Usted está aquí: miércoles 6 de septiembre de 2006 Opinión El esperma sin macho

Arnoldo Kraus

El esperma sin macho

El esperma sin macho" es el título de una pequeña nota aparecida en el periódico español El País (12 de julio de 2006) cuyo subtítulo podría ser, "O la sociedad del futuro", o, más bien, "O la sociedad sin futuro". Interesante noticia, tanto por lo que dice como por lo que calla. En muchas ocasiones, lo que no dicen los artículos, que es lo que debe leerse "entre líneas", puede ser una de las partes fundamentales del texto. El esperma sin macho es buen ejemplo de ese ejercicio.

Julio Verne y Aldous Huxley, entre otros, se han ocupado, con éxito, no sólo de transformar porciones de la ficción en realidad, sino de sembrar una dosis de cuestionamiento en la sociedad acerca de los avances de la ciencia. Otra parte de esa dosis proviene de la misma ciencia, sobre todo, la contemporánea. En los últimos años, a partir de los trabajos sobre clonación y células madre, la experimentación en medicina se ha ocupado de que lo otrora inimaginable se vuelva, poco a poco, realidad.

El esperma sin macho es un tema que oscila entre lo lúdico y lo real y entre la ironía y lo que sucede en nuestra sociedad. Si acaso el experimento y sus posibles escenarios son exitosos, aunque la noticia se preste para jugar, es fundamental cavilar en lo que representa el experimento. En síntesis, explica "El esperma sin macho" que investigadores de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, en colaboración con científicos alemanes, han logrado crear esperma a partir de las células madre extraídas de un embrión. El experimento se realizó en ratones y sirvió para engendrar siete bebés de ratón, seis de los cuales lograron madurar, aunque tres fallecieron después a causa de los problemas de crecimiento que presentaban, ya que eran o muy grandes o muy pequeños.

Fueron dos las conclusiones principales del estudio. La primera es que con la información obtenida se pueden estudiar algunos de los problemas de la infertilidad; la segunda es que el experimento debe mejorarse para reducir la mortalidad de los embriones. Ya que lo lúdico se confunde con la ciencia y la ficción con la realidad, el juego es bienvenido. Son varios los escenarios posibles.

Primero. Las mujeres que quieran procrear y que carezcan de marido, o de donadores de espermatozoides, o de mujeres que alquilen sus úteros, o que tengan esposos impotentes, podrán recurrir a los espermatozoides de ratón. Sí alcanzamos la "superposmodernidad" -todo depende de los miembros del G-8-, la sociedad del futuro podrá conformarse por seres con cabeza de roedores y cuerpos de humanos así como por parejas anorgásmicas. Toda una nueva variable para la ciencia ficción: parejas donde el orgasmo -y sus sucedáneos- sea vieja referencia de los diccionarios.

Segundo. La mujer o la pareja interesada en adquirir esperma de ratones podrán, también, decidir el sexo de su hijorratón o de su hijarratona. Todo un logro de la ciencia: quizás así logremos mejorar la tan mentada condición humana (Malraux dixit).

Tercero. La mujer o la pareja que desee utilizar esperma de ratón tendrán que estudiar bien a los donadores potenciales. Entre más semejantes sean ambos, física e intelectualmente, mejor (este apartado será fácil de conseguir, aunque, lamentablemente, aumentará el número de políticos).

Cuarto. Si algunos investigadores desalmados se robasen algunas células madres de los ratones productores de esperma y las vendiesen, como en la mejor de las novelas de ciencia ficción, es probable que nuestra sociedad se constituya tanto por ratones humanizados como por humanos ratonizados -no puedo olvidar cómo, en un viaje reciente a Nueva York, un pequeño ratón que afloró de las coladeras y se paseo entre los comensales de un restaurante causó una verdadera conmoción-. ¿Qué harán las mujeres que porten en su interior esperma de ratón?

Quinto. Ya que la investigación carece de límites es muy probable que dentro de un tiempo se pueda procrear sin hombres... (los puntos suspensivos los dejo para el lector, que seguramente podrá ser más irónico que yo).

Sexto. Un problema interesante será la comercialización de los espermatozoides de ratón. En Estados Unidos, por los óvulos humanos se llega a pagar hasta 20 mil dólares. No dudo que con los espermatozoides de ratón sucedan fenómenos similares, lo cual, por supuesto, ahondará las diferencias entre ricos y pobres. Los beneficiados serán los investigadores, quienes podrán vender la patente: "el esperma de ratón puede salvar su vida y la de su pareja".

Ante la imposibilidad de concluir, concluyo: ¿el esperma sin macho nos deparará la sociedad del futuro, o la sociedad sin futuro?

 
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