Usted está aquí: jueves 21 de septiembre de 2006 Política México siguió fielmente ejemplo de Bush de imponerse por las malas: Flores Olea

Las instituciones ya habían sido enviadas al diablo por quienes las manejan, afirma

México siguió fielmente ejemplo de Bush de imponerse por las malas: Flores Olea

"Acertadas, las decisiones que se tomaron en la convención nacional democrática"

KARINA AVILES

Ampliar la imagen Para el investigador Víctor Flores Olea, la izquierda movilizada por Andrés Manuel López Obrador es la más fuerte en la historia del país Foto: Jesús Villaseca

El investigador Víctor Flores Olea advierte: la imposición de George W. Bush en la presidencia de Estados Unidos mediante las vías fraudulentas se ha constituido en un "modelo universal" -que México siguió con una "fidelidad sacramental"-, inscrito en un "frente común fundamentalista" para eliminar a todo lo que suene a disidencia y a rechazo a las formas de mayor explotación y acumulación de dinero.

Por ello, el integrante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la máxima casa de estudios plantea la importancia de regresar a la educación su sentido de pensamiento crítico -que se abandona cada vez más para favorecer una educación al servicio del poder dominante-, porque ese es el tipo de enseñanza que en la historia de la humanidad ha hecho posible las transformaciones en el mundo.

En una plática con este diario, Flores Olea alerta sobre uno de los saldos "más destructivos y repelentes" de la globalización actual, como son la corrupción de las instituciones y la evidencia, cada vez más perceptible ante los ojos de muchos, de la "destrucción de la democracia".

Antes, habla del contexto en donde se expresa una "batalla cultural" entre dos corrientes: la que se "rinde ante el gran principio de acumulación de riquezas" y la que busca la igualdad, la justicia social y la responsabilidad pública.

En este contexto, el investigador se refiere a la existencia de un "frente internacional" para impedir cualquier modificación a las reglas clásicas del neoliberalismo. Esto encuentra expresiones concretas, como por ejemplo el arribo de Bush al poder, quien se "impuso por las malas y las vías más dudosas que sean posible imaginar; desde luego, con la utilización salvaje de los aparatos de comunicación y la operación de fraudes, concretamente en Miami, en donde su hermano controlaba el aparato electoral".

Lo anterior se siguió en México con una "exactitud verdaderamente horrorosa", en la que no se puede soslayar la vecindad y el hecho de que aquí también hay un gobierno "de extrema derecha", enfatiza.

De manera que "eso" que los dueños del dinero llaman "democracia" no es más que la negación de la democracia, puntualiza. Por ello, explica que cuando Andrés Manuel López Obrador "manda al diablo a las instituciones es porque antes ya fueron enviadas al diablo por quienes las manejan, más por sus intereses que por las necesidades públicas" y porque la intención del movimiento que encabeza es "rescatarlas del secuestro, la negación y la corrupción que han sufrido".

Así, añade, la verdadera crisis de la República consiste en "este secuestro de las instituciones, de la democracia y del estado de derecho por parte de los poderes económico y político, que son nacionales, pero también trasnacionales".

En razón de ello, considera que la nueva militancia democrática consiste en poner a las instituciones al servicio de la sociedad. Además de que deberá frenar la "agenda más obvia de la derecha", al tiempo de construir un programa cada vez más avanzado de la izquierda, pues en ese campo aún existe una "gran laguna".

Al señalar que las decisiones que se tomaron en la convención nacional democrática fueron acertadas y "en lo fundamental reforzarán a la izquierda mexicana", indica que López Obrador tuvo dos opciones: la de dirigir un movimiento de izquierda que "inevitablemente implicaría el reconocimiento del triunfo de Felipe Calderón, con un futuro oscilante, que no se alejaría demasiado del destino que tuvo la izquierda que encabezó Cuauhtémoc Cárdenas", y la que ha tomado.

La diferencia, añade, es que la izquierda movilizada por el tabasqueño es la más fuerte en la historia de México, y su camino más radical, novedoso e imaginativo, pero también más riesgoso.

En este sentido, expresa que la designación plebiscitaria de un presidente legítimo habla de un nuevo tipo de oposición que procura evitar el desgaste y que para darse consistencia invoca el imaginario popular, para lo cual tiene presente los dos agravios más importantes por parte del sistema: "el carácter ilegal de las campañas que le dieron el triunfo a Felipe Calderón y el secuestro y la falsificación de las instituciones que sufre el país desde hace tiempo.

"Lo simbólico, en el caso, cobra consistencia de realidad movilizadora, y contribuye a la toma de conciencia de la realidad que vivimos. Como siempre en la historia, la virtud o debilidad de un planteamiento como éste depende del talento o torpeza con que sea manejado en el futuro."

Por último, el ex director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales señala que en este contexto de la corrupción de las instituciones y de la democracia a escala global, también se observa un cambio de la educación como pensamiento crítico social para hacer un "pensamiento único" en el que prevalece la "ortodoxia fiel a lo que ordena todos los días la sacrosanta televisión y sus seudopensadores que están atrás".

De ahí la necesidad de apuntalar por todos los medios posibles una educación libre, crítica, constructiva y de rechazar esa "educación" que sólo enseña a ser dóciles con los intereses establecidos, enfatiza.

 
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