del mar; no sé nada"

"No le echaron ganas", epitafio para los ausentes

HIRAM MORENO Y JAVIER VALDEZ CORRESPONSALES

Ampliar la imagen Jesús Eduardo Vidaña López y Salvador Ordóñez Vázquez al llegar a sus lugares de origen Foto: Javier Valdez y Jesús Hiram Moreno

Ampliar la imagen Jesús Eduardo Vidaña López y Salvador Ordóñez Vázquez al llegar a sus lugares de origen Foto: Javier Valdez y Jesús Hiram Moreno

Salvador Ordóñez Vázquez no dejó de agradecer a sus familiares, amigos y paisanos que ayer acudieron a recibirlo al aeropuerto internacional de Hualtulco. Música, flores y hasta un pequeño barco de madera fueron sus regalos de bienvenida.

La multitud esperaba con ansia al pescador originario de Puerto Angel, municipio de San Pedro Pochutla, que arribó en el vuelo 243 de Mexicana.

El recorrido de aproximadamente 40 kilómetros del aeropuerto a la agencia municipal de Puerto Angel, de donde salió hace tres años, terminó en el barrio La Mina. Ahí lo esperaba otro grupo de personas.

Más tarde, en entrevista, Salvador, uno de los tres pescadores a la deriva rescatados por un barco atunero con bandera de Taiwán el pasado 9 de agosto, dijo que permanecerá aquí hasta el próximo lunes, cuando regresará a Nayarit para arreglar asuntos pendientes.

De su aventura en alta mar, primero se negó a hablar de los dos pescadores que habrían muerto. "Yo vengo del mar y no sé nada de lo que dice la gente", afirmó. Más tarde, cambió de opinión y dijo: "Ellos nunca pasaron alimento, querían algo cocido.

"El señor (Juan David) dijo que fuéramos a Mazatlán, pero la verdad se puso bien mal, cayó como en estado de coma y ya no hablaba, sólo vomitaba", agregó.

Relató que comieron un pato por primera vez a los 13 días de estar a la deriva, y en el barco que los rescató lo primero que comieron fue "una buena sopa".

Agradeció al capitán y tripulantes del barco KOOS 127 que los rescató y que "que se portaron muy amables conmigo", lo mismo a quienes trabajan en la Secretaría de Relaciones Exteriores.

La odisea que vivió no hizo que su amor por el mar disminuyera, por lo que seguirá pescando, ya que es su "pasión". A sus compañeros pescadores que algún día podrían tener un percance les recomendó no darse por vencidos, "que le echen ganas".

De la lancha que no tenía matrícula ni nombre, Salvador argumentó que fue así "porque nada más íbamos por un día y no sabíamos qué iba a pasar".

Al preguntarle el nombre de su pareja que dejó en Nayarit cuando salió a pescar, pensó un momento y contestó: "¡No, pues se me olvidó ahorita!" Lo que causo la risa de quienes lo acompañaban.

En Sinaloa, decenas de culichis, entre ellos, familiares, amigos y curiosos recibieron en el aeropuerto internacional de Culiacán a Jesús Eduardo Vidaña López.

Jesús Eduardo, mejor conocido como Chuyío, fue escoltado por su familia y por elementos de Migración, quienes prácticamente los sacaron en vilo del aeropuerto.

En Las Arenitas, comunidad pesquera hasta donde se trasladó la comitiva y de la que es oriundo el pescador, fue recibido por la banda de música La Revancha.

"Chuyío, bienvenido de regreso a tu pueblo, Las Arenitas", rezaba una manta colocada a la entrada del lugar.

Jesús Eduardo acudió más tarde al templo de la comunidad acompañado de sus padres, hermanos, esposa y dos hijos, para una misa que se ofreció en su honor.

Las campanas comenzaron a repicar cuando el autobús del gobernador arribó a la iglesia de San Blas. Del vehículo bajó Lucio Rendón Pérez, pisando, por primera vez en nueve meses, tierra nayarita.

La banda arrancó con El corrido de Nayarit, y Lucio, de 28 años, hoy el hijo más querido de San Blas, se abrió paso entre la muchedumbre que lo recibió con un estremecedor y prolongado aplauso.

No cabía ni un alma en la Iglesia: hombres, mujeres, niños y ancianos apretujados en los pasillos, entre las bancas; todos de pie.

Lucio caminó hacia el altar, seguido por un enjambre de reporteros y camarógrafos. El sacerdote Pedro Fránquez Pérez tuvo que dar misa sin ser visto por su grey: la masa de cámaras impedía ver el púlpito.

"El Señor tiene poder sobre la naturaleza... Dios hará lo imposible", dijo el padre, durante su sermón.

-¿Esta es la vez que más se ha llenado la iglesia?

-No, cuando encontraron un náufrago después de ocho días de perdido y agarrado de una hielera, también se llenó, asegura una mujer-, "casi familiar" de Lucio Rendón.

A un costado de la iglesia, dos hombres sostienen un letrero: "A ver si así se acuerdan de los pescadores. Gracias Lucio, Chavita y Jesús. Que Dios los bendiga".

Era el fin de un larguísimo día que comenzó con su llegada a la ciudad de México a las 5:30 horas, procedentes de Los Angeles. En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se llevó a cabo una accidentada conferencia de prensa. Tras ésta, Jesús Vidaña, Salvador Ordóñez y Lucio se separaron. Cada uno iría a su lugar de origen.

Durante el vuelo 0144Y de Aeromar, rumbo a Tepic, un sonriente Lucio, de buen semblante, pasó el viaje platicando con reporteros y pasajeros. Iba acompañado del presidente municipal de San Blas, Miguel Bernal, y el secretario de Salud de Nayarit, Roberto Mejía. Este último sugirió que quizá la sangre del pescado les dio vitamina C a los náufragos.

En el aeropuerto de Tepic lo esperaban sus familiares; el obispo de Tepic, Alfonso Humberto Robles Cota, y la banda de música del gobierno del estado, que tocó Ya llegó el que estaba ausente.

De Tepic a San Blas, Lucio y su familia viajaron a través de la tupida vegetación tropical, en el autobús gubernamental (con un gran letrero en el costado: "Gobernador de tiempo completo"), escoltados por dos camionetas de Protección Civil y una ambulancia.

A su llegada a San Blas cerraron las calles para que pasara la comitiva. Y, en vez de recibirlo con una orden de aprehensión (por un delito menor de robo de camarón), le dedicaron una misa.

Lucio dijo que descansará por unos días y luego "pensaré en las propuestas que me han hecho de vender la historia, he tenido muchas ofertas y muy buenas". Sin embargo, se negó a dar cifras y nombres de empresas interesadas que, explicó, "son de cine y televisión".

"Por lo pronto -añadió- tengo planeado seguir trabajando en la pesca. Quiero descansar unos dos o tres días y prepararme para ir a los tiburones, a pescar en la lancha de mis tíos."

Cuando un reportero le dijo que hay especulaciones de que el largo recorrido por el océano no fue cierto, Lucio dijo que esas opiniones no le interesan. "Fueron cuatro aviones que agarré para llegar a mi tierra de regreso, ¿crees que fui nomás a pasearme?", reviró el pescador.

Agregó que las personas que fallecieron en la travesía "no le echaron ganas y por eso murieron". Indicó que la lancha en la que se extraviaron "pertenecía a Juan, quien venía de Mazatlán, pero lo conocí aquí en San Blas".

Al insistírsele sobre la identidad de Juan, el alcalde Bernal decidió dar por terminada la entrevista. "Ya le sirvieron la birria y se le va a enfriar", dijo. Y mientras, la sombra de la duda sigue ahí: ¿Por qué se ven tan sanos después de nueve meses a la deriva en alta mar?

 
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