Usted está aquí: sábado 23 de septiembre de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Un cuarto de siglo de reformas estructurales

México, al borde del precipicio

Más impuestos, menos empleos, más extranjerización

Las rebanadas del pastel:

Tras dos décadas y media de "reformas estructurales" permanentes, con los consabidos fracasos económicos y sociales, la conclusión de las luminarias del mundo empresarial y de sus gerentes en el ámbito político es por demás patética: si México pretende "remediar" sus problemas económicos y sociales, "la solución es impulsar reformas estructurales".

De otra suerte, dicen, México "está condenado a arrastrar bajas tasas de crecimiento económico y creciente desempleo". Más "reformas estructurales" para tapar los enormes cráteres abiertos por las anteriores "reformas estructurales". Más gasolina para apagar el fuego, es su "recomendación".

En esas dos décadas y media los "reformadores" arrasaron. Todo se privatizó en el país, y a partir del sexenio zedillista la segunda fase se puso en marcha a toda velocidad: todo se extranjeriza, transformando a este país en un paraíso de los servicios (comerciales, turísticos, financieros, maquiladores, etcétera, etcétera). Todo, para que en ese periodo el desarrollo sea el gran ausente en la perspectiva nacional, el rezago social alcance niveles verdaderamente peligrosos, la concentración de la riqueza sea escandalosa y la tasa anual promedio de crecimiento económico se limite a un raquítico 2.4 por ciento.

Aún así, la "solución" para el atraso nacional -según su versión- es una nueva tanda de "reformas estructurales", igual de brutal que la primera. En lista de espera están las "reformas" fiscal, laboral y energética. Más impuestos, menos empleo, más extranjerización. Es la fórmula mágica que ofrecieron Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Pero como las cosas "cambiaron" en el país, esa misma ha sido la ruta de Vicente Fox y será, sin duda, la del Felipillo.

Lejos, muy lejos, de los ojos y los oídos de la población, de la lente y la pluma de los medios (porque ellos "no saben cómo deben hacerse las cosas"), los "reformadores" se reunieron en el Forbes CEO Forum México, para encontrar "alternativas" para este país que, dicen, "se encuentra al borde del precipicio". Su "solución", aseguran, permitiría "lograr una tasa de crecimiento anual de al menos 5 por ciento".

En dicho foro se reunieron muchos de los que a lo largo de esas dos décadas y media privatizaron y extranjerizaron absolutamente todo, los mismos que en su momento prometieron altas tasas de desarrollo, igualdad de oportunidades, empleo, mucho empleo, y altas tasas de crecimiento económico, y los mismos que tienen altas posibilidades de incorporarse al gobierno de la "continuidad" para seguir con las "reformas estructurales".

Hasta que llegaron los genios y sus "reformas estructurales", la economía mexicana crecía a un ritmo anual de 6 por ciento. Inclusive, en algunos años de esa época se registraron tasas de crecimiento económico de 11 y 10 por ciento.

A partir de las "reformas estructurales", la tasa de crecimiento económico ha ido paulatinamente para atrás. En el sexenio de Miguel de la Madrid, la mayor de esas tasas fue de 3.41 por ciento (1984), aunque concluyó el periodo con un promedio anual de 0.34 por ciento.

Llegó Salinas de Gortari y los "reformadores" aceleraron el paso. El mejor año fue 1990, con una tasa de crecimiento económico de 5.18 por ciento, pero el promedio anual fue de 3.9 por ciento. Saltó Ernesto Zedillo a la palestra, y los "reformadores" metieron el acelerador; su garbanzo de a libra fue 1997, con un crecimiento de 6.78 por ciento, aunque el promedio sexenal apenas llegó a 3.5 por ciento, menor que el de su antecesor.

Y llegó el "cambio", con los mismos "reformadores" al volante y extranjerizando todo lo que se movía. Recibió una economía a modo ("democracia de, para y por los empresarios"), y el mayor de sus logros se registró en 2004, con una tasa de crecimiento de 4.2 por ciento. El sexenio, si bien va, reportará un promedio anual de 2.2 por ciento, una tercera parte de lo registrado 25 años atrás, y la menor en esas dos décadas y media de "reformas" tras "reformas".

Viene la "continuidad", con los mismos "reformadores" al frente, y no existe mayor "salvación" para este país que "se encuentra al borde del precipicio" que las "reformas estructurales, específicamente en el rubro laboral, fiscal y de energía".

De acuerdo con las estimaciones del gobierno foxista, con las "reformas estructurales" por él promovidas (es decir, las mismas que ahora fomenta el Felipillo) la economía mexicana crecería 5 por ciento anual. Para ello, desde luego, sería menester privatizar el sector energético, clavar el puñal fiscal a los contribuyentes de siempre y ofrecer empleos cada vez más baratos y sin prestación alguna.

Dicho cálculo fue hecho cuando el "cambio" proyectaba un crecimiento económico de 3.5 por ciento, sin "reformas". Con éstas, aseguraban, se lograría una tasa de 5 por ciento, es decir, una mínima diferencia de 1.5 puntos porcentuales, o lo que es lo mismo, nada.

Por lo visto, no sólo son "reformadores" fracasados, sino pésimos vendedores.

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