Usted está aquí: miércoles 13 de septiembre de 2006 Opinión ¿Terrorismo israelí en Buenos Aires?

José Steinsleger /II y última

¿Terrorismo israelí en Buenos Aires?

Los argentinos conocieron el lado tenebroso del poder global con varios años de antelación al 11 de septiembre de 2001, cuando el presidente Carlos Menem festejaba el ingreso del país al "primer mundo" y las "relaciones carnales" con Washington anunciaban lo mejor. Entonces las calles de Buenos Aires trepidaron en dos ocasiones.

Los atentados a la embajada de Israel (17 de marzo de 1992) y al edificio de la Asociación Mutual Israelita (AMIA, 18 de julio de 1994) dejaron un total de 114 muertos y más de medio centenar de heridos (29/242 y 85/300, respectivamente). El ataque a la legación extranjera quedó en agua de borrajas. Pero el perpetrado contra la institución argentina indignó al conjunto de la sociedad.

A 14 y 12 años de los hechos, lo único claro es cuándo y dónde. Sin embargo, los "quién", "por qué" y "para qué" subyacen en una maraña de investigaciones judiciales y de "inteligencia", condenas, versiones, pistas, conjeturas, absoluciones, nuevas y más pistas. Maquiavelo, Kafka y John Le Carré llorarían de impotencia.

Los primeros informes técnicos de la policía federal y el Colegio de Ingenieros de Buenos Aires dictaminaron: "implosión". Los "expertos" de Israel y Estados Unidos impusieron lo suyo: "explosión". Una implosión requiere de ciertos cuidados y planificación y a los terroristas les encanta explotarse... ¿verdad? Y si los objetivos eran "judíos" los terroristas "eran árabes de Hezbolá con ojos desorbitados y pagados por Irán"... ¿verdad? Vamos a comerciales.

Un jefe de los "servicios" de Menem: Hugo Anzorreguy, titular de la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE).

Un juez omnipotente: Juan José Galeano.

Primeros culpables: Carlos Teilleldín y un grupo de policías de moral dudosa.

Una prueba irrefutable: el motor numerado del coche bomba que "vio" una sola testigo, mas no sus acompañantes. Enfermera de la policía federal, Anzorreguy se encargó de atender a la "testigo", María Nicolasa Romero.

Un agente iraní que desde Suiza giraba dinero a Buenos Aires a través de bancos de Ciudad del Este (Paraguay, "triple frontera", donde hay "células dormidas de Al Qaeda y Hezbolá"... ¿verdad?).

Testigos de "identidad reservada" como el policía Julio Simón.

Un representante moral de la "sociedad civil": Rubén Ezrah Beraja, titular de la AMIA.

Finalmente...

El juez Galeano fue destituido y perdió los fueros por las irregularidades cometidas en el caso. Entre éstas, ciertas negociaciones con un falso fiscal israelí, Eldad Gaffner, denunciado inclusive por el periódico argentino Nueva Sión, ligado a los neoconservadores de Estados Unidos.

Anzorreguy admitió ante la justicia que por decisión "del entonces presidente" entregó 400 mil dólares a Telleldín, para que admitiese haber armado el "coche-bomba" y acusara a los policías del atentado. Tras ocho años en prisión, todos fueron absueltos.

Los restos del motor del "coche bomba" que nunca existió fueron milagrosamente encontrados por el general del Mossad Zeev Livne, jefe de la brigada de rescate israelí. No obstante, el agente de la FBI Charles Hunter contradijo a Livne: "fue implosión".

Menem desvió la "pista siria" hacia la "pista iraní" sugerida por los gringos y el Mossad y, en el otro patín, por sus intereses con el "clan Yoma" (al que pertenece Zulema, su ex esposa).

En Suiza, la justicia concluyó que en lo relativo a los grupos terroristas de la "triple frontera", el agente iraní era un mitómano.

Julio Simón, alias turco Julián (el testigo de "identidad reservada"), colaborador de Galeano y nazi confeso, fue condenado a 24 años de prisión por crímenes cometidos en los años de la dictadura.

Rubén Ezrah Beraja pasó dos años en prisión acusado de "asociación ilícita" por la quiebra del Banco Mayo, causa que le llevó a pedir la "protección" de Menem impidiéndole atender el dolor y la indignación de los familiares de la AMIA.

En marzo de 2005, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, el gobierno de Néstor Kirchner reconoció la responsabilidad del Estado por "encubrimiento y degnegación de justicia" en el caso AMIA. En ceremonia celebrada en la Casa Rosada (presidencial), Kirchner dijo: "Se ha trabajado para que las pruebas desaparezcan".

Pero en enero pasado, tras el encuentro de Kirchner con los miembros del American Jewish Comitee (influyente lobby sionista Estados Unidos), el nuevo fiscal de la causa, Alberto Nissman, retomó la hipótesis del chofer suicida. Maquiavelo, Kafka y Le Carré enloquecieron. Según Nissman, el suicida se llama Ibrahim Hussein Berro, militante de Hezbolla, muerto en combate contra Israel en 1989 y (oh, oh), con ayuda de Anzorreguy reconocido por la enfermera Romero en 1994...

En suma, la única voz autorizada para entender el caso AMIA sería la del jurista italiano Cesare Bonesana, marqués de Beccaria (1738-1794): "La mejor manera de desviar una investigación penal es procesar a alguien que no puede tener nada que ver y la mejor manera de consagrar la impunidad de los verdaderos culpables, es condenarlo". Irán es culpable... ¿verdad?

 
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