Usted está aquí: miércoles 20 de septiembre de 2006 Política Rivera no alertó a Mahony sobre el comportamiento del cura denunciado

También dijo no poder localizarlo, cuando era requerido por la justicia de Los Angeles

Rivera no alertó a Mahony sobre el comportamiento del cura denunciado

En un intercambio de cartas, en 1988, el estadunidense manifiesta su molestia por esta omisión

ALMA E. MUÑOZ

Un intercambio epistolar entre el arzobispo de Los Angeles, California, Roger Mahony, y el entonces obispo de Tehuacán, Puebla, Norberto Rivera Carrera, en marzo de 1988, revela que el hoy cardenal mexicano omitió alertar al religioso estadunidense sobre el comportamiento del sacerdote Carlos Nicolás Aguilar Rivera.

Además, evidencia que el obispo aseguró ''no estar en posibilidades de localizar'' al hoy acusado, pese a una petición expresa de Mahony para que le ayudara a presentarlo ante la justicia de Los Angeles, y respondiera a las acusaciones en su contra por ''haber molestado sexualmente'' a un ''número grande, casi imposible de determinar'', de jóvenes acólitos en las dos parroquias estadunidenses a donde fue trasladado desde Puebla.

Carlos Nicolás Aguilar nació el 10 de septiembre de 1941 en Huehuetlán el Chico, Puebla. Se ordenó sacerdote el 12 de julio de 1970, y 16 años después apareció brutalmente golpeado, con la cabeza rota y enmedio de un charco de sangre en una residencia parroquial de Cuacnopalan, en donde prestó servicios como párroco durante diez años.

La policía sospechó de uno o más jóvenes visitantes del rectorado, pero el cura pidió que el caso no fuera a juicio. Algunos sacerdotes de la región confirmaron de manera anónima -y así se registra en diversos medios informativos- que lo sucedido no fue un intento de asesinato, ''sino una orgía sexual. Hasta llegó la Judicial y ellos dijeron que el padre era puto. Se dijo que encontraron un revoltijo en un catre y que el papel higiénico del baño de la sacristía estaba amarillo, como con semen'', aseguraron.

Anteriormente, al párroco se le imputó la violación de un menor, hijo de una maestra del poblado, que a su vez conocía a una persona muy allegada al arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca. Este acudió muy enojado a Tehuacán para exigirle al obispo Rivera Carrera que sacara del lugar al presbítero, en medio de amenazas de vecinos del lugar que pretendían cobrarse la afrenta.

En 1987 el hoy cardenal aprobó el traslado del sacerdote Aguilar a la arquidiócesis de Los Angeles, donde abusó de 26 menores en tan sólo nueve meses, primero como responsable de la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y dos meses después de St. Agatha.

Se presentó en su contra una demanda penal, el 7 de mayo de 1988, sustentada en 19 cargos por los ataques sexuales cometidos. Sin embargo, dos días antes de que la policía de Los Angeles lo detuviera huyó nuevamente a México y se ocultó en Santa Clara Huitziltepec, con su amigo de la infancia, el también párroco Gilberto Nájera.

Norberto Rivera tomó posesión como arzobispo primado de la ciudad de México el 26 de julio de 1995. Cinco años atrás, Alfonso Sánchez denunció a Nicolás Aguilar por ataque sexual, en la agencia número 30 del Ministerio Público, en la delegación Miguel Hidalgo.

Sánchez padeció abuso a los 13 años de edad, en la recámara que el clérigo (en ese entonces tenía 50 años) habitaba en la iglesia de San Antonio de las Huertas, ubicada en la calzada México-Tacuba número 70.

Antes de llegar a dicha parroquia, el presunto pederasta estuvo a cargo de la del Perpetuo Socorro, ubicada en Lago Ayarza número 35, colonia Torre Blanca, donde Joaquín Aguilar, a los 13 años, prestaba sus servicios como monaguillo. Allí se convirtió en una víctima más del presbítero. Su familia interpuso la denuncia correspondiente ante las autoridades mexicanas. El proceso abarcó 1994 y parte de 1995, pero no prosperó y el sacerdote reapareció luego en Tehuacán.

El 27 de noviembre de 1997, cuatro menores de edad acudieron junto con sus padres y familiares a la agencia del Ministerio Público de esa ciudad, para también denunciar al religioso -que entonces tenía a su cargo la parroquia del poblado de San Vicente Ferrer- como responsable de abusos sexuales en su agravio, y de un grupo de 60 infantes más, cuyas edades fluctuaban entre los 11 y los 13 años.

Se inició la averiguación previa número 3497/997/DRS y se turnó la indagatoria a la Dirección Regional de Averiguaciones Previas y Control de Procesos, zona sur, en Tepexi de Rodríguez, Puebla, instancia que descubrió, tras una serie de pruebas a los pequeños, que efectivamente tenían indicios de abuso sexual y corrupción. Autoridades eclesiásticas señalaron que el sacerdote había sido recluido en un hospital por estar enfermo, cuando en realidad fue enviado al poblado de Santa Clara Huitziltepec, con su amigo Gilberto.

Fue hasta septiembre de 2001 cuando Aguilar Rivera se vio obligado a declarar ante el juez primero de defensa social en Tehuacán, Carlos Guillermo Ramírez, en la causa penal 6/1998/1, únicamente acusado de ''ataques al pudor''. Por ser delito menor se le fijó una fianza de 8 mil 500 pesos y quedó en libertad. Sorpresivamente, el 23 de marzo de 2002, la sexta sala del Tribunal Superior de Justicia de Puebla, en el expediente 1073/2001, le decretó auto de formal prisión como responsable de corrupción de menores, sin que se lograra su aprehensión.

El arzobispo Mahony evidenció en su carta de 30 de marzo de 1988, dirigida al obispo Rivera Carrera, su molestia porque el prelado mexicano no le notificó, aunque así se lo asegurara, sobre la "problemática homosexual del padre Aguilar", pues de haberlo sabido no lo habría recibido en su arquidiócesis de Los Angeles.

El paquete de cartas forma parte de las pruebas presentadas en una corte californiana en contra del cardenal Norberto Rivera Carrera.

 
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