Usted está aquí: lunes 28 de agosto de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Noche del 15: dos gritos, dos escenarios

En uno, arenga oficial y silencio popular

Empieza a tomar forma gobierno paralelo

Aún no hay una decisión en firme, pero la gente en los campamentos de Paseo de la Reforma hace sus planes, fantasea un tanto con lo que podría suceder en la noche del 15 de septiembre próximo.

Según crean sus escenarios los integrantes del plantón, que llenan las calles y los campamentos, especialmente los viernes por la noche, la ceremonia del Grito será recordada en la historia como la demostración más clara de la toma de conciencia de muchas personas que están en desacuerdo con el gobierno que tienen, y con el que le quieren imponer.

Para ellos el cuadro está bien diseñado: en el balcón central del Palacio Nacional, Vicente Fox Quesada y su camarilla; enfrente, en el edificio donde tiene oficinas la fracción perredista de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el cual tiene una enorme terraza que además da justo a la mitad de la plancha de la Plaza de la Constitución, Andrés Manuel López Obrador.

La gente, hablan por supuesto de ellos, aunque no descarta la posibilidad de que lleguen contingentes azules, miraría hacia el edificio donde estará el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, es decir, estaría de espaldas al Palacio Nacional, mejor dicho, de espaldas a Vicente Fox.

A las once de la noche sonarán las campanas y Fox lanzará la arenga con que se identifica el inicio de la revolución por la independencia de México. El grito tendrá como respuesta el silencio, el coro tradicional que acompaña al grito habrá enmudecido. Si acaso, dicen, algún azul despistado responderá, pero seguramente se perderá frente a la fuerza del silencio.

Más tarde, al finalizar la ceremonia oficial, se escucharán otras campanadas -que aún no saben de donde las sacarán- y la Plaza de la Constitución se llenará con las consignas de independencia con las que el cura Hidalgo convocó a la lucha de los habitantes de este país, para romper la dependencia con España.

La gente hará el coro tradicional. Cada frase tendrá su respuesta, y el Viva México, será, afirman emocionados, será el más fuerte y el más sentido que se halla escuchado en Zócalo desde hace muchas décadas.

Luego vendrá un festejo especial. En el corazón del país, donde esta vez habrá gente de todos los rincones, habrán de festejar, en paz y con alboroto, los del norte y el sur, los del centro y los de las orillas, que para entonces ya sabrán cuáles serán su propuestas para la convención nacional democrática, que se iniciará al siguiente día.

Pero la emoción les dura poco, también dicen que el templete que ocupa López Obrador todas las tardes, que está de espaldas al balcón central del Palacio Nacional, será el lugar desde el cual el candidato de la coalición recuerde las palabras de Hidalgo, porque es allí en donde está el sonido, las cámaras y todos los equipos técnicos que se podrían usar esa noche.

Además advierten que la terraza de las oficinas de la fracción del PRD están muy altas -cuatro o cinco pisos-, lo que haría difícil la visibilidad del líder.

De cualquier forma, los habitantes del campamento de la protesta van a insistir en su idea, al fin y la cabo, saben y señalan, no se trata más de poner en la mesa otra idea, con buena voluntad, para el gobierno paralelo que empieza a conformarse, y que al día siguiente, el 16, iniciará los trabajos de su estructura. Así van las cosas, esperemos.

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