Usted está aquí: miércoles 13 de septiembre de 2006 Cultura Indaga especialista en ''la historia subalterna'' de la Independencia

Eric van Young presenta su trabajo La otra rebelión, publicado por el FCE

Indaga especialista en ''la historia subalterna'' de la Independencia

Destaca el protagonismo de los indígenas en el movimiento del que surgió México

Se concentraron más en la defensa de las comunidades que en ''forjar patria'', sostiene

ARTURO JIMENEZ

Más que motivos agrarios, que sí los hubo, las causas de la participación de sectores indígenas y campesinos en la guerra de Independencia de México se debieron sobre todo a cuestiones religiosas y culturales, con el objetivo fundamental de defender sus identidades comunitarias.

La lucha por la independencia no tuvo sólo las razones de los sectores criollos altos y medios, de la Nueva España -quienes entre otras cosas querían desplazar a los peninsulares y hablaban de la construcción de un nuevo Estado-nación-, sino de los indígenas, quienes integraban mayoritariamente la tropa para defender sus modos de vida contra la expansión y la modernización colonial.

Tal es uno de los planteamientos más importantes del historiador estadunidense Eric van Young en su investigación La otra rebelión: la lucha por la independencia de México, 1810-1821 (Fondo de Cultura Económica, FCE), en el cual se aborda, por primera vez de manera amplia y exhaustiva, el aspecto social de esa lucha armada, ''la historia subalterna''.

De visita en México, Van Young charla con La Jornada acerca de su nuevo libro, que hoy será presentado a las 17 horas en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, comenta que el discurso de los rebeldes de origen rural y popular era fuertemente religioso, pero no tanto por el lado del guadalupanismo, sino a partir de sus santos patronos locales y de sus prácticas comunitarias.

''Eran movimientos sociales con distintas metas, pero que hacen contacto en varios puntos: ideológicos, militares, políticos. Tenemos por un lado un movimiento político básicamente criollo, y mestizo también, que tiene más que ver con una tradición revolucionaria atlántica, que abarca desde mediados del XVIII, empezando con la Revolución Francesa, y va hasta las revoluciones de 1848 en Europa.

''Con tintes religiosos, sobre todo en torno de la virgen de Guadalupe, las rebeliones criollas y mestizas empiezan como movimientos autonomistas y desembocan en la fundación del Estado mexicano.''

Los de abajo

Por el otro lado, Van Young ubica la rebelión popular. ''Se ha planteado como un hecho que la gente común mostró una especie de reflejo pavloviano y que nada más vio la bandera con la imagen de la virgen de Guadalupe y la siguió ciegamente, pero no encontré evidencia constante de eso en la investigación''.

Luego de insistir en que un movimiento era más de naturaleza protonacionalista y otro más localista, abunda: ''Si no tomamos eso en cuenta, no vamos a entender el proceso, la lógica, la dinámica interna del movimiento independentista''.

Considera que ''la otra rebelión'' ha sido un tanto marginada y poco investigada, debido quizá a la intención de construir una ''historia nacional mitificada''. No se trata de una mentira, ''sino de una exageración, y eso pasa en todas las naciones''.

En la rica historiografía de autores mexicanos y extranjeros sobre la rebelión de independencia, la meta ha sido, ''no para construir mitos de manera consciente, pero sí para concentrarse en los grandes próceres, como lo he hecho también en alguna época: la alta política, la ideología de los fundadores de la nación mexicana, las relaciones entre la nueva y la vieja España, el proceso militar''.

Por eso, ante el agotamiento de esa historiografía tradicional, la necesidad de relaborar lo investigado y el interés de conocer qué sucedió ''abajo'', Van Young se dio a la tarea de indagar ''la otra rebelión'' de la Independencia mexicana.

Por ejemplo, en la medida de la escasa documentación existente, el libro de este investigador ofrece historias de vida de algunos de esos rebeldes, como Chito Villagrán, un delincuente de pueblo que se transformó en insurgente, y perfiles sociales y estadísticos de los personajes.

Entre los muchos hallazgos de Eric van Young -a contracorriente de un presunto predomino de mestizos en las huestes de Hidalgo y de la ''raza cósmica'' como base del Estado mexicano-, destaca que los porcentajes en las filas insurgentes corresponden básicamente a la composición social de la Nueva España en esa época, cuya ''abrumadora mayoría'' era indígena.

Y a partir de ubicar que los indígenas, a diferencia de las castas y los criollos, tenían un círculo de interés político más local y regional, dice que por ello se concentraron más en la defensa de las comunidades que en ''forjar patria''.

En esa decisión de vida o muerte, de participar en una guerra, concluye Van Young, los indígenas buscaban en un primer momento la defensa cultural de la comunidad, más allá de la cuestión de la propiedad de la tierra, que sí era codiciada por los terratenientes.

 
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