Usted está aquí: viernes 15 de septiembre de 2006 Opinión PENULTIMATUM

PENULTIMATUM

 

El verdadero malhechor

EN COLOMBIA, UNA niña de 11 años fue violada por su padrastro. Las instancias judiciales y de salud pública aprobaron sin duda alguna que a la pequeña se le diera un medicamento que propiciara un sangrado y evitar así el nacimiento de una criatura no deseada, fruto del peor abuso. Pero un cardenal con alto cargo en el Vaticano, Alfonso López Trujillo, calificó de malhechores a quienes autorizaron y realizaron dicho sangrado. En todo el mundo se practican a diario miles de abortos que ponen en peligro la vida de las mujeres por la forma inadecuada en que se realizan. También miles de niñas son víctimas de abuso sexual que termina en el nacimiento de criaturas no deseadas. Cada vez son más los países que autorizan el aborto en casos extremos y también destaca la posición intransigente de jerarcas católicos y grupos patrocinados por ellos que condenan el aborto, cualquiera que sea su motivo.

PARA FORTUNA, Y como contribución a los desmemoriados, el escritor Héctor Abad Faciolince nos recuerda los siniestros antecedentes del cardenal Trujillo López, defensor a ultranza de la familia tal y como la concibe la jeraquía vaticana, combatiente del aborto, la píldora anticoceptiva y la del día siguiente, la homosexualidad, la unión de parejas del mismo género y el uso del condón, incluso entre quienes padecen sida. Además, protector de curas pederastas, que han abusado sexualmente de jóvenes en los seminarios y de niños y niñas en sus parroquias. Abad Faciolince conoce bien al susodicho cruzado medieval, pues fue arzobispo de la ciudad de Medellín, donde reside el reconocido escritor y periodista.

POR ESO NOS recuerda cómo hace un cuarto de siglo, cuando esa ciudad sufrió la peor de las degradaciones y la violencia desatada por narcos y paramilitares (6 mil 500 asesinatos al año), estos delincuentes tuvieron la protección del prelado y la camarilla que lo rodeaba a cambio de beneficiarse del dinero mal habido, procedente del crimen organizado. No en balde, hoy el cardenal hace ostentación de riqueza en su palacete romano. En su codicia sin límites, se dio el lujo de vender el edificio donde funcionaba el seminario de Medellín, con un alto valor inmobiliario, para convertirlo en centro comercial. Lo que era, supuestamente, un lugar para preparar teólogos y salvadores de almas, hoy alberga la Feria del Brassier y la Pantaleta; donde estaba la capilla funciona una pizzería, sin faltar un salón de belleza y masajes, otros negocios diversos y hasta una casa de cambio con fama de lavar dinero.

TAMBIEN EL PRELADO se hizo de nombre por combatir a los curas que atendían a los pobres en las barriadas. Obligados a colgar su sotana, o ser excomulgados, dejaron el campo libre para que se fomentara la prostitución infantil y la proliferación de jóvenes sicarios o que engrosaron la guerrilla y los grupos paramilitares.

EN FIN, SOSTIENE Faciolince, el verdadero malhechor es quien protege al violador de la niña colombiana de 11 años y excomulga a quienes la salvaron de tener un hijo que ni podía ni quería conservar.

 
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