Número 122 | Jueves 7 de septiembre de 2006
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Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Estrategias para reducir la transmisión perinatal del VIH/sida

En la lucha contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) existen dos hechos trascendentes: el surgimiento de medicamentos conocidos como inhibidores de proteasa que permitieron la aplicación de tratamientos más efectivos conocidos como terapia antrretroviral altamente activa (TARA), que mejoraron el tiempo y calidad de vida de los pacientes, y la disminución en la transmisión perinatal, es decir, de una madre infectada a sus hijos, en más de 97 por ciento de los casos.

Así lo informaron Manuel Pacheco Ruelas y Gustavo Sánchez Huerta, director y jefe de Pediatría del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional “La Raza” del Instituto Mexicano del Seguro Social, quienes refirieron que desde 1994 se han desarrollado estrategias cada vez mas completas de prevención para la mujer durante todo el embarazo, el parto, y para el recién nacido en las primeras semanas de vida, evitando la transmisión del VIH en mas del 97 por ciento de los casos.

El punto de partida fueron los resultados del Ensayo Clínico sobre Sida en Pediatría (Pediatric Aids Control Trial Group; PACTG 076) dados a conocer ese 1994 y en el que se demostró que el tratamiento con el medicamento antiviral zidovudina (ZDV) a la madre y a su hijo pudo reducir la transmisión perinatal del VIH en 70 por ciento (ocho por ciento de infección en niños con tratamiento y 26 por ciento en niños sin él).

El tratamiento fue exitoso, incluso en hijos de madres con enfermedad avanzada, cuando se administró el medicamento de manera oportuna, es decir, a partir de las 14 semanas de gestación.

Explicaron que para ello se requiere de un equipo multidisciplinario que integran infectólogos, ginecólogos y pediatras, entre otros. Como parte de ese equipo, el pediatra desempeña un papel muy relevante en la tarea preventiva, y su labor inicia en la sala de partos, etapa en la que se transmiten hasta 80 por ciento de las infecciones.

Ahí el pediatra estima el riesgo de transmisión en función de las condiciones clínicas de la madre. Para este momento, el infectólogo y el ginecólogo han continuado o establecido el plan de tratamiento preventivo que aplicarán a la mujer, y con ésta información se decide el o los medicamentos que se prescribirán al recién nacido.

Durante el nacimiento, ya sea por parto o cesárea, el recién nacido está expuesto a una cantidad considerable de secreciones y sangre materna, el pediatra debe evitar que sean aspiradas y/o deglutidas por el bebé, o que tengan contacto con otras mucosas, lo que podría significar un riesgo de contagio.

La disminución de los riesgos de transmisión por sangre o secreciones se lleva al mínimo, dijeron, evitando punciones innecesarias como la derivada de la administración de medicamentos profilácticos como la vitamina K que puede ser aplicada al neonato posteriormente, quizá en la sala de cuneros.

Señalaron los doctores Pacheco Ruelas y Sánchez Huerta que cualquier maniobra de urgencia que requiera el recién nacido debe realizarse sin pérdida de tiempo, evaluando los riesgos que pueda representar.

En las primeras doce horas de vida, el pediatra debe decidir el tratamiento antiviral que recibirá el recién nacido para evitar la transmisión del VIH. Puede consistir de uno, dos y hasta tres medicamentos según el riesgo estimado, y durante hasta seis semanas, tiempo en el cual deben iniciarse los estudios para confirmar si hay o no infección, sin que esto implique demora en las estrategias preventivas.

Una recomendación general vigente es evitar la lactancia materna, pues el riesgo de transmisión por esta vía es de 15 por ciento y está directamente relacionado con el tiempo que se mantenga, por lo que las estrategias de alimentación artificial deben ser puestas en práctica tan pronto como el bebé empiece a ser alimentado.

Destacaron que más del setenta y cinco por ciento de los niños expuestos al VIH tiene peso y talla adecuados para su edad, y prácticamente en el cien por ciento de ellos la prueba de ELISA resulta positiva (seropositivos), sin que esto signifique que se encuentren infectados por el VIH.

Lo anterior se debe a la transferencia de anticuerpos maternos que circulan en la sangre del bebé por periodos prolongados, de hasta los 18 meses posteriores al nacimiento. Es por esto que las herramientas de diagnóstico en este grupo de edad implican necesariamente la demostración de la presencia del virus en la sangre, no de anticuerpos.

El seguimiento de estos niños en sus primeros meses de vida no difiere del que necesita un niño no expuesto al VIH, así que es deseable que sea cuidadosamente vigilada su alimentación y su desarrollo psicomotor, y que les apliquen las vacunas pertinentes, en tanto no se demuestre la presencia de infección por el VIH. Cuando ésta se ha comprobado, la mayor parte de las vacunas deben aplicarse bajo supervisión de un experto, especialmente en las etapas asintomáticas de la infección, o sea, antes de la presencia del sida.

En los pocos y desafortunados casos en que se presenta la infección perinatal por el VIH, debe iniciarse el tratamiento antiviral y multidisciplinario bajo la coordinación de un infectólogo-pediatra. En los niños sin infección por el VIH, no se requiere ninguna intervención en particular y pueden ser atendidos bajo las premisas de los sanos.

Los doctores Pacheco Ruelas y Sánchez Huerta expresaron que en el Hospital de Infectología del CMN “La Raza” del IMSS, con la aplicación de estas estrategias, se ha logrado que el porcentaje de transmisión perinatal del VIH sea del 2.7 por ciento y se estima que esta cifra sea cada vez menor a medida que se difundan y apliquen.