Usted está aquí: jueves 14 de septiembre de 2006 Opinión Carta de Nueva York

Miguel Marín Bosch*

Carta de Nueva York

Durante esta semana se está desarrollando una intensa actividad en diversas instancias multilaterales. La Asamblea General de las Naciones Unidas inició el pasado martes su sexagésima primera sesión. Ha sido una cadena ininterrumpida de reuniones anuales del foro más representativo de la comunidad internacional. En la sede de la ONU en Nueva York empezó hoy un diálogo de alto nivel sobre migración internacional y desarrollo.

Mientras tanto, en La Habana está por concluir la 14 reunión cumbre del Movimiento de Países no Alineados (MPNA). Hace 27 años la capital cubana fue la sede de la sexta cumbre. Por cierto, fue en esa reunión de 1979 que México, cuando aún era observador activo del MPNA, anunció que establecería relaciones diplomáticas con la República Arabe Saharauí Democrática. Dos cosas han cambiado desde entonces. Primero, la Unión Soviética ha desaparecido. Su invasión de Afganistán (miembro del MPNA) en diciembre de ese año le complicó mucho a Cuba su gestión al frente del movimiento. Segundo, Fidel Castro no jugará el papel protagónico que requiere el movimiento.

Un asunto que habrá de discutirse este otoño en Nueva York, y que sin duda está siendo examinado en La Habana en estos días, es el de la sucesión de Kofi Annan. El nuevo secretario general deberá tomar posesión el primero de enero de 2007 por un periodo de cinco años, con la posibilidad de una única relección. Esto último no está escrito en ninguna parte pero se ha convertido en una práctica ampliamente aceptada.

Hace cinco años, a mediados de 2002, Washington ya le había concedido un segundo mandato a Kofi Annan. Desde luego que tuvo su precio esa relección adelantada: adiós a la señora Mary Robinson como Alta Comisionada para los Derechos Humanos; adiós al señor Jayantha Dhanapala como el subsecretario de la ONU encargado de asuntos de desarme; y adiós a varios otros funcionarios. Por cierto, Dhanapala es de Sri Lanka y uno de los cuatro candidatos oficiales de Asia para suceder a Annan.

Los otros tres son: Ban Ki-moon, el ministro de Relaciones Exteriores y Comercio de la República de Corea; Surakiart Sathirathai, el viceprimer ministro de Tailandia; y Shashi Tharoor, de India, actual subsecretario de la ONU para comunicaciones e información pública. ¿Por qué tanto asiático? Sencillamente porque Asia dice que vuelve a ser su turno. Por alguna razón que nadie puede explicar, hay muchos que creen que el cargo de secretario general de la ONU debe "rotarse" entre los distintos grupos regionales.

Las agrupaciones regionales se inventaron hace 40 años para agilizar los actos protocolarios (habla únicamente un representante de cada grupo) y facilitar la elección de países a los órganos de composición restringida como el recién creado Consejo de Derechos Humanos o el Ecosoc. La presidencia de la Asamblea General y de sus múltiples comisiones se va rotando anualmente entres los cinco grupos regionales: Africa, América Latina y el Caribe, Asia, Europa oriental y Europa occidental y otros. Esos "otros" son Australia, Canadá Estados Unidos y Nueva Zelanda. Hay quienes también quieren aplicar ese principio de rotación al puesto de secretario general. El Consejo de Seguridad elige al secretario general y la Asamblea General ratifica esa elección.

En un principio la Unión Soviética aceptó al candidato de Europa occidental, mismo que apoyaba Estados Unidos. Cinco años más tarde la URSS permitió la relección del noruego Trygve Lie, pero pronto empezó a obstaculizar su trabajo al grado que el secretario general tuvo que renunciar. Luego siguieron Dag Hammarskjöld, de Suecia (1953-1961); U Thant, de Birmania (1961-1971); Kurt Walheim, de Austria (1972-1981); Javier Pérez de Cuéllar, de Perú (1982-1991); Boutros Boutros Ghali, de Egipto (1992-1996), y Kofi Annan, de Ghana.

Con una sola excepción, cada secretario general desde U Thant ha estado al frente de la organización una década. La excepción fue Boutros Boutros Ghali, cuya relección fue vetada por Estados Unidos. De hecho algunos miembros permanentes del Consejo de Seguridad han recurrido al veto para impedir la elección de un secretario general. En 1981 Estados Unidos vetó en 16 ocasiones la candidatura de Salim Ahmed Salim, de Tanzania. Ese año China hizo lo mismo también en 16 votaciones para impedir que Waldheim obtuviera un tercer mandato. El beneficiario de la actitud de China y Estados Unidos hacia esos candidatos fue Javier Pérez de Cuéllar.

Nacionales de Europa occidental han estado al frente de la secretaría general de la ONU durante 25 años, seguidos por Africa con 15 y Asia y América Latina y el Caribe con 10 cada uno. Si vamos a insistir en la rotación entre regiones el puesto debería recaer en un nacional de Europa oriental. Pero el grupo asiático sigue insistiendo en que vuelve a ser su turno.

Aparte de los cuatro candidatos oficiales de Asia hay muchos otros individuos que han sido propuestos. La lista incluye a nacionales de Turquía, Singapur y Jordania. También se mencionan los nombres de personas provenientes de otros 30 países. Inclusive se han sugerido los nombres de Bill Clinton y Tony Blair.

Lo importante no es el país de origen del individuo que aspira a ser secretario general. Olvidémonos del llamado principio de la rotación entre regiones. Busquemos a una persona que crea en el multilateralismo e impongamos un par de condiciones. La primera sería que el candidato sea inteligente, además de buen administrador. La segunda sería que sea una mujer.

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y director del Instituto Matías Romero

 
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