Usted está aquí: viernes 15 de septiembre de 2006 Política Zozobra nocturna se torna fiesta patriótica

Hoy habrá un Zócalo tranquilo, contento y sin Fox

Zozobra nocturna se torna fiesta patriótica

Movimientos de la PFP inquietaron a plantonistas

JAIME AVILES

Ampliar la imagen Las personas que participaron en la resistencia civil pacífica convocada por Andrés Manuel López Obrador, ayer levantaron el plantón, que comenzó el 30 de julio, y se trasladaron al Zócalo para festejar el 196 aniversario del inicio de la guerra de Independencia Foto: Ap / Eduardo Verdugo

Son las 10:30 de la noche en el Zócalo. Hace hora y media sólo había campamentos de seguidores de Andrés Manuel López Obrador, pero en un abrir y cerrar de ojos el panorama cambió por completo y, salidos de quién sabe dónde, aparecieron cientos de puestos de banderas, sombreros, camotes, elotes, fritangas, huevos llenos de confeti, botes que disparan espuma y los más diversos productos del tianguis patriótico. En menos de lo que dura un partido de futbol, la cultura popular provocó una cinematográfica metamorfosis.

Hoy, 46 días después del domingo 30 de julio, se levantará el plantón de los seguidores de Andrés Manuel. Anoche nadie durmió ya en los campamentos del Zócalo, cuyos inquilinos fueron reacomodados bajo los toldos de otras calles para acelerar sin ellos los preparativos del Grito de Independencia. Pero antenoche, o más bien, ayer a las cuatro y media de la madrugada, la Plaza de la Constitución, como también se llama, era el reino de la locura.

Bajo los portales de 20 de Noviembre las potentes bocinas de la famosa pero inexistente Radio Voluntad Popular "transmitían" música de salsa y decenas de parejas bailaban frente al moderno Palacio del Ayuntamiento, mientras, aquí y allá, grupos de jóvenes jugaban futbol a la luz de las estrellas, en tanto, una señora de abrigo y mascada al cuello, de espaldas a las vallas metálicas dispuestas frente a Palacio Nacional, gritaba, más que impartir, una sesuda conferencia acerca del 11 de septiembre de 2001 y sus efectos sobre los precios internacionales del petróleo, pero lo más extraño era que una docena de insomnes la escuchaba con la mayor atención.

Temor al desalojo y aprehensión

Eran, tal vez convenga repetirlo, las cuatro y media de la madrugada. Muy cerca del atrio de la Catedral Metropolitana dos hombres pesimistas y circunspectos calculaban que por las dos salidas del Metro que hay sobre la acera de Palacio Nacional, la Policía Federal Preventiva (PFP) podía efectuar un "desembarco de tropas" para recobrar el Zócalo y llevarse preso a Andrés Manuel.

Su preocupación contrastaba con las fantasías de quienes "defendían" la entrada al Zócalo por la esquina de 16 de Septiembre y 5 de Febrero, roncando a pierna suelta en pequeñas pero numerosas tiendas de campaña que ostentaban letreritos con los nombres de los hoteles más caros del Distrito Federal, mientras en la esquina del Zócalo con Pino Suárez, encima de un templete del tamaño de un cuadrilátero de box, una veintena de hombres de chamarra amarilla rodeaba a un señor que a su vez pronunciaba un discurso para 40 o 50 personas más, también de chamarra amarilla, que de pie a sus pies lo aplaudían y coreaban consignas de "¡repudio/ total/ al fraude electoral!"

Quizá no resulte ocioso insistir en el hecho de que eran las cuatro y media de la madrugada, ni tampoco subrayar que nadie sabía a ciencia cierta qué sucedería cuando saliera el sol. Y todo porque a las ocho de la noche, a una voz que ya era esperada, los campamentos del Paseo de la Reforma colocados a la altura del Zoológico de Chapultepec se habían mudado repentinamente al Zócalo para hacerle frente al rumor de que la PFP, allá en sus cuarteles, preparaba movimientos de grandes dotaciones de hombres a fin de colocar retenes sobre los accesos a la plaza y "quitarle" el Grito a López Obrador.

A la luz de los hechos, los historiadores o, en su defecto, los periodistas deberán establecer si cuando la población civil reforzó el control del Zócalo se produjo, o ya existía y nada más se concretó, un acuerdo entre el Gobierno del Distrito Federal y las autoridades federales, porque lo cierto es que, antes de que transcurriera una hora de zozobra y confusión, los granaderos de la policía capitalina tendieron una valla metálica, de color gris, a todo lo largo de la fachada del Palacio, y detrás de ellos, vestidos de civil, los elementos del Estado Mayor Presidencial colocaron otra, de color verde y barrotes más gruesos, y elementos de una y otra corporación se pusieron a cuidar el edificio... por delante.

Sí, porque por detrás, la PFP empezó a bajar camionadas de hombres equipados como robocops en todas las calles que desembocan a los costados y a las puertas posteriores del baluarte, en un rápido y silencioso despliegue que este cronista atestiguó en compañía de un pequeño grupo de periodistas independientes que recababan información gráfica para publicarla de inmediato en Internet.

Todavía al filo de las seis de la mañana, después de retirarse del Zócalo una hora antes, el cronista recibió una llamada telefónica de alguien que iba por el Viaducto en dirección al centro de la ciudad y fue rebasado por un convoy de seis camiones más de la Federal Preventiva que, desde luego, no iban a participar en una gesta absurda para respaldar aquellas curiosas palabras de Vicente Fox que -semanas atrás, el ahora remoto domingo de agosto en que Andrés Manuel prometió que el titular del Ejecutivo no leería su sexto Informe ni daría el Grito este año-, respondió, con mucho empaque, como siempre, que "el gobierno federal preservará las instituciones y las celebraciones".

Y no. Ayer a las tres de la tarde, mientras las pequeñas y numerosas tiendas de campaña se derretían al rayo del sol sobre el arroyo vehicular sin que la PFP hubiese brotado por las bocas del Metro para recobrar la plaza por asalto, el secretario de Gobernación, desde su palacio en Bucareli, anunció que Fox conmemoraría la gesta independentista en su natal Guanajuato porque, según versiones que circulaban con insistencia en el entorno de. López Obrador, "120 por ciento de los invitados a la fiesta del Presidente en Palacio Nacional habían cancelado su asistencia alegando compromisos de última hora de carácter impostergable".

En esa atmósfera de triunfo, ayer, durante la última asamblea informativa de las siete de la noche -la de hoy será a las 11 de la mañana-, la multitud reunida frente al templete y con su equipaje listo para mudarse después de la reunión, aplaudió la entrega de diplomas a los responsables de los campamentos de los estados y del Distrito Federal, a quienes Andrés Manuel entregó sendos pergaminos que los acreditan como fundadores de la convención nacional democrática, antes de pronunciar un discurso pletórico de elogios para Alejandro Encinas, quien como jefe del gobierno capitalino dará el Grito esta noche en un Zócalo tranquilo, contento y sin Fox.

 
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