Usted está aquí: viernes 22 de septiembre de 2006 Mundo Abuelas identifican a otro hijo de desaparecido en Argentina

Ofrecen recompensa por datos de testigo que se esfumó

Abuelas identifican a otro hijo de desaparecido en Argentina

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 21 de septiembre. La organización Abuelas de Plaza de Mayo anunció hoy la identificación de otro joven hijo de desaparecidos, que fue secuestrado junto con su padre en diciembre de 1976 en el contexto del esquema del robo sistemático de niños en la pasada dictadura militar (1976-1983).

En este caso se trata de Marcos Suárez, cuya madre ya estaba desaparecida cuando los represores detuvieron a su padre y luego él fue entregado en adopción en diciembre de 1976 a una familia.

El padre, Hugo Alberto Suárez, estaba desesperado por tratar de salvar a su hijo pequeño después que su esposa María Rosa Vedoya fue secuestrada en octubre por un grupo de tareas. Ambos eran muy jóvenes.

Marcos Suárez, que tiene ahora 31 años y fue anotado como hijo propio por una enfermera, se acercó a las abuelas para saber de su padre y así se enteró de que era hijo de desaparecidos.

Su madre adoptiva murió cuando el tenía 14 años y quedó a cargo de una tía. Marcos sólo buscaba reconstruir la historia familiar cuando se encontró con una verdad insospechada.

Curiosamente se reconoció en una foto de bebé, entre las varias que Abuelas de Plaza de Mayo publica llamando a todo joven que sospeche de una falsa identidad a recurrir a esa organización.

La imagen fue vista en una tira televisiva Montecristo, que trata el tema de desaparecidos y también colabora mostrando permanentemente fotografías de los bebés o los padres desaparecidos.

Hace sólo unos días, Estela de Carlotto anunció también el hallazgo del nieto número 84 en la lista de más de 400 niños nacidos en cautiverio o luego arrancados a muy corta edad a sus padres desaparecidos.

El joven encontrado entonces es Pedro, de 28 años, hijo de Clelia Fontana y Pedro Fabián Sandoval, secuestrados en la zona bonaerense de Caseros, en julio de 1977.

Su madre estaba embarazada de dos meses y fue mantenida en cautiverio hasta el parto en el centro clandestino de detención Club Atlético. Al nacer el niño, en enero de 1978, ambos padres fueron desaparecidos por los militares.

Pero los abuelos buscaron todos estos años, hasta encontrarlo finalmente con otra identidad y ya casado. El encuentro con la familia fue más que emocionante.

Pero la alegría del momento no logró disipar la angustia y el temor en todos los organismos de derechos humanos por la desaparición, desde el pasado domingo 17 de septiembre, de Jorge Julio López, el albañil que fue una de las víctimas del ex comisario Miguel Etchecolatz, quien era jefe de inteligencia en la policía de la provincia de Buenos Aires, condenado a cadena perpetua el martes pasado.

López fue testigo clave para que el tribunal decidiera la reclusión perpetua de Etchecolatz. Humilde como siempre vivió, a los 76 años tuvo aún la fuerza para presentarse al juicio y no sólo denunciar su sufrimiento durante su paso por el infierno de varios centros clandestinos de detención, sino que fungió de testigo de torturas y asesinatos a víctimas desaparecidas.

El gobierno provincial ofrece una fuerte recompensa a quien aporte datos sobre el paradero de López (alrededor de 65 mil dólares), cuyo testimonio también podría haber servido para señalar a otros policías responsables de delitos de lesa humanidad durante la dictadura.

El secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, León Arslanián, dijo que no se descarta ninguna hipótesis en este caso y el ministro del Interior aseguró que el caso "preocupa" especialmente y existen "elementos demasiado importantes como para hacerlos públicos por ahora".

Tanto Arslanián como Fernández dijeron que están esperando los resultados de las investigaciones de las últimas horas y pidieron prudencia ante algunas declaraciones que hablaban de López como "desaparecido en democracia", hasta tener certeza de lo sucedido.

 
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